escribe Salvatore Settis en su clarividente ensayo ‘Si Venecia muere’, hay tres formas en que mueren las ciudades históricas: cuando son destruidas (Cartago); cuando son conquistadas (Tenochtitlán) y “cuando sus habitantes pierden la memoria y, sin siquiera darse cuenta, se convierten en enemigos de sí mismos” (Atenas clásica y, si nadie lo remedia, Toledo).
¿Puede una ciudad única e irrepetible como Toledo sucumbir al monocultivo del turismo de masas y acabar vaciándose de toledanos? Cuando caminas por la Calle Ancha, donde sólo quedan joyerías y ferreterías baratas, y la encuentras repleta de grupos de turistas, te olvidas que las ciudades pertenecen a sus habitantes, que son los verdaderos guardianes de su memoria. . Toledo no es para turistas ni se construye desde hace siglos para ellos pero constituye, en palabras de Settis, “el rostro y la traducción en piedra del pueblo que lo habita, lo conserva y lo transforma”.
Mientras los habitantes del centro histórico son absorbidos por la periferia de la ciudad para acabar engullidos por enormes centros comerciales, la ciudad histórica se convierte en un supermercado cultural donde los turistas pasean entre productos históricos y artísticos con el carrito de la compra. La “ciudad de la gente” está poco a poco siendo sustituida por esa formidable maquinaria productiva de consumo y generación de dinero que, como suele ocurrir, acaba concentrándose en unas pocas manos. La ciudad termina así, como escribe. Tomaso Montanarillegar a ser es un «salida de historia, un centro cultural sin habitantes, ellos son sólo clientes.”
En otras palabras: se parece cada vez más a la experiencia espectacular y efímera del parque temático cercano, en el que la simulación reemplaza a la realidad y la ilusión reemplaza al análisis y la reflexión históricos. El producto, la mercancía, es una versión tan estandarizada como inofensiva del pasado y de lo diferente, de modo que, subraya Settis, “no representa una alternativa al monocultivo del presente”. Es más: si ya tenemos la simulación, ¿para qué necesitamos la ciudad histórica? En el universo del ciberespacio atravesado por múltiples autopistas de la información, es preferible lo virtual a lo real, habitualmente aburrido, del mismo modo que es preferible una experiencia inmersiva en ‘El Jardín de las Delicias’ en el Matadero de Madrid a una visita tediosa. al Museo del Prado. Pasa con lo que se ha llamado «disneyficación« Desde las ciudades con el sistema educativo actual: todo tiene que ser muy divertido y jovial..
No pretendo dar una visión elitista de la historia ni defiendo una experiencia nostálgica del pasado, y mucho menos parezco oponerme al turismo en nuestra ciudad. Sólo quería decir que si Toledo quiere seguir siendo una ciudad viva debe alimentarse del alma de sus habitantes. En un momento en el que el centro histórico está saturado de apartamentos turísticos y hoteles gigantescos, nuestras autoridades deben reflexionar sobre qué modelo de ciudad queremos para Toledo. Si solo te importa la cantidad de turistas que nos visitan cada año; Si se insiste en reducir la categoría de calidad a la de cantidad, el flujo turístico seguirá legitimando los ataques urbanos y despoblando de habitantes el centro histórico. Hay que apostar decididamente por el turismo de calidaddejándolo en manos de profesionales verdaderamente cualificados en el sector, con actividades culturales y creativas, repoblando el centro de la ciudad con gente joven y regulando sectores tan invasivos como el turismo-hotelería.