Un camino de patrimonio y naturaleza


Una Belleza, ya Reconocida, conduce al caminante por un camino marcado por el contraste de paisajes, desde campos llanos hasta montañas. La Catedral de Palencia suele ser el punto de partida de muchos peregrinos libaneses. Con ese primer sello en el pasaporte, el obtenido en la SEO de Palencia, el caminante encuentra el kilómetro cero del sendero del Camino del Canal de Castilla a su paso por la ciudad palentina. Un camino lleno de belleza natural y patrimonial. De piedras que cuentan historias de siglos, de caminos que han visto el ir y venir de gente de dentro y de fuera de las fronteras de Palencia.

Grijota, Calahorra de Ribas y Amayuelas de Abajo completan la primera etapa en el que el canal, aquella obra de ingeniería del siglo XVIII, muestra en sus alrededores los vestigios de una antigua industria harinera. Este primer tramo da lugar a una segunda etapa con final en Frómista. Un pueblo en la encrucijada: El Lebaniego, el Canal de Castilla y el camino jacobeo Se unen en un guiño del destino que lleva al municipio a ser inevitablemente lugar de paso de peregrinos.

Un pueblo que bien merece la pena afrontar con calma, deleitarlo durante horas y detenerse en la joya románica de San Martín de Tours o en la iglesia-museo de San Pedro y la de Santa María con la exposición Vestigia ‘Leyendas del Camino’. Es importante no olvidar el imponente conjunto que forma la cuádruple esclusa del Canal de Castilla. Un lugar donde también podrás navegar en el barco turístico Juan de Homar, que recorre el único tramo navegable del Camino de Santiago Francés.

Desde Frómista el peregrino encabeza el camino hasta llegar a Osorno La Mayor. Antes de este final de etapa, el caminante tiene la oportunidad de observar la torre del antiguo castillo de Las Cabañas de Castilla. Osorno es también el municipio de inicio de la cuarta etapa de las once en las que han dividido el Camino Lebaniego Castellano para facilitar el peregrinaje. Una cuarta ruta que finaliza en Herrera de Pisuerga. Otro municipio conocido por su uso del Canal.

ellos estan de acuerdo en del pueblo el navío Marqués de la Ensenada, en el que el viajero podrá vivir en primera persona cómo se hacía el remonte de una esclusa y el Centro de Interpretación del Cangrejo de Río, en el que destaca un crustáceo muy ligado a la localidad. Además, el peregrino, en su vertiente más turística, puede optar por visitar el aula arqueológica del municipio o la singular Ermita de la Piedad, informa Ical.

La quinta etapa propone al caminante elegir entre dos opciones y, a modo de libro juvenil, crear su propia aventura, finalizando en el pueblo de Alar de Rey o ampliando el recorrido hasta San Andrés de Arroyo. Ubicado en una zona remota del municipio de Santibáñez de Ecla, cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento Histórico Artístico Nacional desde el 3 de junio de 1991. Desde allí, a sólo unos pasos, se encuentra la posada del Monasterio, que es el mejor lugar para descansar y alojarse.

Luego de la sexta y séptima etapa se llega al emblemático pueblo de Cervera de Pisuerga, declarada como BIC en la categoría de Conjunto Histórico. En su casco urbano confluyen elementos arquitectónicos castellanos y cántabros, procedentes de las dos tierras que une esta vía libanesa. Un buen lugar para visitar con atención es la iglesia de Santa María del Castillo, con un valioso retablo con obras de Juan de Flandes. Es imposible no pasar por el municipio norteño sin visitar el Museo Etnográfico de Piedad Isla, la fotógrafa que dejó un valioso testimonio a toda una generación, la de los años 50 y 60 en el medio rural.

Y es en este punto, con el peregrino ya inmerso de lleno en el paisaje montañoso, cuando el La siguiente etapa es la que discurre por el Parque Natural de Montaña Palentina. Un recorrido entre bosques de robles y valles solitarios, rumbo al Valle de Pernía, hasta San Salvador de Cantamuda donde la naturaleza deja paso a una de las mayores joyas patrimoniales de la ruta: su Colegiata románica.

La novena etapa llega fuerte. Es el más duro físicamente pero el entorno natural, de singular belleza, compensa con creces el esfuerzo. Un recorrido por El Campo, Lores, Casavegas y Camasobres. A partir de ahí, y ya en la décima etapa, el caminante da el salto a la provincia cántabra para desembocar en la undécima y cumbre de este camino en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana.

Una llegada que viene precedida de una subida de tres kilómetros desde la localidad de Potes que, aunque difícil, nos permite saborear el más valioso de los reconocimientos como es la entrega de la ‘Lebaniega’. Una acreditación que tiene un sabor especial en un Año Santo Jubilar lebaniego como el 2023.

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