Suena el timbre. Se ha puesto comida sobre la mesa. Toca repartir. Y todos acuden raudos a sentarse y pedir su porcin. Cada vez que el Gobierno hace sonar la campanilla, seal de que necesita aprobar poco, las sillas se ocupan con peticiones y exigencias de sus socios. Porque todos saben que hay reparto porque hay carestia. La fragilidad parlamentaria del Gobierno obliga a hacer gestos y concesiones a los socios de gobernabilidad de Pedro Snch
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