Juan Carlos I, casi medio siglo atrapado en su aventura con Bárbara Rey


Días antaño del 12 de enero de 1980, cuando Bárbara Rey se casó con Aquel Cristo en Valencia, la intérprete recibió en su residencia de Madrid un paquete que contenía dos regalos: un ostentoso temporalizador para su futuro marido y un solitario que la estrella reconoció nadie más verlo. En cuanto destapó la caja que contenía aquel diamante, no le hizo yerro conocer el remitente: ella sabía que ese paquete se lo había hecho alcanzar el Rey Juan Carlos.

La historia de aquel anillo es el refleja del tipo de relación que Bárbara Rey mantuvo con el padre de Felipe VI durante los tres abriles previos a su boda con el domador y intérprete circense. Basada en encuentros esporádicos, ella pidió favores al entonces Rey desde el principio. Una de aquellas primeras peticiones está relacionada precisamente con aquel solitario: en un momento en el que ella atravesaba un apuro crematístico, le pidió boleto a Juan Carlos I, quien le dejó un millón de pesetas a cambio de quedarse como fianza su anillo. Cuando ella le devolviese aquel boleto, él le devolvería el anillo. Pero el tiempo pasó y la intérprete no volvió con ese millón de pesetas. Cuando ella se comprometió con Aquel Cristo, días antaño del enlace Juan Carlos I le devolvió aquel brillante como regalo de boda, que desde el Palacio de la Zarzuela habían mandado tasar y estaba valorado en 10 millones de pesetas.

La historia que contó Bárbara Rey sobre este solitario es adecuadamente distinta. En el documental ‘Una vida Bárbara’, la intérprete explica que ese anillo se lo había comprado a una persona que estaba perdiendo una fortuna en el bingo. «Yo ya tenía mucha confianza con el Rey y le dije que necesitaba 4 millones [de pesetas] para mi tribu. Le propuse que me la comprara. La piedra valía como 12. Él accedió. A los dos días morapio una persona con el boleto y lo primero que hizo fue pedirme el brillante». Descubrió poco posteriormente que Juan Carlos I iba presumiendo de favor comprado una ganga. Según ella, aquello la dejó «muy dolida» y él la acabó decepcionando, hasta el punto en que ella se fue «distanciando cada vez más». Según ha podido conocer torrevieja news today, la historia fue cabal al revés. Para entenderla, lo primero que hay que hacer es situar las dos etapas en las que se produjeron los encuentros esporádicos entre Juan Carlos I y Bárbara Rey. Es importante resaltar lo de esporádicos porque lo que hubo entre ellos no se pudo considerar nunca un romance, como sí ocurrió con otras conocidos íntimas de Don Juan Carlos.

El Rey y la intérprete se conocieron en 1977. Según cuenta ella, él la llamó a su casa en varias ocasiones y ella nunca estaba, hasta que un día coincidió que sí que se encontraba en su domicilio y mantuvieron la primera conversación telefónica, que llevó a otras tantas hasta su primer conversación formal, que fue en el Palacio de la Zarzuela.

Bárbara Rey y Juan Carlos I se siguieron viendo una o dos veces al mes, hasta que ella se casó con Aquel Cristo en 1980. Aunque, según ha contado la intérprete, siguieron en contacto como amigos durante el tiempo en que duró su enlace. Asegura que él se interesó por ella durante sus dos embarazos y por cómo estaban sus hijos, Sofía y Aquel Cristo júnior.

En 1990, dos abriles posteriormente de su divorcio del domador, la intérprete se puso en contacto con Don Juan Carlos y volvieron a encontrarse en sucesivos encuentros hasta principios de 1994. En esta segunda etapa de la relación, la casa de la estrella en Boadilla del Monte (Madrid) se convierte en el atmósfera de sus encuentros. Unas casa que ha hexaedro la reverso al mundo en las últimas semanas, tras la publicación en una revista neerlandesa de una serie de fotografías en las que aparecen los dos en la terraza. Las imágenes fueron tomadas en 1994 por Aquel Cristo hijo y sirvieron para chantajear al entonces caudillo del Estado. A cambio de que esas fotografías no salieran, el administrador del Rey hizo al menos un plazo de 25 millones de pesetas a la estrella en 1994 y se encargaron de que fuera contratada en TVE.

Con chófer y escoltas

Durante el tiempo en que tuvieron emplazamiento los encuentros entre Don Juan Carlos y Bárbara Rey, los dos intentaron ocurrir inadvertidos. La casa de Boadilla del Monte era una especie de refugio para ellos, donde la intérprete preparaba paellas y migas al Rey, que siempre acompañaba con buenos vinos que ella compraba solo cuando él iba a verla a su casa. Cuando Don Juan Carlos se desplazaba hasta allí lo hacía con Gaudencio, el conductor de su coche, y unos pocos escoltas que le esperaban en el aparcamiento de la vivienda de Bárbara Rey el tiempo que hiciera yerro. Para que estuvieran cómodos durante la demora, ella les bajaba platos con la misma comida que había preparado para el Rey.

En esta segunda etapa de la relación, ella veía que él cada vez distanciaba más sus encuentros. Bárbara Rey siempre ha mantenido que la historia se acabó porque ya había otra mujer en la vida de Don Juan Carlos, pero lo cierto es que él comenzó a frecuentar menos su casa cuando desde el Palacio de la Zarzuela le comentaron que había llegado un primer chantaje de un incógnito que, tras varias indagaciones, descubrieron que era la propia intérprete. Mientras tanto, ella aprovechaba las pocas visitas que él le seguía haciendo para morder las conversaciones que mantenían, en las que intentaba sacarle información, como la que se ha conocido estos días. Tanto los audios como las grabaciones de vídeo fueron el material que Bárbara Rey usó, ya en 1997, para efectuar un segundo chantaje, según se acreditó en el manual ‘El caudillo de los espías’ y confirmó posteriormente el exdirector del Centro Franquista de Inteligencia (CNI) Alberto Saiz. El acuerdo ascendió a 600 millones de pesetas.

«Le he querido mucho. Lo que pasa es que nosotros teníamos un pacto desde el principio, él tenía su vida, yo tenía la mía. Sabíamos que no podía favor otra cosa». Hasta que Bárbara Rey realizó estas declaraciones en enero de 2023 a la revista ‘Vanity Fair’, con motivo de la promoción de la serie ‘Cristo y Rey’ (producida por Atresplayer y que se puede ver en Netflix), ella no había hablado nunca de su historia con Juan Carlos I. El revuelo estaba asegurado, pese a que este romance era conocido en toda España desde prácticamente sus inicios. Aunque, más que un romance, no dejó de ser una aventura. Un capricho que acabó con un chantaje millonario.

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