Fui muy feliz cuando mi amigo el poeta María Antonia Ricas lo nombró Ayuntamiento de la llamada Ciudad Imperial Hija predilecta de Toledo en 2018. Ahora también estoy muy feliz de que el poeta Joaquín Brotóns, un gran amigo mío, también haya sido nombrado Hijo Predilecto de su ciudad natal, Valdepeñasuna ciudad vinícola de renombre entre las poquísimas que existen en España.
Su amable alcalde, Jesús MartínJugando sabiamente con las palabras, creó un jugoso eslogan para su pueblo, llamándolo ‘Valdepeñas Diferente’. En un artículo que escribí en este periódico, hago referencia a una cita humorística de Joaquín Brotóns: «Valdepeñas no es un pueblo, es una ciudad brava, tiene más de cien tabernas, ¡y una sola librería!». Uno no es reconocido como Hijo Predilecto de determinada ciudad por la respectiva calidad de su obra, aunque también (y en el caso de los dos autores que he citado, especialmente), sino porque ese declarado hijo predilecto es un abnegado devoto de la ciudad, aunque, llegado el caso, se muestra lúcido y hasta crítico con ella. Joaquín Brotóns ha sido siempre un poeta íntegro y muy laureado en el ejercicio del género lírico supremo. Y en toda su obra, no sólo como poeta, columnista, crítico de arte, historiador del vino, ha actuado con la máxima sinceridad en todo momento. Su poesía es robusta, directa, amante de la belleza, de la pasión.. En muchas ocasiones denota amargura, una amargura expresada en primera persona y en gran medida testimonial. Y en este vigoroso testimonio poético de Joaquín Brotóns, Valdepeñas aparece casi siempre, o es transparente, por lo que la composición muestra un perfecto encaje autobiográfico. Y como dijo el gran periodista César González RuanoLo que no es autobiografía es plagio.