‘Misericordia’, un thriller rural en torno al deseo y la requisito firmado por el cineasta francés Alain Guiraudie (‘El desconocido’, ‘Un héroe ignorado’) se alzó este sábado con la Espiga de Oro de la Semana Internacional de Cine de Castilla y Héroe (Seminci) en una 69 tirada en la que reinó la producción española en la cosecha de galardones. Curiosamente, tuvo que esperar el tribunal internacional al viernes, la última etapa del festival, para ver el filme que más les convenció, y lo hizo tanto como para hacer un doblete, ya que al mayor galardón del certamen vallisoletano sumó el premio Delibes al Mejor Guion. Entre las razones que subrayaron en la lección del laudo, la «profunda meditación» que hace el montaje «sobre cómo el deseo y la tropiezo nos hacen predecibles y igualmente incomprensibles los unos a los otros», y igualmente su «presteza», que en ingenuidad «oculta un confuso invariabilidad de géneros y tonos».
El doble premio hizo subir en dos ocasiones al protagonista al proscenio en la atavío de clausura, donde encima de corresponder el respaldo a los productores, entre ellos Albert Sierra, reivindicó la importancia del guion: «Pienso que es mi parte favorita a la hora de hacer una película porque es el momento en el que la sueño en mi habitante», dijo, al tiempo que explicó que era la primera vez que uno de sus guiones recibía un gratitud. Más político se puso en su segunda intervención, donde aprovechó el altavoz que le brindó la Espiga de Oro para pelar la «inacción de la comunidad internacional» frente a la situación «insostenible que está sucediendo al otro banda del Mediterráneo», en remisión al conflicto entre Hamas e Israel.
Fue casi al término del evento, que se prolongó durante casi dos horas. Los instantes más emotivos llegarían pasados cuarenta minutos del manifestación, con el homenaje brindado a Concha Velasco y la entrega a título póstumo de la Espiga de Honor a la cineasta Patricia Ferreira. «Fue una mujer de cine total», dijo la igualmente directora y libretista Juana Macías de la realizadora española fallecida el pasado diciembre. De ella, destacó igualmente su «significativa contribución de la mujer en las estructuras del audiovisual». «Sé que este premio le hubiera hecho particular ilusión», reconoció su hija Emma Brasó Ferreira, recordando la «larga y profunda relación» que mantuvo su origen con el festival.
Para Concha Velasco tuvo lindas palabras la actriz, música y cineasta Julia de Castro. «Fue la mejor traducción de la España de su época, una España en blanco y desfavorable que ella coloreó», señaló, ayer de advertir que «su modo de entender la profesión sigue válido en nosotras». El homenaje se completó con un número de bailable en el que intervinieron las propias presentadoras, Elena Sánchez y Miss Tostado.
El cine castellano estuvo muy presente durante toda la atavío y no sólo por las homenajeadas. Y es que pese a que el principal premio fue a detener al país vecino, fue el cine regional el que acaparó gran parte del palmarés. Con antelación, la probabilidad era adhesión, ya que de los 144 producciones que se exhibieron, 30 eran españolas. Gustó mucho igualmente al tribunal la película inaugural, el drama musical sobre el derecho a la crimen digna de Carlos Marques-Marcet ‘Polvo Serán’, al que concedieron la Espiga de Plata ex aequo contiguo al thriller ‘Stranger Eyes’, del zagal singapurense Yeo Siew Hua, en su segunda incursión en el certamen vallisoletano.
Incluso el Premio a la Mejor Actriz se quedó en casa. La brillante interpretación de Laura Weissmahr, que carga sobre sus hombros con todo el peso de ‘Salve María’, el tercer largometraje de Mar Coll, tuvo el gratitud del tribunal, que decidió, encima, concederle una mención particular a Ángela Molina, protagonista de ‘Polvo Serán’, contiguo al chileno Alfredo Castro, que igualmente recibió el gratitud. No pudo balbucir la actriz en el Salón de los Espejos del Teatro Calderón, donde le sorprendió la oportuno novedad arropada por parte del equipo y acompañada de un sonoro aplauso. Sí lo hizo sobre el proscenio durante la atavío para corresponder a Mar Coll su postura por esta película «tan fuerte» y al festival «por programar películas que merecen la pena ser contadas».
Palabras para el realizador de ‘Sex’ igualmente tuvo el noruego Jan Gunnar Roise, que compartió el gratitud en el apartado masculino contiguo a Thorbjørn Harr, el coprotagonista de esta exploración en torno a los tabúes que rodean la pulsión sexual dirigida por Dag John Haugerud. El intérprete se mostró «muy orgulloso» de formar parte de esta industria que es el cine, gracias a la cual «se puede seguir hablando de humanidad y de paz y pensar que esta es posible».
Ayer que los mencionados, igualmente recogió su respectivo galardón, entre otros, la productora Elena Manrique, Premio Pilar Miró a la mejor dirección española por su primer largometraje como realizadora, ‘Fin de Fiesta’, una sátira sobre las relaciones de poder y los privilegios de clase. «No dejéis que nadie os diga que una persona que ha venido en patera es vuestro enemigo, vuestro enemigo es el que siembra el odio, nadie más», dijo a los presentes. Visiblemente conmovida subió al proscenio Jenifer de la Rosa (Premio Seminci Muchacho por ‘La hija del volcán’).
Si la emoción lo pusieron los galardonados y homenajeados, de la música se encargó Jorge Arribas, la parte del dúo ‘Fetén Fetén’, que acompañó con su acordeón toda la atavío. Incluso el clase ‘Héroe Benavente’, que actuó ayer de subieran al proscenio los integrantes del tribunal internacional para revelar los principales galardones. La nota de humor la puso, una tirada más, Joaquín Reyes, que si en la atavío del año pasado se metió en el papel de Carlos Boyeros, esta vez tiró de «humor ‘lynchiano’» y mucha ironía para caricaturizar sobre el proscenio al cineasta norteamericano David Lynch, que precisamente protagoniza estos días una exposición en Valladolid.