Cecilia Coelho, con la adaptación a lo que nos ofrece la vida como lema


Nació y creció, Cecilia Milagros Coelho, Camara en Puerto Coleta, una ciudad marítima y pulvínulo naval de enorme valía financiero en Venezuela. Hija de inmigrantes portugueses del archipiélago de Madeira, se fue a existir a Valencia, renta del Estado Carabobo, donde hizo la carrera. “Estudié edificación, empecé a trabajar con veinticinco primaveras de funcionaria pública en la alcaldía de Naguanagua, en un gobierno de la concurso, pero luego me independicé y tenía una buena cartera de clientes”, comenta. Cuenta Cecilia que muchos de ellos empezaron a echarse para antes en su idea de alzar edificios, por no ser afines al gobierno y tener miedo de reprimendas. “Algunos no querían construir viviendas o locales por si luego se los expropiaban”, explica a modo de ejemplo. Aterriza Cecilia en Ourense en 2017 tras su marido, hijo de un gallego de Carballedo, que se aventura antiguamente para encontrar casa y trabajo, quien acaba desafortunadamente ingresado en el CHUO vigésimo días a causa de un derrame de pleura. “Vinimos porque yo estaba esperando mellizos por tratamiento in vitro y mi seguro de vitalidad me rechaza la auxilio al turbación”, aclara. Explica Cecilia que primaron el futuro y la seguridad de sus hijos frente a ambiciones de otra índole, pues otras opciones además existieron. “Miami, allí hay muchísimo trabajo en edificación”, cuenta Cecilia que le decía una amiga.

Regularización

Con seis meses de elaboración cruzó el océano y esos niños que vinieron sanitos ya cumplieron siete primaveras. “El trato fue maravilloso, tengo que sostener, muy respetado”, apunta. No puede sostener lo mismo del proceso de regularización en su caso, por lo gastado eso fue un buen fiesta. “Tengo patria portuguesa, entré como miembro de la Unión Europea, y me pedían 15.000 euros en cuenta”, explica. Ni de esta forma, ni por estar casada con castellano lo tuvo Cecilia más claro que quien viene por otro tipo de urgencias.

Adecuación profesional

“No fue claro, es un proceso en el que hay que ir paso a paso”, explica Cecilia sobre lo de dejar una próspera trayectoria profesional en lo suyo para dedicarse a un oficio admisiblemente diferente, aquí en nuestra tierra. “Mi marido buscando trabajo, alquila un lavado de coches, y a posteriori abre un segundo en As Lagunas”, revela. Descartó homologar sus estudios en nuestro país por temas de conciliación hogareño y no pasarse el día en la carretera. “Tendría que ir a Coruña y por otra parte están los niños, mi principio y sus cuidados, el hogar y los negocios…”, enumera. Ahora sus padres viven en Ourense principalmente por cuestiones de vitalidad, e imaginamos que para estar con ella.

“Los temas de los pelos de perro son muy complicados”, explica entre risas cuando amenizamos la charla profesional dejando antes las morriñas del pasado. “Los coches vienen muy guarros, como dicen acá, y hay que cultivarse a lidiarlo”, reitera. Mucha curiosidad nos produce lo del madeja canino y así se lo explicamos, para que pueda entrar en harina. “He llegado a aspirar hasta cinco veces cuando hay pelajes perrunos diferentes”, asevera. 

 “Fortaleza y valentía”, se describe Coelho Camara. “Si un día va mal, al día ulterior tiene que salir mejor”, añade. No fue echar cohetes lo de cambiar de sector y tareas, pero para ella está acullá de ser un drama. “Hay que memorizar adaptarse”, dice, y qué sabia consejo, reflexivo de gran inteligencia. Decía Charles Darwin que “no es la especie más cachas la que sobrevive, sino la que mejor replica a los cambios”. Pues en esas anda Cecilia Milagros, dejando de costado su segundo nombre, y trabajándose un futuro confortante y conveniente.

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