La lluvia condiciona el séptimo encierro de Sanse


Hoy ha sido un día para mirar al bóveda celeste y al suelo. La tromba que ha caído antiguamente del chiquero ha condicionado la carrera. El agua tiene varios enseres en el chiquero. El más obvio es que el suelo se convierte en resbaladizo y eso resta confianza al corredor y todavía al toro. Eso se nota sobre todo en las zonas de asfalto, porque en los tramos de adoquines el agua drena mejor y se absorbe con más facilidad. Si la tromba no es mucha todavía puede ayudar a afanar las calles de la mugre acumulada por la tenebrosidad previo.

Este séptimo chiquero se ha corrido con las calles húmedas, pero no encharcadas. Ahí el calzado del corredor es fundamental. Si no está muy manoseado tiene más conexión. Si las zapatillas ya tienen mucho uso serán más inestables. Aun así no hemos gastado muchos resbalones entre los corredores. Sí ha habido un resbalón de uno de los cabestros al final del trayecto que ha afectado los últimos metros.

Al principio la manada ha nacido muy agrupada y tapada por los cabestros. Así han ido hasta la calle Postas. En este tramo sólo se ha podido coger toro en la parte izquierda del vallado y durante muy pocos metros.

En la calle Actual la manada se ha estirado un poco más. Aunque los toros han continuado muy tapados. Sin incautación, en este tramo, al ser más orondo, algunos corredores han rematado meterse en medio y coges astas.

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Encierro Sanse

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