Socorro, el último domingo de septiembre lleva tu nombre en Córdoba


Vivas, aplausos y mucha bulla. El Socorro tiñó de alegría el posterior domingo de septiembre. Nuestra Señora del Socorro salió a las calles para suceder cerca de sus devotos, frente a las casas, ventanas y balcones visitando a buena parte de los que acuden a verla a diario y a los que van más esporádicamente.

En el paso, a redundar de flores, sobresalieron en afluencia las varas de nardos, ofrendados por sus incondicionales tanto en las esquinas como anejo a la peana, y grandes rosas y claveles de tonalidades variadas, anejo con racimos de uvas, y manzanas, resultaron muy vistosos.

Como siempre, y porque una imagen vale más que mil palabras, los cuatro angelitos a su cerca de portaron cestas con productos del mercado haciendo narración así a la condición de Patrona de este puesto y de las tiendas de la Corredera: uno de ellos llevó una pandereta y un botijo, otro un merengue, los otros cestas de mimbre con viandas, entre las que era dócil ver una botellita de óleo y embutidos.

Hace muy pocos meses la Casto estuvo presente en la Cruz de mayo instalada con frutas y flores frente a su ermita. Pasados unos meses, apurando los últimos sorbos de verano en este inicio de otoño templado la Casto se hizo presente en la calle, como muestra de una devoción popular viva todo el año.

La imagen, en su templete dorado, atravesó la puerta cabal a las siete de la tarde y muy pronto, cerca de la Almagra, ya recibió la primera petalada. Luego en la calle Grabador de Mesa pasó bajo un portería con dispuesto en su honor y se dirigió a la fortaleza de San Pedro, y la hermandad recuperó el itinerario más clásico, por la calle Pedro López.

El perfume de nardos, el incienso, la música inundaron la medio. La costado de música de la Destino interpretó la marcha ‘Casto del Socorro’, de Enrique Báez, mientras salía el cortejo. Luego el contento continuó con ‘Coronación del Socorro’, de Abel Dorado, y asimismo se incorporó la marcha ‘Tú eres el orgullo de nuestro pueblo’, de Pablo Ojeda.

Imagen principal - En la fotografía superior, la Virgen del Socorro entra en la plaza de San Pedro. Debajo a la izquierda, el paso aproximándose a la basílica de San Pedro. A la derecha, por la calle Don Rodrigo
Imagen secundaria 1 - En la fotografía superior, la Virgen del Socorro entra en la plaza de San Pedro. Debajo a la izquierda, el paso aproximándose a la basílica de San Pedro. A la derecha, por la calle Don Rodrigo
Imagen secundaria 2 - En la fotografía superior, la Virgen del Socorro entra en la plaza de San Pedro. Debajo a la izquierda, el paso aproximándose a la basílica de San Pedro. A la derecha, por la calle Don Rodrigo
Instante para el reminiscencia
En la fotografía superior, la Casto del Socorro entra en la plaza de San Pedro. Debajo a la izquierda, el paso aproximándose a la fortaleza de San Pedro. A la derecha, por la calle Don Rodrigo
J. G. H.

La Santísima Casto, que es Alcaldesa Perpetua de Córdoba, llevó su terno blanco de coronación y las coronas de oro que su ensanche, sus devotos y la ciudad de Córdoba le regalaron en el año 2003 por aquella celebración. En la mano derecha, el cetro.

Portó encaje encaje de Bruselas a modo de tocado, mantilla de punto obús, y esta prenda y varias joyas fueron donadas por sus devotos. Lució unos pendientes de estilo ‘girandole’ en plata con cristales de Swarosvki, realizados por David Pulido y Cuevas y una palomilla de orfebrería en plata de ley chapada en oro con pedrería, obra de Alejandro Carrero.

Incluso fue de estreno la manguilla de la cruz de consejo de damasco en color crema con galonería.

En el tramo final de la salida llegaba la apoteosis. Las calles Pedro López y Rodríguez Marín, de la Espartería, ricamente engalanadas con mantoncillos y colgaduras, recibieron a la Casto.

«El sol barandilla con rayos de oro encajes para tu cara, horquillas para tu pelo, y arcos para tu plaza». Era la frase contenida en el portería hecho con flores blancas de papel, con la que se piropeó a la Casto y se le dio todo el cariño en agradecimiento por tantos instantes en que brinda su Socorro.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *