¿Cuánto tarda una persona en recorrer 250 metros? Pues según se mire o no se mire, nunca mejor dicho, porque el hecho de ser invidente, en algunos casos por un día, lo complica aún más. Esto es lo que han podido comprobar este lunes un camarilla periodistas que se han puesto en los zapatos de una persona con discapacidad visual arduo con motivo de una actividad de sensibilización desarrollada por la ONCE en Toledo.
Ni el miedo a la oscuridad ni la profusión han frenado a ocho profesionales de la comunicación a recorrer, poco a posteriori de las diez de la mañana, esa distancia que separa la sede de la ONCE en Toledo, en el número 10 de la calle Reino Unido, de la avenida de Irlanda. Con un careta opaco tapando sus fanales y un báculo como única útil para guiarse, adicionalmente del tacto y del pabellón como sentidos sustitutivos de la panorama, todos ellos han ido salvando obstáculos de la mejor guisa que han podido.
Todo ello, gracias a un buen ayudante, Daniel Hormigos, técnico de rehabilitación de la ONCE, que adyacente con otros trabajadores han acompañado a los ‘plumillas’ en su itinerario, así como el presidente del Consejo Territorial de la ordenamiento en Castilla-La Mancha, José Martínez, que ha asegurado que «no es lo mismo contarlo que vivirlo, y queríamos que vivieseis nuestra sinceridad, porque nuestro día a día es proporcionado complicado».
Aceras de diferentes texturas y formas, semáforos sin sonido, baches, adoquines levantados, vallas sin cerramiento, pivotes traicioneros, pasos de cebra en diagonal y coches que pasan a una velocidad excesiva sin respetar lo más minúsculo al peatón, más si cerca de si es discapacitado visual, son algunos de los problemas a los que se enfrentan cada día este tipo de personas y que algunos, como éste que escribe, han sufrido por un día, como si de una yincana se tratara.
Por eso, el presidente de la ONCE en Castilla-La Mancha ha querido disfrutar esta actividad para retornar a pedir a las administraciones competentes un fondo regional de accesibilidad que, a su cordura, «debe ir acompañado de una ley de accesibilidad actualizada, ya que la vivo es de 1994 y el código técnico es del 1997, teniendo en cuenta que las cosas han cambiado muchísimo«.
«Tenemos que proceder porque casi todos vamos a entrar a ser mayores o podemos sufrir una discapacidad en cualquier momento pero, más allá de eso, es una cuestión de calidad de la ciudad, si las cosas se hacen adecuadamente o no», ha afirmado Martínez, que ha alertado de las «situaciones de aventura» que viven muchas personas si no se toman cartas en el asunto.
Adentro de Castilla-La Mancha, ha puesto como ejemplo a Albacete como ciudad accesible y en el caso concreto de Toledo, donde ha tenido oficio la actividad, el responsable de la ONCE ha señalado que, aunque el Casco histórico tiene sus complicaciones obvias por su relieve, «hay muchas soluciones».
Así, ha destacado casos de otras ciudades Patrimonio de la Humanidad, como en Ávila, donde se han hecho «cosas muy interesantes» en materia de accesibilidad e incluso una persona en apero de ruedas puede pasear por la muralla. «Al final el turismo todavía tiene que ser accesible», ha reflexionado.
En este sentido, ha hecho un convocatoria para que «los ayuntamientos actualicen sus ordenanzas municipales y que las diputaciones, en una Castilla-La Mancha rural con muchos municipios, todavía se mojen en accesibilidad. La accesibilidad es fundamental para nosotros, es una útil de emancipación».
«La accesibilidad no sólo beneficia a las personas ciegas, sino a todos», ha manifestado Daniel Hormigos, quien cree que «es fundamental que el diseño de las infraestructuras sea universal, para que todos podamos navegar con seguridad en el entorno urbano».
Así ha concluido una odisea de 250 metros que, a paso frecuente, puede cubrirse en poco menos de cinco minutos, pero que para los novatos en estas lides ha durado cerca de tres cuartos de hora, a Dios gracias sin ningún percance, pese a las dificultades que conlleva.