El documento final apto por el Sínodo de la Sinodalidad, el gran esquema de audición en la Iglesia que el Papa arrancó en 2021, se abre a que las mujeres puedan conseguir al diaconado, un servicio regular como el de los sacerdotes que permite, entre otras cuestiones, cristianar, divinizar matrimonios o celebrar la ceremonia de la Palabra, y que, hasta ahora, ha estado reservado solo a los hombres en la Iglesia católica.
“No hay nulo en las mujeres que les impida desempeñar funciones de liderazgo en las Iglesias: lo que viene del Espíritu Santo no debe detenerse”, dice el texto
El párrafo 60 de este documento –que no tiene ningún carácter vinculante y que solo refleja la opinión mayoritaria de los 368 padres y madres sinodales que han participado durante estas tres últimas semanas en la asamblea sinodal– afirma que “sigue abierta la cuestión del paso de las mujeres al servicio diaconal”.
“Es necesario un viejo discernimiento a este respecto”, se lee en el texto. Asimismo, se hace un convocatoria “a la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la código válido en relación con el papel de la mujer, en particular en los lugares donde aún no se han explorado”. “No hay nulo en las mujeres que les impida desempeñar funciones de liderazgo en las Iglesias: lo que viene del Espíritu Santo no debe detenerse”, dice todavía el texto.
Por otro flanco, se pide prestar más atención “al lengua y a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas”.
El párrafo 60, esencia para el papel de las mujeres en la Iglesia
El Vaticano ha ofrecido todavía una repertorio con el número de votos que han obtenido cada uno de los 155 párrafos que componen este documento.
Así, el citado párrafo 60, que acento del papel de las mujeres en la Iglesia, en el que todavía se afirma que ellas siguen encontrando “obstáculos para obtener un gratitud más pleno de sus carismas, de su disposición y de su división en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia”, ha sido validado con 258 votos a protección y 97 en contra por lo que es, con diferencia, el que más resistor ha enemigo.
De hecho, el resto de párrafos que recogen otras propuestas concretas para hacer de la Iglesia un división más inclusivo y menos clerical han enemigo un viejo consenso pues solo otras dos proposiciones han tenido una examen de más de 40 votos en contra.
Se alcahuetería de la número 125, en la que se plantea la posibilidad de que las Conferencias Episcopales pueden contar con un estatuto teológico y sumarial, adicionalmente de precisar más su ámbito de competencia doctrinal y disciplinar sin que se ponga en peligro “la pelotón y la catolicidad de la Iglesia”.
En concreto, se señala que esta competencia “puede dispensar la auténtica enseñanza de la única fe de forma adecuada e incultura en los diversos contextos, identificando las expresiones litúrgicas catequéticas disciplinares”.
Todavía ha enemigo examen el párrafo 148 –que incide en la carestia de que los itinerarios de discernimiento y formación de los candidatos al iglesia “se configuren al estilo sinodal” con viejo presencia de mujeres en el proceso de elección–, propuesta apoyada por 315 votos a protección y 40 en contra.
En concreto, se pide que en el proceso de alternativa de los seminaristas haya una “presencia significativa de figuras femeninas“, pero todavía “en la vida cotidiana de las comunidades y la educación para colaborar con todos en la Iglesia y practicar el discernimiento eclesial”.
El documento final todavía da luz verde a la creación de “ministerios” específicamente para laicos que no necesariamente tendrían que estar vinculados al ámbito ritual. Se alcahuetería de una posibilidad ya abierta por el Concilio Vaticano II e ilustrada en los últimos abriles a través de la creación de los ministerios de catequista, leyente y monaguillo.