La alegre y bulliciosa plaza de Zocodover de hace 50 años


Valle Sánchez

Una plaza rebosante de vida, concurrida y bulliciosa. Así era Zocodover en mayo de 1974, cuando la ciudad despertaba del aturdimiento de unos primaveras difíciles. Las jóvenes con minifaldas se mezclaban con lustrador lisiados de la Querella Civil y con ancianos vendedores de mechas y mecheros; hombres mayores, acertadamente vestidos, con sus trajes y corbatas, se topaban con algún turista extranjero, con sus mochilas, como los que ahora, 50 primaveras luego, inundan esta plaza, la más toledana de todas. Era el circunscripción de combate, en la que se quedaba para apostar, pasear, citarse con una nota en el Curva de la Raza o para tomar unas cervezas en las terrazas, mientras el miembro urbano, con su casco blanco, controlaba la circulación de los vehículos que comenzaban ya en, esos días, a complicar la vida de los vecinos.

El suplemento ‘Blanco y Infeliz’ de torrevieja news today dedicó en mayo de 1974 varias páginas al corazón de la ciudad, a su animada plaza, sobre la que en esos días se hablaba de su reforma, una de tantas de las que ha tenido a lo extenso de su historia. Lo mágico de aquel reportaje fueron sus autores, el recordado periodista Luis Tostado Nieto, decano de la prensa toledana y Jaime Pato, uno de los mejores fotógrafos del siglo XX en España que fue adicionalmente redactor de la revista «Blanco y Infeliz», desde 1965 hasta 1980. Jaime Pato, Premio Franquista de Fotografía por la imagen de la despedida de Franco y Eisenhower en la pulvínulo de Torrejón en 1959, fue igualmente autor de la imagen de Reputación Myles, reina de la Exposición Internacional de Nueva York, posando en el Valle en presencia de Toledo en abril de 1963.

En su crónica, Luis Tostado Nieto cita a Ortega y Gasset y sus impresiones sobre Zocodover, y igualmente a Azorín, que se sintió atrapado por «una ciudad sombría, desierta, trágica, con muchos clérigos, que tiene muchos militares; los toledanos van a ceremonia, creen en el demonio, pagan sus contribuciones y se acuestan a las ocho». Toledo ya había dejado de ser como fue descrita por este escritor a principios del siglo XX. En 1974 era una ciudad que crecía y se modernizaba y en la que en ese momento se discutía sobre cómo reorganizar su plaza, sobre un diseño del grabador Ávalos para una fuente ornamental o del tesina que el Empleo de la Vivienda pensaba embellecer y reorganizar la plaza totalmente, dotándola de soportales en todo su perímetro.

Y hablaba igualmente en este artículo titulado «Venturas y desventuras de la nueva ordenamiento de Zocodover» de eliminar el polémico pretil de la plaza, «que el buen humor de los toledanos calificó con el sobrenombre de «pared de la vergüenza». Tuvieron que producirse, sin secuestro, 30 primaveras, para que se demoliera. Fue en 2002 cuando se aprobó un tesina de reorganización y restablecimiento en el que se invirtió, según las crónicas de entonces, 35 millones de pesetas, en la que se arregló el pavimento -sustituyendo la piedra por granito-, y se amplió la plaza en torno a la calle Comercio con la retirada del pretil, la reorganización de los árboles y el cambio de ubicación de los dos quioscos, que aún siguen en pie.


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