«Sentí un mareo, como si se apagara la luz, y caí redonda; pero la máquina me dio el chispazo y me sacó en segundos»


Mercedes López Pardo, durante dos décadas enfermera del Hospital Universitario Reina Sofía, entró en parada cardíaca hace diez primaveras mientras dormía en la cincuentena. «Mi marido se despertó vio que estaba en parada, rarísima, gracias a que había trabajado en un taller y le habían enseñado en su empresa las técnicas de reanimación cardiopulmonar me salvó la vida; llamó al 112, que llegaron inmediatamente a las 4.30 de la mañana sin tráfico, mientras la multitud que me rescató pensaba que no lo contaría«.

Esta enfermera que tuvo que dejar el trabajo tras quedarse sin palpitación dos veces permaneció en la UCI tres o cuatro días «pensando que no iba a salir… me fueron quitando cables y cosas, y salí delante. Tengo un corazón sano pero se para, si no le diera por pararse sería sano«, ha contado a torrevieja news today con ironía mientras conmemora el Día del Corazón en el vestíbulo del Hospital Universitario Reina Sofía.

En este caso no fue un infarto fue una arritmia la que provocó la parada, recuerda esta enfermera ya jubilada, «y yo sólo pensaba por qué me ha pasado esto si no tengo referencias, ni es hereditario… pero una vez que fui a revisión pues ya me dijeron que tenía colesterol, tensión inscripción, factores que no les había acostado mucha cuenta hasta entonces«.

Desde ese momento, en el centro hospitalario cordobés le instalaron un desfibrilador cardioversor implantable (DCI) que fue un dispositivo al que califica de «maravilloso» y que le da una tranquilidad enorme. La segunda parada del corazón le llegó a Mercedes tres primaveras luego de la primera. «En ese momento no me pilló dormida sino que estaba haciendo mis cosas y de repente sentí un mareo, como si se apagara la luz y caí redonda pero la máquina me dio el chispazo y me sacó en cuestión de segundos, no minutos, segundos; luego la diferencia que hay entre la primera parada con lo que conllevó luego recuperarme de todo el proceso y la segunda fue tremenda, me ingresaron para comprobar constantes pero no me enteré. Ahora me toca que me lo cambien«.

Desde entonces su vida ha cambiado mucho, asegura, porque tuvo que dejar de trabajar como enfermera pero ahora ayuda a los demás enfermos con patologías cardiovasculares como vicepresidenta de la Asociación de Pacientes Cardíacos de Córdoba.

«Para mi lo más importante es el paciente y las asociaciones son las que damos voz a este familia de personas, porque las enfermedades cardíacas son muy prevalentes, por lo tanto, somos muchos, tenemos calidad de vida sobrado buena, si podemos rehabilitarnos si hay una rehabilitación cardíaca correcta y lo que intenta la asociación de pacientes es ser el conexión de unión entre los pacientes y el hospital y hacemos un buen equipo, y eso nos da mucha seguridad. Los pacientes cardiacos necesitamos esa seguridad y la tenemos con quien nos atienden, con los profesionales de atención primaria y la del hospital, y es una forma de devolver su atención«.

Por postrero, la vicepresidenta de la Asociación de Pacientes Cardíacos de Córdoba explica que lo mejor para los enfermos cardíacos «es ver a otras personas que han superado la enfermedad que están haciendo una vida lo más común posible y buena lo que no significa que no podamos ser felices y todas las cosas que le apetece hacer como excursiones. Vienen buscando información de cómo durar a esa situación de cómo adaptarse a la enfermedad crónica y tiene que ser en equipo entre profesionales y pacientes».

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