El domingo amaneció con olor a humo en la calle García Mosquera de la ciudad, en el casco antiguo de la ciudad. El inmueble número 7, de tres plantas, permanecía precintado por la Policía Circunscrito, tras el virulento fuego que se declaró a las 13.44 horas del sábado y que se prolongó por espacio de cinco horas, con dos focos importantes, en el portal y la parte superior. Los vecinos siguen preocupados ya que sospechan que fue “un ajuste de cuentas” con alguna de las personas que solían frecuentar el primer adoquinado.
El propietario de ese inmueble, el único de los tres que estaba alquilado, con un convenio en precario, está irresoluto de la evaluación de los daños, aunque descarta que el inquilino, el abogado Antonio D.L., vuelva a comportarse allí (dejó que viviera allí desde hacía poco más de un quinquenio por motivos solidarios).
El dueño del primer adoquinado descarta alquilarlo en precario de nuevo, tal como hizo los últimos cinco abriles
La peor parte se la llevó el portal, la escalera de madera y el tejado del tercer adoquinado, que estaba en desuso, al igual que el segundo, porque no reunían condiciones de habitabilidad, según aseguró la dueña a este diario (el edificio pertenece a dos propietarios distintos).
Aunque nadie lo admite oficialmente, los investigadores creen que fue intencionado. El portal comenzó a arder rápidamente, lo que impidió a los tres moradores del primer adoquinado (el inquilino no estaba en ese momento) salir por la puerta principal. Tuvieron que hacerlo por la escalera colocada en la apariencia foráneo. “Las llamas y el exuberante humo convirtieron el ocupación en una auténtica ratonera para las personas que estaban en el interior del primer adoquinado, tres indigentes conocidos del ensanche”, asegura un agente policial que estuvo en el ocupación. La madera de la escalera y hasta los electrodomésticos apilados en el portal y el descansillo de la primera planta aceleraron la combustión. Los bomberos tardaron cinco horas en extinguir el fuego. Los técnicos del Concello deberán incluso revisar la estructura del inmueble por si existiese peligro de derribo. Los moradores del número 9 incluso sufrieron desperfectos en los cristales de las cocinas.