Y Snchez fund el “partido del pueblo”: del ‘no es no’ al ‘show’ de scar Puente


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El discurso del exalcalde de Valladolid consolida un PSOE a la medida del presidente, con el aplauso de los ministros sin carnet contra los “traidores” que disienten y no son “representativos”

Así ha sido el primer día de investidura de Alberto Núñez FeijóEL MUNDO (Vídeo) / BERNARDO DAZ (Foto)
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Pierde toda esperanza de romper este PSOE, afirmó Puente de la cicatriz desde la grada mientras Pedro Sánchez ya ensayaba los aplausos. El exalcalde de Valladolid concluyó con una frase: No perdáis el tiempo buscando disidentes ni traidores, ninguno es representativo de este PSOE. Ningún traidor que disienta de Sánchez o de su proyecto de investidura es digno de las siglas, llegó a decir el portavoz, mientras el propio Sánchez calentaba para plantarse. Terminó de hacerlo cuando Puente, cuya intervención desconocían la gran mayoría de los diputados del grupo socialista, subrayó que el partido ya no era de ellos sino de sus militantes, el pueblo.

En nombre del pueblo habló, pues, Óscar Puente -el diputado vallisoletano, que insistió en llamarle Feijó durante toda la tarde- para completar el viaje del presidente y con él, el del PSOE. Esta conversión del partido en una especie de oráculo de la voluntad colectiva viene de Sánchez y acaba en Sánchez. Viene de Sánchez en 2016, dimitido o expulsado de la secretaría general por el debate interno sobre la investidura de Mariano Rajoy. Y llega al Sánchez de 2023, legitimado para pactar con cualquiera para obtener el suyo, elevado por encima de la ausencia absoluta de debate interno. Y externo.

LBÚM

Sánchez ni siquiera necesitaba hablar, sino que hablarían por él, por los militantes o por el pueblo da igual, según la intervención de un Óscar Puente que pareció responder al exvicepresidente. Alfonso Guerra, que días atrás vaticinó que pronto terminará el periodo de ausencia de debate interno en el PSOE. Nada parece indicarlo por ahora. Puente lo dejó: el PSOE ya no es uno de sus líderes, ni actuales ni históricos.

Pero será Sánchez, no el pueblo, quien tenga que llegar a un acuerdo. Y aunque ayer no habló, sí escuchó selectivamente. Escuchó con auricular las intervenciones en catalán de Gabriel Rufin (ERC) y Mariam Nogueras (Junts), facilitadores de su futura investidura, pero vació su escaño cuando les respondió Alberto Núñez Feijó, a quien Sánchez dejó claro con su actitud de que no le sirve de nada. Siempre utilitarismo en la biografía del presidente.

El Sánchez que entregó su acta de diputado para no tener que obedecer al partido en 2016 lo hizo para poder volver más tarde. Como Sánchez que ayer no quiso defender la amnistía, como sí hizo Sumar, contemporizó para poder defenderla en el futuro, en circunstancias más favorables. La tradición o la cortesía parlamentaria fueron en ambos casos un obstáculo fácil de superar.

El presidente en funciones ya escribe sus propias reglas porque ha superado todos los hitos por los que su partido puso pie en 2016 y lo recuperó un año después. La sentencia de Puente de ayer, que coloca al partido a los pies de Sánchez como su militante jefe, es como la proclamación del ganador de las primarias de 2017, con seis años de retraso y con un público nuevo. En el actual PSOE que describe Puente, vale más la ovación del vicepresidente Nadia Calvio o el ministro José Luis Escrivá, sin tarjeta de partido, que el reproche grave o ligero de los ex presidentes, ex vicepresidentes y ex ministros que siempre la han tenido, aunque ya no sean representativos.

Sánchez ha cambiado el PSOE al ritmo que él mismo evolucionaba y se estaba vengando de todas las líneas rojas que un día le impusieron. él él no debe Poder culminó en el abrazo con Pablo Iglesias antes de la investidura de enero de 2020. El cordón contra Bildu se rompió con el ariete de un vaporoso documento sobre la reforma laboral con el país centrado en el desconfinamiento. Aquel tsunami se recuerda ahora como un detalle insignificante comparado con la solidez actual de su alianza parlamentaria en Madrid, no todavía en el País Vasco.

Los socialistas, que centraron su respuesta a Feijó en presentarle como un líder no autorizado dentro del partido, no necesitaron una palabra de su secretario general para proyectar la imagen de un ejército obediente y con partes intercambiables. Del diputado 1 al 121, la voz del PSOE habla por Sánchez y protege a Sánchez, al militante, al pueblo.

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