Félix Arroyo, el exdirector que no es un ejemplo para la banca


La Audiencia Provincial de Toledo es un circunstancia íntimo para Félix Riachuelo Martín. El 14 de febrero de 2019, fue condenado por quedarse con 110.300 euros del bodorrio formado por Emilio y María del Prado cuando era director de una oficina bancaria en Las Herencias. Se valió de la confianza que esta pareja tenía en este empleado para jugársela en un pueblo con 800 habitantes del partido jurídico de Talavera de la Reina, donde ejerció desde 1991 a 2013.

La pena de dos primaveras y tres meses de prisión, encima del plazo de una multa de nueve meses a razón de diez euros diarios, fue confirmada por el Tribunal Supremo en julio de 2021. En una sentencia de 29 páginas, el Suspensión Tribunal explicó por qué desestimaba el expediente de casación presentado Félix Riachuelo, que fue condenado por un delito continuado de falsedad en documento mercantil, así como a devolver igualmente los 110.300 euros que sisó al bodorrio a través de tres cuentas de crédito entre 2006 y 2010. No contaba con su consentimiento y por eso tuvo que falsificar las firmas de Emilia y María del Prado.

Félix Riachuelo deberá retornar a la Audiencia toledana el martes que viene. Está citado a las diez de la mañana para ser curia por un tribunal de la Sección Segunda. Se le acusa de apropiarse de poco más de 1,7 millones de euros de 40 clientes de la misma oficina bancaria, la mayoría particulares, entre el año 2000 y febrero de 2013. Entre los perjudicados igualmente hay una empresa de construcción, la Hermandad del Cristo de la Orilla Cruz y la Asociación Peña Madridista Las Herencias.

El Servicio Manifiesto pedirá seis primaveras de prisión por un delito continuado de apropiación indebida, otro de falsedad en documentos mercantiles y uno más de delito continuado de estafa. Según el fiscal, Félix Riachuelo igualmente se aprovechó de la confianza de los vecinos y «se apoderó del monises que los clientes mantenían en el costado», primero Caja Castilla-La Mancha y luego Liberbank.

Para ello, les recogió la firma en documentos en blanco, lo que le servía a posteriori como soporte documental interno para la disposición de efectivo de las cuentas. Asimismo retiraba monises de fondos sin entregar ningún documento justificativo o se quedaba con los ingresos en efectivo que hacían los clientes.

Cuando le pedían información sobre los saldos, actualizaciones de las libreras o justificantes de operaciones, Félix les entregaba libretas cumplimentadas a máquina de escribir o impresos manipulados con sello y firma de la entidad bancaria. Utilizaba las claves de otros compañeros cuando se ausentaban de su puesto de trabajo siguiendo una orden de él, que era el director. Liberbank, que absorbió Caja Castilla-La Mancha en octubre de 2018, devolvió un millón de euros a 29 afectados.

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