Exteriores no cede sobre el Sáhara pese a la recomendación de la ONU


«España no cambia su posición». Así de tajantes se muestran desde el Ocupación de Asuntos Exteriores, a posteriori de que el enviado singular de la ONU, Staffan de Mistura, volviera a proponer ayer la partición del Sáhara Occidental como alternativa para resolver un conflicto que se ha extendido durante cinco décadas.

Fuentes del Ocupación de Asuntos Exteriores informan a este diario de que «el propio enviado singular de la ONU ha admitido que las partes no están de acuerdo en la alternativa planteada por él», lo que ha llevado al Gobierno a amparar su respaldo al plan de autonomía marroquí para el Sáhara que se formuló desde Rabat en 2007.

El enviado singular de la ONU para el Sáhara compareció ayer a puerta cerrada frente a el Consejo de Seguridad, donde informó de las gestiones que ha venido realizando para intentar simplificar una alternativa al conflicto. Durante su intervención, según publicó Europa Press, De Mistura explicó que ha planteado a las partes «el concepto de partición del condado, con el ártico para Marruecos y el sur para el Frente Polisario, en la parte de la antigua colonia española que en su día controló Mauritania». De Mistura indicó que «algunos países» de la zona y fuera de ella habían «expresado cierto interés» en esta posibilidad, si admisiblemente tanto Marruecos como el Frente Polisario no habían trasladado «ninguna señal de voluntad de explorar» esta opción.

Contentar a Marruecos

Fue en 2022 cuando el Gobierno, para poner fin a la crisis con Marruecos, afirmó en una carta remitida al Rey Mohamed VI que España reconocía «la importancia» de la cuestión del Sáhara para Marruecos. En esta misiva el Ejecutante afirmó incluso que consideraba «la iniciativa de autonomía marroquí, presentada en 2007, como la pulvínulo más seria, realista y posible para resolver este diferendo».

Este gratitud de la soberanía marroquí sobre el Sáhara supuso un desvío en la postura histórica española de neutralidad respecto a este condado. Fue la moneda de cambio exigida desde Rabat para que España y Marruecos pudieran retomar las relaciones y dar por concluida su crisis diplomática. Este seña, sin retención, abrió una brecha con Argelia, que ha sido el valedor histórico del Frente Polisario, quien denunció la «puñalada por la espalda» del Gobierno castellano y decidió suspender sus contactos con el Ejecutante por el pacto con Marruecos, a quien acusó de «instrumentalizar la cuestión saharaui».

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