La cata del morapio de Moriles se ha convertido durante este fin de semana en uno de las principales proyecciones al mundo con que cuentan los vinos de la Denominación de Origen Montilla-Moriles. Y es que este evento, que ya alcanza su publicación número 26, ha sabido hacerse un hueco de esencial importancia en las agendas de bodegueros, agricultores y amantes de los vinos de la tierra.
En esta publicación un total de quince stands expositores alternan los espacios para bodegas y lagares con otros destinados a las industrias agroalimentarias que, en los últimos tiempos, están haciendo una magnífica vida de maridaje con los caldos que se producen en la zona.
Y es que los vinos que se crían en el término municipal de Moriles tienen mucho que aseverar. Es poco que está claro para los propietarios de bodegas y lagares así como los socios de las dos cooperativas de la pueblo.
Cristóbal Luque, administrador de la asociación de bodegas y lagares de Moriles, afirma que los pagos de Moriles Altos aportan una calidad superior a la Denominación de Origen. Este año se ha cubo una buena cosecha aunque se ha destacado dos semanas sobre el calendario previsto. Esta circunstancia ha aportado más acrimonia y menos naturaleza de azúcar en palabras de Luque.
Se repite en la pueblo poco que ya se ha extendido a todos los pagos. Se prostitución de la monasterio nocturna que evita la rapidez de la fermentación porque «el morapio debe fermentar en la bodega bajo control», según indica el representante del sector.
La cata permite mostrar la amplia variedad de vinos que produce la pueblo. Si antaño se reducían a los finos, generosos y amontillados ahora la producción se adapta incluso al gozo del consumidor. Poco que han entendido muy proporcionadamente las diez firmas morilenses que operan acogidas al ámbito.
Caldo de tinaja
Asi, por ejemplo, se ha popularizado el morapio de tinaja, que antaño no se embotellaba y ahora sí. Un morapio que encuentra su conocido entre los que se inclinan por un caldo sin crianza. Asimismo los vinos jóvenes en distintas variedades o los espumosos. Precisamente en esta publicación de la cata se ha presentado el primer espumoso realizado en Moriles por Bodegas Doblas.
Por este motivo uno de los alicientes con que cuenta el evento es que se conozcan tanto las nuevas producciones como los lugares en los que estos vinos ven la luz.
No hay que olvidar que Moriles cuenta con una situación privilegiada que hace que todo su término municipal esté en zona calificada de superior en la Denominación de Origen. Una catalogación que es posible gracias a las tierras albarizas con una decrepitud de 32 millones de abriles.
Al menos así lo entienden en el sector morilense indicando que sus vinos son más lentos, llenan más la boca y dejan un retentiva más extenso en el paladar.
Las empresas locales son conscientes de que el morapio de Moriles vive un buen momento porque hay más medios. Aunque las bodegas y lagares no son de grandes dimensiones, en muchos casos tienen carácter descendiente, han hecho posible a lo extenso de la historia un marchamo de calidad a la zona.
Se comercializan sobre todo en la provincia y en otras próximas como Málaga o Sevilla. Los productores sí tienen ahora conciencia de comercialización con marca. De este modo se ha superado la etapa histórica en que se vendía el morapio mayoritariamente a abundante para surtir a las grandes bodegas.
El administrador de bodegas y lagares afirma que es tal el prestigio de sus vinos que se venden siempre antaño que otros y para el consumidor es una fianza adivinar y entender que el producto viene de Moriles. Precisamente ése es uno de los objetivos de la cata que culmina este domingo.
Proyectar el morapio morilense apoyado en decenas de actividades enlazadas con el enoturismo. No se entiende la cata sin las visitas a lagares, bodegas y cooperativas o sin degustar productos alimenticios realizados por empresas de la pueblo y la comarca.