La magistrada Ángela Murillo: Palabras mayores


Pira la atención lo impresionado que tiene el acento pese a tolerar tantos primaveras alejada de su Almendralejo nativo. Quizá sea porque con quien más acento es consigo misma, en largas jornadas de estudio a heroína entre la prueba nueva, la doctrina y el expediente. Porque si poco se predica de la magistrada Ángela Murillo es su dedicación y si poco le pesa es no destruir lo que ha empezado. Dos ordenanza: El año que juzgó a Rodrigo Rato por el caso Bankia no conoció el verano. El pasado viernes cumplió 72 primaveras, el final de la subsidio forzosa en lo suyo. Pero no se irá dejando irresoluto la sentencia del caso Villarejo que tiene entre manos. Son palabras mayores.

Murillo ingresó en la Carrera jurídico en 1980 y se estrenó en un judicatura de instrucción de Lora del Río (Sevilla), tenía 25 primaveras y hubo quien le confundió en sus primeros días con la nieta del togado titular. En un mundo de hombres, saltó de Vélez-Málaga y Onteniente a San Sebastián y de allí, a la Audiencia Provincial de Madrid, donde no tardó mucho en destruir presidiendo una de las secciones, hasta que en 1990 se le asignó una tarea que recuerda como ingrata: inspectora delegada del Consejo Militar del Poder Legal. Cuentan que hubo de revisar la actividad de un togado al que se iba a sancionar por la acumulación de asuntos. Y cuando constató que el hombre hacía malabares y había conseguido, contra rumbo y marea, sacar delante gran barriguita de trabajo, lo que propuso no fue castigo sino registro, para sorpresa universal.

Tres primaveras posteriormente de aquello entraría en el víscera jurídico que acabó definiendo su carrera y al que todos coinciden en afirmar que ha consagrado su vida. Murillo fue la primera mujer en aceptar a la Sala de lo Penal de la Audiencia Franquista y la primera mujer en presidir una sección, la Cuarta. La repertorio de asuntos que ha judicatura devuelve una panorámica de la gran delincuencia en España, desde la operación Nécora de narcotráfico hasta el caso Tándem, pasando por la actividad de ETA, con atentados concretos y ramificaciones como Ekin.

Incluso da idea de cómo se ha conveniente forjar el carácter de una mujer que presidiendo el tribunal inspira casi temor, en los pasillos arranca carcajadas y en los despachos, rebosa autoridad. Y siempre hablando en plata. «Posteriormente de 30 primaveras en la Audiencia Franquista, Ángela es una institución. Y lo que dice es ‘palabra de Altísimo’, para lo bueno y para lo malo», comentan desde su entorno.

Han sido sus palabras, pronunciadas desde la presidencia del tribunal -Murillo no se prodiga con la prensa ni pisa las alfombras del mundo judicial- las que le han granjeado un puñado de titulares estos primaveras y a veces, todavía consecuencias. Un micro despejado en el estrado dejó oír en la sala que acogía un madurez contra el dirigente de ETA Txapote la frase :«Encima se ríen, estos cabrones». Hubo de apartarse por parecer parcial.

Aquello fue un desliz. Cuando contestó a la petición de pimplar agua que elevó desde el banquillo el ahora líder de Bildu Arnaldo Otegi con la afirmación «por mí, como si bebe morapio», fue deliberado. Incluso cuando frente a su silencio en una de las preguntas sobre la reconstrucción de Batasuna que estaba llevando a término, le dijo: «ya sabía yo que no iba a reponer». Le acabó costando a la Audiencia Franquista un reyerta de Estrasburgo y la inútil del madurez por el caso Bateragune. Habían sido palabras mayores.

«Cuando te mira… impresiona»

Son excepciones en una trayectoria plagada de sentencias que luego confirmaría el Tribunal Supremo, pero ahí están, conviviendo en la filmoteca de sus juicios con aquella pregunta que le hizo al narco Laureano Oubiña cuando, posteriormente de creerle en eso de que se dedicaba al chocolate y no a la cocaína, se lo volvió a encontrar en el banquillo. «¿Ahora qué me dice usted, señor Oubiña?», espetó. El extremo miura que le tocó reñir fue el comisario José Manuel Villarejo. Para la hemeroteca queda su veto a que interrogase a los acusados, como quería, al tiempo que lo hacía su sabio: «¡Al alimón, no!».

«Ángela es historia viva de la Audiencia Franquista. Es el extremo vallado contra ETA», dice un fiscal que ha compartido Sala con ella a lo generoso de los primaveras. Sostiene que esa forma de expresarse en los juicios plana y sin pompa que la caracteriza no empaña que «si ha habido una persona respetuosa con el Empleo Fiscal ha sido ella».

En Anticorrupción no tienen la misma impresión desde el madurez de Bankia que se saldó con la absolución de los 34 acusados en una sentencia que afeaba la «clamorosa» desidia de indicios con la que habían llegado a la olfato verbal. Cuentan que en un montacargas, la fiscal le reprochó personalmente las absoluciones. «Aquello a Ángela le dolió mucho», dice una fuente. El Supremo le dio a Murillo la razón. Más se le ha atragantado lo de Villarejo. La Sala de Apelación tiró la sentencia por desidia de motivación e impuso rehacerla. «Le ha conveniente sentar sombrío, con lo que se trabaja los razonamientos», dice determinado que la conoce adecuadamente.

«Nulo de informática»

«Tiene mucho sentido del humor, es muy divertido ir a madurez con ella», comenta otro fiscal, al que la magistrada gastaba bromas y llamaba «padre». «No tiene un pelo de tonta y cuando te mira…impresiona», apunta un abogado. Deje de una observación en Sala «como de leona». «Es entrañable», señalan quienes le dan los buenos días. «No la pilles torcida», añade una fuente más, que incide en que con Murillo «el respeto hay que ganárselo todos los días» y no conviene desafiar su autoridad, siquiera en las deliberaciones. «Ah, -comenta otra persona- no le pidas falta de informática».

Murillo, que perdió la batalla contra la firma digital, tiene lo de los ordenadores en la repertorio de asuntos pendientes. Esto y terminar la carrera de Piano que abandonó en botellín curso serán prioridad cuando la toga repose en su manguita. Incluso formarse a residir, se entiende. Esta mujer ha entregado 44 primaveras de su vida personal a su carrera, que es la Neutralidad.

Eso sí que son palabras mayores.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *