Carlton Gary, el ‘estrangulador de las medias’ y su especial crueldad con las ancianas


Estaba a punto de irse a pernoctar, cuando Martha oyó un ruido en la planta de debajo. Alertada, la anciana decidió comprobar lo que ocurría. Pero, al conservarse al final peldaño de la escalera, se topó con un individuo a cara descubierta, aunque armado con una pistola. “¡No me hagas daño!”, le gritó casi en un sollozo. El desconocido la golpeó con fiereza iniciando así un sanguinario ritual que venía practicando desde hacía tiempo.

Primero, la violó con brutalidad, para, acto seguido, terminar con su vida estrangulándola con sus propias medias. Una vez muerta, abandonó la vivienda con pasmosa tranquilidad. Al fin y al parte, era su cuarta víctima en menos de un mes. Todavía quedaban algunas mujeres más. El terror no había hecho más que comenzar.

De músico a perverso

Carlton Gary nació el 15 de diciembre de 1952 en Columbus (Georgia) en una grupo completamente desestructurada: el padre lo abandonó y la mamá al punto que podía hacerse cargo de él. Así que, esta error de cuidados y atenciones, que recayeron en manos de familiares cercanos, llevó al pequeño a sufrir desnutrición durante gran parte de su infancia. Escasamente le daban de tomar.

Por no mencionar un percance en el patio del colegio que le provocó un traumatismo craneal arduo. Durante un tiempo, los dolores de inicio fueron insoportables. Por otra parte, una vez venida la adolescencia, pasaron dos cosas: la primera, las drogas y el pimple se cruzaron en su camino y Carlton terminó siendo un dependiente; y, la segunda, la influencia de malas compañías le llevó a cometer robos, agresiones e incendios. Y todo, antiguamente de los 18 abriles.

Carlton Gary, el 'estrangulador de las medias'

Carlton Gary, el ‘estrangulador de las medias’

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Por aquellas fechas, nuestro protagonista decidió mudarse al estado de Nueva York y probar suerte en el mundo de la música. Quería ser cantante y vio en la ciudad de Albany una oportunidad para enderezar su futuro. Sin incautación, Carlton nunca llegó a enderezarse y acabó cruzando la hilera roja del crimen. Así fue cómo empezó su carrera criminal como violador y perverso en serie.

El mozo era de lo más meticuloso y empleaba el mismo modus operandi en todos sus ataques: elegía cuidadosamente a sus víctimas, siempre mujeres mayores entre los 59 y 89 abriles, que viviesen solas y fuesen vulnerables; las vigilaba durante una temporada y, cuando encontraba el momento adecuado, asaltaba sus casas en plena tenebrosidad.

Algunas de las víctimas asesinadas por Carlton Gary

Algunas de las víctimas asesinadas por Carlton Gary

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Una vez en el interior, Carlton las golpeaba con extrema violencia, las agredía sexualmente y las estrangulaba con sus propias medias hasta matarlas. Su impunidad era tal, que el mozo nunca ocultó su rostro para evitar ser identificado ni siquiera se puso guantes para no dejar huellas.

La ola de crímenes comenzó el 12 de febrero de 1970 en una habitación de hotel. Allí mató a Marion Fischer. Dos meses posteriormente, el 14 de abril, estranguló en su casa a Nellie Farmer, de 85 abriles. El ataque a una tercera anciana -la mujer sí sobrevivió y pudo pedir ayuda- le llevó directamente a comisaría: sus huellas coincidían con las encontradas en la panorama del crimen de Nellie Farmer.

La policía traslada uno de los cadáveres de Carlton Gary

La policía traslada uno de los cadáveres de Carlton Gary

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Durante el interrogatorio, Carlton echó la delito del crimen de Nellie a un cómplice, John Lee Williams, que sí fue condenado por estos hechos, mientras que él tan solo fue sentenciado por robo y posesión de drogas. Tras tener lugar una época entre rejas, en el Correccional de Janesville, el perverso quedó en independencia y se dirigió a Syracuse. Era 1975.

Allí violó y estranguló a otras dos ancianas más: solo una de ellas sobrevivió al enorme ataque. Ahora adecuadamente, el evidencia de la superviviente no permitió su detención porque la mujer no pudo describir ni identificar a su atacante. Lo único que creyó ver era a un nombre triste con pelo.

Hélice del terror

La segunda vez que Carlton regresó a prisión no fue por matar, sino por entregar monedas robadas. Unas piezas que, casualmente, había hurtado a un vecino de sus víctimas de Syracuse. Aun así, la policía no logró relacionar los dos casos. El 22 de agosto de 1977, Carlton escapó de prisión tras cortar los barrotes de su celda y regresó a Columbus para continuar con el reinado del terror.

Desde el 16 de septiembre de 1977 hasta el 20 de abril de 1978, Carlton perpetró siete crímenes más y un intento de crimen. Hablamos de Ferne Jackson, de 60 abriles, Jean Dimenstein, de 71 abriles, Florence Scheible, de 89 abriles, Martha Thurmond, de 69 abriles, Kathleen Woodruff, de 74 abriles, Mildred Borom, de 78 abriles, y Janet Cofer, de 61 abriles. La superviviente, Ruth Schwob, logró activar una sorpresa y Carlton tuvo que huir rápidamente antiguamente de que llegasen las autoridades.

Carlton Gary, tras su última detención

Carlton Gary, tras su última detención

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Esos siete meses de terror llevaron a la comunidad femenina a extremar las medidas de protección. Muchas mujeres mayores, principalmente aquellas que vivían solas, decidieron trasladarse con familiares o aumentar la seguridad en sus hogares con sistemas de sorpresa. “Era como si la ciudad estuviera bajo un asedio constante. Las personas dejaron de salir de tenebrosidad y vivían con la sombra del miedo siempre presente,” recordó el periodista circunscrito Billy Winn.

Una semana posteriormente del crimen de Janet Cofer, Carlton decidió trasladarse de nuevo, esta vez a Greenville. Allí cometió varios robos a mano armada a restaurantes y, tras pillarlo in fraganti y ser detenido, fue condenado a 21 abriles de prisión.


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Pero el 15 de marzo de 1983, el perverso volvió a escaparse y tuvo que tener lugar poco más de un año para su detención definitiva. Hasta ese momento y, pese a tener pisado la prisión en varias ocasiones, las autoridades nunca vincularon los delitos contra el patrimonio con los delitos de mortandad.

Carlton Gary, durante su juicio

Carlton Gary, durante su sumario

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A principios de 1984, los investigadores de tres de los crímenes de Columbus confirmaron que las huellas dactilares encontradas en los escenarios correspondían a las de un fugitivo por robo a mano armada en Carolina del Sur. A continuación, enviaron una alerta a todos los alojamientos estatales para acechar su escondrijo. La retraso terminó el 3 de mayo: el sospechoso se alojaba en un motel de Albany (Georgia).

Durante los interrogatorios, Carlton confesó pormenorizadamente los ataques y asesinatos de Columbus. Sin incautación, las pruebas todavía lo señalaban en Nueva York. The Stocking Strangler (El estrangulador de las medias), como lo bautizó la prensa, fue marcado de siete asesinatos y de dos tentativas de homicidio, adicionalmente de nueve violaciones.

Sin remordimientos

A principios de agosto de 1986 comenzó el sumario contra Carlton Gary por, al menos, siete asesinatos en primer valor. Sin incautación, las pruebas recabadas -muestras de ADN, huellas dactilares y la información de los testigos- solo pudieron demostrar tres de los crímenes, los de Florence Scheible, Martha Thurmond y Kathleen Woodruff.

Finalmente, el criminal fue sentenciado a la pena de asesinato por inyección perjudicial por estos tres asesinatos. Se pudo demostrar un cuarto décadas posteriormente, en el año 2007, gracias a una nueva tecnología de secuenciación del ADN. Se trataba del crimen de Marion Fisher, en 1975.

Carlton Gary, en el tribunal de apelaciones

Carlton Gary, en el tribunal de apelaciones

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Tras varias apelaciones por parte de la defensa del reo, la Corte Suprema de Georgia denegó la solicitud de suspensión de su ejecución y fijó una última plazo para el 15 de marzo de 2018 en la prisión estatal de Jackson. 

El estrangulador de las medias falleció a las 22:33 horas, pero antiguamente no quiso hacer uso de su última cena, ni siquiera de la última palabra. De hecho, en ningún momento mostró retractación alguno por sus crímenes y, desde su condena, siempre aseguró que todo era un complot contra él.

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