Fernando Llopis: Trenes socialistas hacia Katanga


Fernando Llopis

Un buen día nos enteramos de que en el interior del pacto de gobierno sensato entre socialistas y los de Sumar había una cláusula para convenir el cerrojo de las líneas aéreas entre ciudades que estaban comunicadas por vía férrea en menos de dos horas y media.

En presencia de el revuelo generado y por los comentarios chistosos acerca de si eso afectaba a los habituales vuelos con el Falcon del presidente Pedro Sánchez, trataron de teñir la propuesta, pero dejando claro que era poco que estaba en su hoja de ruta para preservar nuestro planeta, y quizás a nuestro universo, del terrible cambio climático.

Hasta hace poco era una propuesta absurda e inútil, ya que en caudillo los usuarios preferimos coger el tren para ese tipo de trayectos, a menos que se tenga que enlazar con vuelos con otros destinos más lejanos. Pero el gobierno socialista nos está acostumbrando a inventarse problemas que no existen y que tratan de solucionar con propuestas erróneas.

El maniquí de transporte ferroviario, sobre todo el que conecta grandes ciudades, aunque tiene un importante beneficio de restablecimiento, ha facilitado enormemente el transporte para muchos usuarios, sobre todo por unas ratios de puntualidad mucho más que notables.

A nuestra Comunidad Valenciana llegó en primer ocupación el novedoso Euromed, que comunicaba Alicante con Barcelona vía Valencia. Ahora le llaman la estría congelada, pues sigue prácticamente igual, incluso peor, tras muchos abriles de uso sin mejoras sensibles.

Los AVE a Madrid sí que habían supuesto una importante restablecimiento sobre la alternativa al alucinación en coche y como he dicho ayer, limitaban a casos muy puntuales la condición de coger un avión.

Falta que ver con los trenes de la estría Alcoy-Valencia que yo cogía en mi época de estudiante, donde solo los primeros en aparecer tenían derecho al asiento. Era atípico ver como el revisor trataba de cumplir su trabajo de cobrar los billetes moviéndose entre los pasillos atestados de parentela. Al tren yo lo llamaba «el zaguero tren a Katanga», en honor a la película de aventuras, un clásico en los cines de sesión doble.

En la película, unos mercenarios intentaban rescatar a unos ciudadanos europeos que se hallaban en Katanga del ataque de unos rebeldes en la antigua República del Congo. De paso, o quizá en primer ocupación, asimismo trataban de recuperar una importante fortuna en diamantes. Para esta encargo utilizaban un tren en el que embutían a todos los pasajeros

Pues parece que el flamante ministro socialista de transportes, Óscar Puente, pretende regresar a los momentos en el que se veía con envidia al zaguero tren a Katanga. Como ha detectado que los trenes cada vez llegan mas tarde de la hora prevista y no pueden cumplir el compromiso de puntualidad, su osadía ha sido el de eliminar dicho requisito. Cuando las estaciones se colapsan y para poder aparecer a tu tren lamentas no ser Spiderman, Puente echa balones fuera y recuerda a Franco. Cuando los trenes de compañías privadas ofrecen billetes más baratos que los de Renfe, les amenaza con subirles el canon.

Los socialistas no tienen soluciones y solo saben ya mirar al pasado. Bonito que el director caudillo de transportes, el valenciano Pere Rostoll, delante las acusaciones de caos e incompetencia, se limitara a recapacitar el percance del metropolitano de Valencia de hace casi vigésimo abriles.

¿Qué ha ocurrido? Solo tienen que mirar el perfil de los últimos ministros de Transportes, José Luis Ábalos y Óscar Puente. O el de los asesores que el gobierno socialista colocó como el divino Koldo. Las acusaciones de corrupción que pesan sobre algunos de ellos pueden dar la sensación de que, como los mercenarios de la película, su preocupación es maduro por los diamantes que por los pasajeros que cogemos el tren asiduamente.

Tengo la sensación de que Óscar Puente se ha achicharrado con esta crisis. Su imagen jugando al golf en contraposición con el caos en las estaciones y trenes es terrible. Y este caos es poco que todos los ciudadanos, exceptuando a los más somatizados por el poder socialista, sabemos que no es un bulo. No es un bulo porque nosotros, familiares o amigos lo estamos sufriendo asiduamente y no de forma infrecuente.

Cuando abandonas el mantenimiento de las estructuras, cuando colocas a oscuros asesores sin preparación para tomar decisiones, cuando cambias a los funcionarios capaces de la toma de decisiones por otros más serviles, ¿qué puede salir mal?

Pues eso, que sorprendentemente, muchas personas están cogiendo el coche o aviones para realizar viajes que hasta ahora hacían en tren, que para revivir la experiencia del zaguero tren a Katanga ya está el cine.


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