Los okupas resurgen de sus cenizas en Tetuán: «Había bombonas de gas»


Cada vez que los residentes más cercanos de la calle de Jaén oyen sirenas de coches de bomberos y comienzan a meter las narices a hasta las narices, automáticamente piensan en los okupas del edificio situado en el número 17. El mismo que el pasado domingo acabó calcinado y dejó una gran columna visible desde muchos puntos de Madrid. Sin retención, la insalubre situación que vive este contorno actualmente no ha frenado a estos individuos de retornar a instalarse en el entorno del mismo. Los vecinos piden una decisión urgente frente a la degradación de la zona por la inseguridad que generan las prácticas de los que habitan en este solar. «Los bomberos nos contaron que había dos bombonas de ‘camping gas’. No quiero imaginar qué pasaría en el morería si eso explota», relata Rosa, vecina de la zona.

A primera hora del domingo, este inmueble de dos plantas dejado desde hace décadas –menos por un antiguo propietario que se negó a dejar su casa– empezó a arder. El colección de 20 personas, «muchas de ellas de origen filipino», que había hecho de ese espacio, formado por dos edificios contiguos –uno de ellos tapiado tras el primer susto municipal en 2022– y un patio trasero, su división de residencia ya había desaparecido cuando las llamas comenzaron a intensificarse.

Tras horas de trabajo, los Bomberos del Consistorio de Madrid consiguieron controlar el incendio, que se agravó por la presencia de chabolas –construidas a pulvínulo de cartones y plásticos que van recolectando por la calle– y de toneladas de enseres tirados tanto en el patio interior como en el foráneo y donde aún yacen calcinadas en este contorno. Los sanitarios de Samur-Protección Civil atendieron a un herido leve por inhalación de humo.

Algunos de los individuos residentes en estas construcciones pasaron la incertidumbre cerca de este edificio, en el solar que se encuentra en la calle Dulcinea. Al día subsiguiente, unos cuantos decidieron retornar, no dando importancia al peligro de caída de las ramas de los árboles calcinados o el intenso olor a hasta las narices, que persiste varios días a posteriori.


Chabolas colocadas en el edificio okupado tras el incendio del domingo


josé Ramón Ladra

«No parece muy seguro, pero ellos verán», cuenta a este semanario una mujer, igualmente vecina de esta zona de Tetuán y que ha mantenido algún contacto con estos individuos. «Suelen saludar cuando se van a trabajar y no dan muchos problemas», apunta. Lo cierto es que en los últimos tres abriles se han producido tres incendios y una homicidio a posteriori de que una de las okupas golpeara a otra con una arnés metálica.

Esta situación, con la que los residentes de la zona conviven y que denuncian desde hace más de un quinquenio, no ha tenido ninguna mejoramiento desde las primeras quejas. «Al contrario», insisten los vecinos a este semanario, pues no se encuentra entre los planes de estos ‘inquilinos’ entregarse el fortín que han montado, degradando la zona cada vez más.

Espantada municipal

Este mismo verano, la cerradura de una vivienda en el número 11 de la calle de Jaén apareció forzada. Algunos de los individuos que residían en las infraviviendas situadas a pocos pasos del mismo decidieron meterse en ella.

Al ver que no existía la posibilidad a corto plazo de que este problema se solucionara, Rebeca decidió hacer las maletas a posteriori de cuatro abriles en el mismo asfalto. «La situación se estaba volviendo insoportable. Es la razón fundamental por la que me fui de esa casa», asegura esta mujer, que se instaló en Tetuán hace 9 abriles. Al principio, a los vecinos les resultaba extraño descubrir a esta masa accediendo al inmueble de maneras «poco normales», pero tan solo actuaban como si no lo hubieran pasado. Sin retención, conforme pasaba el tiempo, esta situación, más que resultar desconcertante, asustaba a todo aquel que pasara por la zona.


Callejón que lleva al patio trasero del edificio dejado realizado de chatarra


José Ramón Ladra

El vaivén de estos residentes ilegales en su pedrusco e incluso que le sorprendieran toxicómanos consumiendo tanto en su soportal como en las escaleras del interior, se transformaron en razones para que Rebeca tomara una audacia cuanto antaño. «Tenía que saltar a personas para poder salir de mi edificio», relata.

«La situación se estaba volviendo insoportable. Es la razón fundamental por la que me fui de esa casa»

Rebeca

Se acaba de mudar tras 9 abriles viviendo en esta zona

El problema de tener esta chatarrería a las puertas de las viviendas no solo espanta a los inquilinos, sino que igualmente desvaloriza la zona –muy cercana a Cuatro Caminos y Nuevos Ministerios– al nivel que las ventas «salen regaladas», apunta Rosa, vecina de Tetuán desde hace más de 40 abriles. «A mi suegra le costó muchísimo entregar su asfalto. Nadie quiere salir al corredor y ver este callejón realizado de basura», determina a este semanario.

De neumáticos a sillas

Colchones, microondas, sillas, neumáticos y kilos de ropa se amontonan en el callejón que se adentra a este contorno y en el patio interior del mismo, conexo a las chabolas que han vuelto a resurgir entre los objetos calcinados tras el incidente del domingo. Estos enseres, muchos de un material fácilmente inflamable, son los que, conexo a la plantas y pastos del contorno, empeoran la situación durante los incendios que se han producido en este espacio. Por si todo esto fuera poco, tras controlar esta situación, según cuenta Rosa, los bomberos se percataron de la presencia de dos bombonas pequeñas azules, las de ‘camping gas’. «No me quiero imaginar qué pasaría en el morería si eso llega a explotar», determina inquieta esta vecina.

A la inseguridad que genera este tipo de incidentes, que han obligado en más de una ocasión a resolver edificios colindantes, o las agresiones y discusiones entre los propios okupas, se le suma igualmente la suciedad y el trapicheo de droga. «En verano es inasequible acontecer por aquí por el esforzado olor que hay. Hemos pasado ratas del tamaño de gatos», cuentan los vecinos.

El constante tránsito de individuos que buscan cazar drogas en esta colonia okupa igualmente hace que los vecinos eviten el callejón que hace de entrada al inmueble dejado, punto donde en más de una ocasión Rosa asegura acontecer pasado a los toxicómanos «de siempre», disimuladamente, hacerse con estas sustancias. Este negocio ilegal fue lo que desató en febrero de 2022 un pesado incendio y el primero que movilizó al vecindario contra estos individuos. Una de las mujeres, a la que llaman Aurora, fue detenida por encender fuego en el entorno de este edificio a posteriori de que se negaran a venderle droga.

Tras abriles de quejas y llamadas a la policía, muchos de ellos ya tiran la toalla. La razón principal reside en no saben a quién culpar. «A estos filipinos no se les puede hacer carencia ¿Qué le quitas a determinado que no tiene carencia?», señala el camarero de un bar cercano a este problemático espacio.

Concurso de acreedores

El dueño de este contorno, quien debería reponer por el mantenimiento del mismo, entró en concurso de acreedores en 2006. Por ello, no se podrá tomar ninguna medida contra esta inquietante situación hasta que un togado determine quién es el responsable oficial de esta propiedad. Esta resolución, informan fuentes municipales a este semanario, tendrá división «próximamente».

Mientras tanto, los vecinos que no opten por marcharse remotamente de este inmueble, deberán seguir rezando por que este procedimiento sumarial se resuelva lo antaño posible.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *