Fuegos artificiales y orquestas: luz, sonido… y negocio


Toda España es una fiesta y Castilla-La Mancha es un fiel refleja de ello, ya que nos encontramos en el momento culminante, a la dilación de un mes de septiembre que es el que más fiestas reúne en el calendario. La provincia de Toledo es encima un caso tradicional, como queda de manifiesto en el antecedente que indica que desde hoy hasta finales de septiembre más de cien de sus municipios van a celebrar sus fiestas patronales.

Unos festejos en los que en sus programas no pueden ausentarse ciertos clásico imprescindibles: la música de las orquestas y los fuegos artificiales, sin olvidar en algunas zonas los espectáculos taurinos.

En el caso de la provincia de Toledo, los fuegos artificiales se han convertido en un tipo central de las celebraciones locales. Es tradicionalmente una de las citas festivas que más personas congrega en cada pueblo, con miles de vecinos de la aldea y forasteros que cumplen cada año con el ritual de mirar al Paraíso para contemplar un espectáculo que fusiona tradición, arte y todavía tecnología, y que ilumina los cielos durante todo el año. Desde los pequeños municipios hasta las grandes festividades, la pirotecnia sigue siendo un atractivo que no deja indiferente a nadie.

Como es sabido, la historia de los fuegos artificiales se remonta a la antigua China, donde hace más de dos mil primaveras, el «baozhu» —la crisis de tallos de bambú arrojados al fuego— daba origen a lo que hoy conocemos como juegos pirotécnicos. Este rudimentario artefacto evolucionó con la inclusión de la pólvora, que permitía rivalizar los sonidos y enseres visuales del bambú ardiendo. Actualmente, esta tradición se ha perfeccionado hasta alcanzar niveles de sofisticación tecnológica impensables en aquellos tiempos.

Hoy en día, China sigue siendo el longevo productor y exportador de fuegos artificiales a nivel mundial, pero es en lugares como por ejemplo la provincia de Toledo donde esta tradición se celebra con específico fervor, integrándose profundamente en la vida cultural y festiva de sus municipios.

Toledo no descansa cuando se tráfico de fuegos artificiales. Desde enero con la festividad de San Antón, pasando por la Candelaria, San Blas, Carnaval, Semana Santa y las fiestas de mayo en honor a los Cristos y San Isidro, hasta la Fiesta de la Inexplorado del Pilar en octubre, la pirotecnia está presente en cada celebración importante. Estas festividades no solo mantienen viva una tradición milenaria, sino que todavía ofrecen trabajo continuo a las empresas pirotécnicas, que tan pronto como descansan durante el año, omitido en noviembre.

Trabajo minucioso

na de las empresas que lidera el sector en la provincia es ‘La Sagreña’, que realiza una media de cinco servicios de colocación de fuegos artificiales al mes en distintos municipios. Esta empresa toledana se ha yeguada un ocasión destacado en el mercado gracias a su compromiso con la calidad y la seguridad, aspectos que son supervisados regularmente por la Guarnición Civil a través de inspecciones rigurosas.

El proceso de instalación de los dispositivos pirotécnicos en cada uno de los espectáculos de este tipo en cualquier municipio es enredado y trabajoso, tomando al menos tres horas y media en condiciones óptimas. Este trabajo está a cargo de los polvoristas, técnicos mucho cualificados en la manipulación de explosivos. A diferencia de épocas pasadas, donde la formación era mínima, hoy estos profesionales cuentan con una preparación exhaustiva que incluye un carnet de manipulador de artificios, cursos de seguridad y una certificación de entendido.

La cambio tecnológica ha transformado significativamente la modo en que se llevan a punta los espectáculos pirotécnicos. En ocasión de encender los fuegos manualmente, como se hacía antiguamente, ahora se utilizan máquinas especializadas que permiten un control más preciso y seguro del espectáculo. Encima, las figuras que se dibujan en el Paraíso no son fruto del azar; vienen prediseñadas adentro de las carcasas de las baterías, lo que añade un nivel de planificación y creatividad al proceso.

Pero al ganancia de la espectacularidad, los fuegos artificiales, como las orquestas musicales, son un negocio más que se concentra en verano, pero que mueve cientos de miles de euros.

El coste de un espectáculo de fuegos artificiales en la provincia de Toledo varía considerablemente, con un rango que va de los 5.000 a los 10.000 euros. Sin confiscación, algunos ayuntamientos invierten cantidades mucho mayores, como es el caso de Valmojado, que ha destinado 70.000 euros a sus celebraciones, convirtiéndose en el municipio con el longevo presupuesto en pirotecnia. Adjunto a Valmojado, Villaseca y Guadamur son otros de los pueblos más demandados por las empresas pirotécnicas.

Para los habitantes de Toledo, los fuegos artificiales son mucho más que simples explosiones de luz y color en el Paraíso. Son parte integral de la identidad cultural de la región, un espectáculo que une a las comunidades y que, en palabras de Pablo, un polvorista de La Sagreña, «si la muchedumbre aplaude, la sensación del trabajo correctamente hecho es muy positiva».

Con la fusión de tradición y tecnología, los fuegos artificiales en Toledo seguirán siendo un espectáculo inolvidable, un arte en constante cambio que mantiene vivo el delegado de una experiencia milenaria.

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