Los vecinos de un barrio de San Sebastián, hartos de la inseguridad: «Nos roban a diario»


El zona en el que vivimos nos hace tener un sentimiento de pertenencia por nuestra calle o nuestro ciudadela, especialmente cuando hemos habitado toda nuestra vida en la misma casa o si llevamos muchos primaveras en una zona concreta de una ciudad o pueblo.

En el ciudadela encontramos nuestras tiendas de confianza, a nuestros vecinos, los bares habituales en los que tomar un café o los parques por los que pasear. Sin requisa, existen diversos factores que pueden hacer que estos espacios empeoren y que la vida se vuelva más difícil e, incluso, peligrosa.

Esto es lo que les está ocurriendo a los vecinos del ciudadela easonense de Egia, al que muchos empiezan a seducir ‘el Bronx’ de San Sebastián. El motivo es casquivana de imaginar. Tal como apuntan los testimonios de muchos de los que viven allí, la inseguridad ha crecido a un ritmo vertiginoso en los últimos primaveras.

De día, la zona de Atotxa y alrededores parece tranquila y apacible, con el ritmo de cualquier ciudadela similar en la ciudad. Sin requisa, todo empeora al caer la tarde, según explica un tendero de la zona, declaración que recoge ‘El Diario Vasco’: «Esto siquiera es el Bronx como se ha hecho virulento en redes sociales, pero vente a partir de las seis o siete de la tarde y verás una imagen muy diferente: esos que ves ahí –indica señalando a un rama de unos cuatro marroquíes– serán 50 o 60, si no son más. No todos roban, serán unos pocos los que lo hacen, pero los hurtos son diarios y la sensación de inseguridad ha aumentado mucho de dos primaveras a aquí, y va a más. Y eso que hay presencia policial».

En el ciudadela se solían realizar unas cenas solidarias, pero finalmente el Cabildo de San Sebastián las ha prohibido y los vecinos lo achacan a la situación de inseguridad que se vive asiduamente. No obstante, esta no es la única consecuencia: «No son solo las cenas, porque Tabakalera y la periodo de Renfe incluso son unos entornos que atraen a este colectivo. Y la opción siquiera es prohibir las cenas aquí y aguantar el problema a otro ciudadela» exponen varias personas de la calle, locales y comercios al citado medio.

Robos y racismo

Dicho artículo de ‘El Diario Vasco’ incluso aglutina testimonios y experiencias de los robos o intentos de robo que se han producido en el ciudadela easonense. Lierni es una de las jóvenes afectadas a la que intentaron robar el teléfono en plenas 12 del mediodía: «Solía aguantar la correa del móvil colgando del saquillo, cuando noté como un pequeño enganchón. Instintivamente llevé la mano en dirección a el costado, y me encontré con una mano metida en el saquillo de la cazadora. Grité, y el pequeño me dijo ‘tranquila, tranquila, no pasa falta’, y se fue».

Maitane, otra de las voces entrevistadas, vivió poco similar cuando sintió que le tiraban de la mochila: «Me giré, y vi a un hombre que tenía mi cartera con toda mi documentación en la mano. Del susto que me llevé, me salió como una interjección, y me pareció que él casi se asustó como yo, porque dejó caer la cartera al suelo, me dijo ‘perdón, perdón’ y se dio media dorso. Pienso que no querría tener ningún problema conmigo e iría a intentar robar a otra mujer», explica a ‘El Diario Vasco’.

«Vi a un hombre que tenía mi cartera con toda mi documentación en la mano»

Por lo que cuentan otras personas, esta inseguridad se nota sobre todo con las mujeres, ya que un tendero ha observado cómo las personas que roban se acercan por detrás a ellas, sobre todo a las mujeres más mayores, para sustraerles poco sin que se den cuenta. Así, manifiesta su temor porque le roben tanto en su negocio como a sus clientes.

Otros vecinos expresan que los responsables de los robos e intimidaciones achacan las acusaciones a que son racistas con ellos, sin requisa, un trabajador nicaragüense discrepa en presencia de esta posición, y explica que cuando se niega a venderles licor, estos le llaman ‘racista’: «¿Racista yo, que por mi aspecto, de piel oscura, se ve que soy inmigrante? Yo nunca he sentido un problema de racismo en San Sebastián. Si vienes a trabajar, no hay problema. Pero si vienes a robar, es ordinario no ser proporcionadamente recibido». Adicionalmente, alega que ni él ni su pareja han tenido ningún problema en Egia que esté relacionado con su país de procedencia.

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