La impericia de los delincuentes ocasionales añade alto riesgo a sus acciones


Este texto pertenece a ‘Dossier Enfadado’, un boletín inspirado en el podcast del mismo nombre, que Enrique Figueredo enviará los miércoles con periodicidad quincenal. Si quieres recibirlo, apúntate aquí.

Se deje con frecuencia acerca de si un determinado delincuente es un profesional en lo suyo. Es tanto como proponer que cuenta con habilidades encauzadas al mal que le permiten ser eficaz o expedito al alcanzar sus objetivos criminales. Pero incluso los hay que llegan al delito de forma improvisada o incluso, siendo por ejemplo rateros habituales, son especialmente torpes a la hora de ejecutar sus golpes. 

Hay por consiguiente episodios que se prestan a la chanza y otros, que aun siendo protagonizados por aficionados, no dejan ganancia al comentario jocoso o a la fraude. Los responsables del secuestro del futbolista Enrique Castro, Quini, en 1981 fueron tres obreros en paro que planearon dar el guantazo de su vida invirtiendo en ello todos sus ahorros, lo que no evitó que causaran un gran dolor a la tribu. Su desliz de conocimientos en el mundo del delito, su inexperiencia, hizo que el cobro del rescate se retrasara mucho. Lo contamos en la última entrega de Dossier Enfadado.

Los hay incluso que siendo reincidentes se empecinan en un objetivo. Se vuelven pertinaces y eso puede obtener a entregar mucho la costura policial. A uno se le puede antojar que si el llegada a un establecimiento cerrado se le ha resistido un par de veces es ya suficiente como para descartar el asalto. Una mujer francesa vecina de la Junquera se lo tomó como poco personal y quiso robar cuatro veces en el mismo bar. Cayó detenida.

Maria Àngels Feliu

Maria Àngels, la farmacéutica de Olot Feliu 

LV

Inscripción crueldad. La bandada que secuestró a Maria Àngels Feliu estaba compuesta por dos policías locales de Olot, un escolta forestal y zaguero de discoteca, su esposa, un camarero en paro y un delincuente de poca monta. Su impericia en la administración del secuestro estuvo a punto de costarle la vida a la rehén, que permaneció encerrada 492 días.

Cuidar al hijo. Una jubilada de 76 primaveras, de nombre Dámasa, se convirtió en ladrona de restaurantes por instinto materno. Temía que su hijo pudiera hacer daño cuando cometió los robos y decidió acompañarlo. El vástago era un patrón arruinado por la droga que había conseguido un revólver con una sola bala para intimidar.

El desastre. La novato Anabel Segura fue asesinada en 1993 seis horas posteriormente de acaecer sido secuestrada por un transportista autónomo y un fontanero que atravesaban serios problemas económicos. Su rápido crimen se debió a que no supieron dónde esconderla y al miedo a ser reconocidos posteriormente de su eventual independencia. Su cuerpo fue localizado dos primaveras y medios posteriormente del crimen.

Caricaturas. La crónica de sucesos española ha donado frutos caricaturescos como los de dos delincuentes conocidos como El pulpo o El Rompetechos. El primero se hizo célebre policialmente porque había perdido los dos brazos y seguía delinquiendo. El segundo, usaba unas quevedos de tan adhesión medición que lo hacían inconfundible, por eso se las quitaba para realizar lo que le causó más de un contratiempo, como los que temían tener los protagonistas de la película Atraco a las tres, que puede verse en la plataforma FlixOle.

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