¿Está en crisis el vino tinto? El sector apunta a una caída en las precios de más del 20%


«Que me maten -dijo a esta sazón el ventero- si don Idealista o don diablo no ha transmitido alguna cuchillada en alguno de los cueros de morapio tinto que a su larguero estaban llenos, y el morapio derramado debe de ser lo que le parece matanza a este buen hombre«. Este extracto del capítulo XXXV de la primera parte de la obra más insigne de la letras española aceptablemente puede servir para ilustrar la situación que vive el morapio tinto en la presente. Pero, sin conservarse a tanto, es cierto que este producto no está para muchos parabién, pues las últimas cifras apuntan a una acusada caída de sus ventas en la próxima campaña.

Para entender un poco más de esta situación, este diario ha viajado, precisamente, a la tierra del Idealista, ya que Castilla-La Mancha es la principal región productora de morapio a nivel mundial. No en vano, este vasto comarca, con unas 460.000 hectáreas de viñas, ostenta el título de decano viñedo del mundo y alberga aproximadamente de 500 empresas y cooperativas vitivinícolas. Un sector financiero que, con unos 80.000 viticultores, representa en torno al 5% del PIB regional.

Una vez contextualizado lo que representa el mundo del morapio en Castilla-La Mancha, que ahora mismo se encuentra en plena vendimia, toca conocer cuál es la situación coetáneo de este producto y, en concreto, de sus vinos tintos, que esta viviendo un cambio de tendencia en su consumo, al ser desplazado por los blancos, rosados y espumosos. Poco que, a pleito de muchos implicados en este sector, puede conservarse a suponer una crisis en sus precios, puesto que algunos apuntan a un descenso de más de un 20%.

En la presente, según los datos del Profesión de Agricultura, el precio medio del morapio tinto se sitúa en los 45,15 euros por hectolitro. Por su parte, el precio del morapio blanco es de 46,24 euros por hectolitro. La diferencia no es sustancial, pero los productores prevén que aumente en la próximo campaña y que perdure a lo espléndido de los primaveras. Por ello, ya han comenzado a prepararse para esquivar las consecuencias de estos cambios.

El responsable del sector vitivinicultor de Cooperativas Labrantío-alimentarias en Castilla-La Mancha, Juan Fuente Rus, que tilda la situación de «preocupante» para el morapio tinto. «Este no es sólo un problema de aquí, sino que afecta a nivel mundial», apunta el todavía jefe y director técnico de Bodegas Zagarrón, en Imperfección del Cuervo (Cuenca), que recuerda que el origen se remonta al suspensión de mercado por parte de China a la importaciones y al consumo de este producto desde la pandemia, aunque ello se extendió a posteriori todavía a Inglaterra con el Brexit, a Estados Unidos, Rusia y a otros países importadores de morapio.

El primer país perjudicado por esa medida fue Francia, donde hubo una ralentización de las ventas importantes y a posteriori se fue trasladando a otras zonas productoras, sobre todo de vinos tintos de escala media, ya que la ingreso escala se ha mantenido, indica Fuente Rus. A su pleito, «desde entonces se han modificado los hábitos de consumo y la concurrencia examen vinos tintos, rosados y espumosos, más ligeros, más dinámicos, más frescos, más sencillos, … quizá todavía porque, con la pandemia, se produjo una elevación importante de los costes de producción y la inflación».

Pandemia, cambio climático y malas políticas de la UE

A la pandemia se suma todavía, en su opinión, «el cambio climático, que ha traído una cocina más ligera y sencilla, que se acompaña mejor con vinos blancos, espumosos y rosados o incluso con tintos con menos cuerpo». De hecho, él cree que la alternativa pasa, a salvo de por destacar las bondades del morapio tinto, por elaboraciones con menos categoría alcohólico, más equilibradas, con más sabor a fruta y no tanto a la madera de la crianza. En definitiva, manifiesta, «hay que adaptarse a los tiempos y al consumidor».

No obstante, Carlos David Bonilla, el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de La Mancha, la comarca con más viñedo y la principal productora del mundo, tropiezo todavía de esta situación a las políticas desarrolladas por parte de la Unión Europea en relación al morapio. «Creo que no se están haciendo las cosas de la mejor forma, se está crucificando a España, Francia e Italia con los elaborados con trinque, metiendo al morapio como un destilado más, cuando es un producto de nuestra dieta mediterránea, al que se le está haciendo una mala propaganda».

Lo que sí es evidente es la caída de los precios del morapio tinto que, según vaticina el responsable de Cooperativas Labrantío-alimentarias, va a conservarse a ser superior al 20%. «Ello no significa, sin requisa, que las exportaciones de morapio blanco estén subiendo, sino que están tapando el agujero que está dejando el tinto», afirma. Y una consecuencia que puede traer esta situación, apunta, es que los viticultores pueden asomar a arrancarlas viñas de uva tinta para ir plantando otras nuevas, como está sucediendo ya en otras regiones productoras del mundo.

«Nos estamos haciendo un daño que va a sufrir a arranques definitivos de viñas en zonas donde no se pueda defender el morapio, pues evidentemente van a cambiar el cultivo, y eso es malo. Creo que hay que mirar las cosas con otra perspectiva, cuando somos los mayores productores del mundo, cuando somos los que tenemos decano producción y decano cantidad de hectáreas de viñedo a nivel mundial», manifiesta Bonilla con preocupación.

El presidente de la DO La Mancha da como alternativa la elaboración de más vinos rosados con esas uvas tintas de calidades medias a las que ahora no se les da salida. «El año pasado ya se hizo y éste creo que se va a hacer mucho más porque dan mucho entretenimiento para vinos de poco color con graduaciones alcohólicas más bajas», asegura. Pero ahí no queda la cosa, pues Bonilla todavía destaca, sobre todo en verano, los cócteles elaborados con morapio tinto, vinos sangría, …

Otra de las alternativas que baraja Fuente Rus es la elaboración de vinos blancos a partir de variedades de uva tintas, lo que los franceses llaman el ‘blanc de noir’, «pero esto es más complicado porque conlleva unos costes adicionales que, a lo mejor, el mercado no se puede permitir tal como está ahora mismo, ya que conlleva inversión en expansión tecnológico».

En cualquier caso, el portavoz del sector vitivinicultor de Cooperativas Labrantío-alimentarias cree que el sector del morapio es «muy resiliente». Aun así, Juan Fuente Rus es jovial: «Al final no tendremos más remedio que adaptarnos, como hemos hecho durante toda la vida, sobre todo aquí, en Castilla-La Mancha, donde esta actividad siempre ha estado en crisis, aunque ahora no estamos en una mala situación, con dinamismo, diversificación de producciones y bodegas aceptablemente preparadas».

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