El independentismo reúne a la cifra más baja de manifestantes en una Diada


La primera Diada sin el independentismo instalado en la Generalitat ha confirmado que el secesionismo civil pierde fuelle. Unas 60.000 personas, según cifras de la Número Urbana, han acudido esta tarde a la manifestación convocada por la Asamblea Franquista Catalana (ANC) y el resto de entidades secesionistas, una marcha en la cadeneta de los últimos abriles: cada vez beocio poder de convocatoria y división interna. Este año, la ANC organizaba una Diada descentralizada, con manifestaciones en Barcelona, Tarragona, Gerona, Lérida y Tortosa, una dispersión de esfuerzos que, al menos, ha servido para camuflar lo que ha sido un reventón en toda regla.

La concentración más importante ha sido la de Barcelona, que ha itinerario el trayecto entre la Periodo de Francia y el Curvatura del Triunfo, un itinerario poco arribista y que demuestra que hasta la propia ANC asume que su poder de movilización es menguante, muy allí, de los ‘rallies’ monstruo de los primeros abriles. La Número Urbana de Barcelona ha contado a 60.000 personas, 55.000 menos que en 2023, y la sigla más desestimación de la serie histórica, al mismo nivel de la concentración de 2020, en plena pandemia. En su día sobresaliente, el secesionismo tan pronto como ha acabado satisfacer el paseo de Lluís Companys. En Tarragona fueron, 2.800; 3.000 Lérida y 6.800 en Gerona.

Una de las principales dudas era conocer hasta que punto los dirigentes de ERC, en una pulsión que no puede calificarse de otra modo que de masoquista, iban a presentarse a la convocatoria de la ANC, en la que, tal y como demostraban las palabras de su presidente Lluís Llach no iban a ser bienvenidos, consumada la traición tras su pacto con el PSC.

Finalmente, sí han aparecido los exconsejeros Laura Vilagrà y Juli Fernàndez, o los dirigentes de ERC Marta Vilalta o Xavier Vendrell, que han podido participar con normalidad a excepción de algún abucheo puntual. En contraposición, y delante el perfil bajo de ERC, Junts ha sabido beneficiarse esta incompatibilidad convirtiendo la marcha de la ANC en una manifestación de apoyo a sus postulados y a su líder, Carles Puigdemont. Básicamente una amonestación al pacto de ERC con el PSC.


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