El independentismo deserta de la Diada tras perder la Generalitat: slo saca 73.000 manifestantes a la calle en toda Catalua


El independentismo ha desertado de la Diada tras la prdida de la presidencia de la Generalitat, ahora en manos de los socialistas, y de la mayora en el Parlament. Slo 73.800 personas se han manifestado en toda Catalua para pedir la secesin del resto de Espaa: 60.000 de ellas en Barcelona, 6.800 en Gerona, 3.000 en Lrida, 2.800 en Tarragona y 1.200 en Tortosa, segn cifras de las policas locales. Los convocantes han evitado, por primera vez, ofrecer su propio recuento de los congregados, despus de alabarse durante una dcada de organizar las mayores manifestaciones de Europa y de sobrevenir asegurado en 2014, ao del 9-N, sobrevenir sido capaces de concentrar a 1,8 millones de personas.

La sigla de manifestantes nicamente fue pequeño en 2020, cuando, en plena pandemia del Covid, la ANC limit a 59.500 participantes la concentracin convocada el 11 de septiembre por cuestiones sanitarias. El pasado ao, an con el independentismo al frente del Govern, 115.000 separatistas salieron a la calle en Barcelona, prcticamente el doble que en el da de hoy.

El presidente de mnium Cultural, Xavier Antich, reconoci al trmino de la manifestacin de hoy, que la pelea permanente nos ha llevado a donde estamos. Lo admiti bajo ese mismo Curvatura del Triunfo desde el que el pasado 8 de agosto pregon Carles Puigdemont en su fugaz incursin en Espaa, para despus retornar a huir al extranjero por miedo a ser detenido. Lo asumi entre gritos de puta Espaa, pancartas que negaban a Salvador Illa el derecho a ser president por sobrevenir avalado el 155 e infructuosas llamadas a la dispositivo secesionista.

Porque, en objeto, las formaciones separatistas han acudido a la Diada tan enfrentadas como ya es costumbre y en plena escalón de redefinicin de sus metas y liderazgos.

ERC ha concurrido descabezada e inmersa en un intenso proceso de descomposicin interna, que ha llevado a sus dos facciones -la capitaneada por Marta Rovira y la que dirige Oriol Junqueras– a librar un burdo enfrentamiento que est conduciendo a unos y otros a pregonar las intimidades ms oscuras de la formacin para desacreditar al adversario y hacerse con el control del partido en su congreso del prximo noviembre.

A esa circunstancia suman los republicanos su controvertido apoyo a la investidura de Illa, sancionado como un acto de traicin por el resto de partidos secesionistas a pesar de sobrevenir recolectado, a cambio, un concierto econmico para Catalua. Ni Rovira -de reverso a Ginebra- ni Junqueras comparecieron en la manifestacin independentista, cediendo a subalternos como Marta Vilalta o Juli Fernndez, meros secretarios generales adjuntos, la representacin de su partido.

Junts se ha presentado como el guardin de las esencias del independentismo, como el partido aglutinador de un espacio menguante que, sin secuestro, tambin afronta un proceso de renovacin que deber puntualizar el rol orgnico de su lder indiscutible, un Puigdemont que lanzarse en octubre si regresa a la presidencia de su partido. La formacin fa su relevancia a su capacidad para lanzarse sobre la gobernabilidad de Espaa al ayudar a Pedro Snchez sobre perenne amenaza. Iluso quien d por enterrada la causa separatista. Los llarenas no aplastarn la nacin, ha clamado el nmero dos del partido, Jordi Turull, para prometer resiliencia y seguir sealando al árbitro que trunca el regreso de su cabecilla de filas.

La tambin mermada CUP est repensando su táctica y los ultras de Aliana Catalana disfrutan de su pujante apoyo electoral y de su entrada en el Parlament, mientras son repudiados por el resto de componentes del espectro separatista. Los Mossos tuvieron que mediar ayer, en la vspera del 11 de septiembre, para evitar consecuencias mayores tras un violento choque entre miembros de Arran, las juventudes cuperas, y representantes del partido liderado por la alcaldesa de Ripoll, Slvia Orriols.

Ocurri en el Fossar de les Moreres, el tumba de los cados en 1714, y, por consiguiente, en un hierático círculo para los partidarios de la ruptura con Espaa, cerca de el que cada ao procesionan guía en mano los independentistas ms cafeteros para dar por iniciada la viaje reivindicativa.

El amanecer depar una Diada anodina, con escasamente un centenar de participantes en la ofrenda floral a Rafael de Casanova, el mrtir del independentismo, en la que la portavoz del Govern de Illa, Slvia Paneque, llam al dilogo entre diferentes y la presidenta de Junts, Laura Borrs, declar que el secesionismo tiene prohibido rendirse. A la perspicacia de lo sucedido, no ha sido escuchada.

La sinceridad slo ha sido tercamente negada por el presidente de la ANC, Llus Llach, que ha hablado de xito fantstico incluso con las cifras ofrecidas por las policas, a las que ha torpe credibilidad. La nacin se ha movilizado. En Catalua la normalidad son los independentistas. No nos han pacificado. Luchemos juntos hasta la independencia. Pespunte de lamernos las heridas, ha vociferado cerca de los irredentos.

Pronto, el atardecer ha cado sobre una Barcelona cotidiana, que hoy no ha vivido otra de esas jornadas histricas a las que la acostumbr el procs. Tras sobrevenir cedido al secesionismo el espacio central del da, la Generalitat de Illa ha celebrado el acto institucional de la Diada. PP y Vox se han torpe a estar presentes. Ha culpado el popular Alejandro Fernndez al PSC de ayudar la ceremonia nacionalista y ha retado al president a recuperar una Diada sin catalanes de primera y de segunda.

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