Regresamos dos abriles a posteriori bajo aquellas ventanas, al sitio de los gritos denigrantes que abrió todos los informativos. Y el estigma perdura. No hay un solo colegial del Elías Ahuja que se pare a cuchichear con nosotros. Ni siquiera para decirnos que la situación se ha corregido, que han recibido charlas o cursos para erradicar el sexismo, el acoso y las novatadas. Siquiera desde la dirección del Centro atienden a nuestra petición. Completo mutismo, obligación de ocurrir una página que vuelve a recordarse con el principio de curso.
Nadie quiere recordarlo
“Tengo prisa”, “me tengo que ir a la universidad”, o simplemente silencio. Fuera de cámara, y desde un unidad de Comunicación nos aseguran que en el Elías Ahuja han actualizado su protocolo de igualdad y prevención de acoso supervisado por la Universidad Complutense. Incluso se ha impartido un curso de igualdad y mediación para el equipo directivo, así como sesiones informativas con colegiales. Sin duda, aquellos gritos acosadores (un muestrario según otros) han traumatizado un antiguamente y un a posteriori en los colegios mayores y su relación con las “novatadas”.
El miedo a que te excluyan del congregación
Tanto policial como académicamente se celebra que las novatadas han descendido significativamente en los colegios mayores. Este curso se ha puesto en marcha un documento para alertar sobre estos comportamientos. Tal es la presión y el peligro de salvedad que sufren los alumnos con las novatadas, que pueden rellenar el documento de guisa anónima. Guillermo nos muestra cómo funciona: “se describen experiencias que hayas vivido. Por ejemplo: ¿has percibido en ti mismo o sobre otros colegiales de aislamiento social por haberte incapaz a seguir instrucciones imperativas de otros?”.
Percibir señales autoritarias, órdenes, vejaciones… Cristina Pérez, directora del Colegio Nebrija sostiene que “la secreto de la novatada ya no es tanto lo que te hacen hacer sino la consecuencia de que si no lo haces quedas excluido del congregación”.
