La familia ha presentado decenas de quejasHa obtenido varias órdenes de alejamiento y se ha visto obligada a presentar nuevas denuncias por incumplimiento de dichas medidas. Pese a todo ello, el acoso no ha cesado desde 2019.
Todo empezó con una obsesión
Al parecer el hombre tenía enamorado de la hija mayor de la familia. Nunca tuvieron ninguna relación, ni siquiera de amistad, pero poco a poco ese enamoramiento se hizo obsesión. El hombre creía que había dejado embarazada a su hija y que su padre lo había obligado a abortar. Todo fruto de su imaginación, según la madre de familia.
A partir de entonces, el hombre inició un acoso continuo contra todos los miembros de la familia con insultos, amenazas, pinchar neumáticos del coche o hacer graffitis. El individuo incluso los arrojó desde la calle globos llenos de orina y heces al domicilio familiar. Hubo un momento en que la situación se volvió insoportable: “Nos vamos para no seguir soportando el miedo al cuchillo que le sacó a una de mis hijas ni a la persecución a la que sometió a la otra…”.
Una profunda decepción con la Policía y la Justicia
A lo largo de estos años, la familia interpuso decenas de denuncias y finalmente obtuvo una Orden de restricción. Pese a esta medida, el individuo no le hizo caso y el acoso continuó. La familia presentó hasta cinco denuncias por incumplimiento de la orden y sólo fue condenada en una ocasión.
“El sistema protege mucho más a quienes infringen la ley que a quienes la respetan”
Tras la condena no quedó rastro de la orden de alejamiento y el acosador volvió a las andadas. “me han decepcionado policías, jueces, señores, políticos. “No he podido decirles a mis hijas que podemos confiar en la justicia, porque nos ha abandonado”, denuncia Begoña en su escrito. Tanto la Guardia Civil como el Tribunal Superior de Justicia de La Rioja no han querido facilitar información sobre la caso.
Begoña se despidió de Navarrete y de la casa que llevan veinte años pagando: “Sólo espero que nadie tenga que vivir lo mismo infierno Lo que hemos sufrido mi familia y yo. “Escribo esta carta con lágrimas en los ojos y con gran impotencia al ver que el sistema protege mucho más a quienes infringen la ley que a quienes la respetan”.