Este texto pertenece a ‘Dossier Bruno’, un boletín inspirado en el podcast del mismo nombre, que Enrique Figueredo enviará los miércoles con periodicidad quincenal. Si quieres recibirlo, apúntate aquí.
Dicen los especialistas en estas materias que la situación más crítica para la víctima de un secuestro es el momento en que se paga el rescate y todavía no ha sido liberada. El entorno del rehén pierde totalmente el control, ya que el único medio ambiente coactivo frente a los secuestradores es el fortuna, la posibilidad de conseguirlo, el tira y afloja de la negociación está más sensato. Sin confiscación, cuando ese medio ambiente de canje desaparece, se entra en una zona totalmente oscura. La yerro de luz precisamente es una de las carencias que suelen tener los zulos donde se esconde a los secuestrados, como lo fue Quini, el punta del FC Barcelona retenido en 1981. Tras una audaz operación policial, fue finalmente descocado, como contamos en la última entrega de Dossier Bruno.
Uno de los casos más singulares de secuestros, a mi modo de ver, fue el de una candidata a la presidencia de Colombia y una de sus colaboradoras, Ingrid Betancourt y Clara Rojas respectivamente, que fueron apresadas en 2002. Estuvieron retenidas durante seis primaveras por un congregación francotirador. Rojas, incluso, llegó a concebir y iluminar a un hijo nacido de la relación con uno de sus captores.
Julio Iglesias Puga, en 2002. Fue secuestrado en 1981
Julio Iglesias, padre. El padre de Julio Iglesias, el doctor Iglesias Puga, fue secuestrado el 29 de diciembre de 1981 por el comando Madrid de ETA. Su cautiverio duró poco si se compara con el de otros rehenes de la manada terrorista, pues el suyo se prolongó por 20 días. Los GEO lo liberaron pensándose que en la casa asaltada policialmente había otra víctima secuestrada en aquel momento, En vez de a un patrón, dieron con el doctor.
Pequeña Melodie. La pequeña Melodie Nakachian, de seis primaveras, fue secuestrada en noviembre de 1987. Hija de un magnate libanés, Raymond Nakachian, y de la cantante coreana Kimera, los raptores exigieron 13 millones de dólares. Estuvo 11 días retenida y su emancipación la permitió un descuido de unos secuestradores que perdió su cartera.
Autosecuestro fallido. Si el caso de Betancourt es singular por su duración y circunstancias, el del concejal del PP de la Carolina, Bartolomé Rubia, más conocido como Bartolín, es asombroso por su autoría: él mismo. En 1998, fingió que ETA lo había secuestrado y llevado a Irún, pero todo fue una simulación para encubrir algún tipo de correría personal inconfesable. Fue objeto de mofa durante primaveras.
Retribuir por la atrevimiento. El patrón Emiliano Revilla consiguió la atrevimiento luego de acaecer 249 días de cautiverio en 1988. Se sabe que la tribu pagó por su atrevimiento aproximadamente de 1.000 millones de las antiguas pesetas, unos seis millones de euros. El caso tuvo un enorme impacto en su época y mereció un reportaje en Informe Semanal, el mítico software de TVE.