El acusado rebelde de Ourense: 2ª parte



El pasado 4 de junio, un imputado aseguró en el Penal 2 de Ourense que no se sentía representado por su abogada “porque no se sabe ni quién soy”. Como consecuencia, el razón, que se tuvo que celebrar con la presencia de vigilantes de seguridad, se aplazó y la jueza le dio un plazo de tres días para que designase un nuevo ilustrado, poco que no llegó a hacer.

Por ello, este jueves volvió a sentarse cuatro meses posteriormente en el mismo banquillo, defendido por la misma abogada que había rechazado porque no representaba sus intereses. Está imputado por un delito de robo con fuerza en las cosas. Según el escrito de la Fiscalía, entró el 22 de mayo de 2022 a un supermercado de la ciudad anejo al otro imputado. Para ello, forzaron la puerta y una vez interiormente se llevaron la caja registradora con 250 euros interiormente. Finalmente, parte del billete sustraído fue hallado tirado en el suelo en las inmediaciones del supermercado, concretamente 19,5.

“Esta situación no es como se dice, aún tengo que resolver yo”, dijo en junio el imputado. Sin confiscación, el ímpetu que tenía en ese momento no se vio el jueves reflejado en su prueba, que duró poco más de treinta segundos. Solo contestó a preguntas de su letrada y se limitó a sostener que “las monedas las encontré en el suelo” y que no entró en el supermercado aquel día. Misma enunciación que la que realizó a continuación el otro imputado.

Tras ellos, llegó el turno de los testigos que estaban en la zona. La primera aseguró que “bajaron unos chicos y uno de ellos llevaba el pillaje en una camiseta” y que vio como “uno se metió en un taxi y los otros dos se fueron”. Interpretación parecida la que dio el otro declarante, quien manifestó que “vi salir unas personas encapuchadas a las que se les cayeron unas monedas”. Sin confiscación, nadie pudo identificar a los acusados como autores del robo.

La calma duró hasta la enunciación de los policías. El primer agente explicó que el imputado, anejo con otra persona que no pudo apuntalar que fuese el otro encausado, llevaban “los bolsillos llenos de monedas” y les explicaron que se las había donado otra persona. Adicionalmente, indicó que ellos mismos les indicaron donde estaba la caja. Durante su enunciación, el imputado interrumpió y pidió “platicar para reconducir esto”. La jueza le pidió que guardase silencio. “A posteriori usted tiene la última palabra, anote todo lo que quiera sostener en su cabecera”, le recordó.

Tras las testificales, llegó el momento de las conclusiones. La fiscal pidió una sentencia condenatoria, pero mientras exponía sus argumentos fue interrumpida. “Por amparo, no vuelva a chistar mientras estoy hablando”, le reclamó la representante del Ocupación Notorio al imputado.

Sin confiscación, este, mientras hacía gestos con el dedo de inutilidad, le contestó que “no estoy chistando a nadie”. La fiscal siguió exponiendo su razonamiento, pero pocos segundos posteriormente el imputado le cortó de nuevo. “Yo no dije carencia de esto”, espetó. En presencia de esto, la jueza, Susana Pazos, manejando la situación de forma importante como en la precursor ocasión, le volvió a rememorar que “usted tiene el derecho a la última palabra en la que usted puede replicar”, apaciguando así la postura contestataria del encausado.

Tras la fiscal, presentó sus conclusiones la abogada de la defensa, Bárbara Valeiras. La letrada, quien dio una disertación de profesionalidad, demostró que tenía muy proporcionadamente preparado el caso, argumentando que “no existe prueba alguna de quién es el autor del robo” y encima “nadie de los testigos los ha identificado como los autores” para pedir la absolución de los acusados.

Última palabra

El imputado tuvo derecho a la última palabra y vaya si la aprovechó. Tenía ganas de platicar y así lo evidenció. Movió el cuello en torno a los dos lados, como si de un pugilista que entra al ring se tratase, y se acercó al micrófono. En su enunciación, explicó que, al tener “esta mierda de vida en la que me metí”, cogió las monedas de la caja, la cual aseguró que él no robó. En este sentido, contó que fue precisamente él quien la entregó a la Policía. “Si yo no hago poco me importa una mierda entregar la caja, si yo hago poco intento esconder todos los indicios, de hecho, las monedas las pude activo tirado”, añadió.

Tras usar su derecho a la última palabra, el razón quedó gastado para sentencia, por lo que el imputado salió de la sala, aunque mientras cruzaba la puerta expresó: “Vaya vergüenza”.

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