Estas interrupciones no tienen relación con nuestra época. Están condicionados por nuestra tradicionesnuestro Estilo de vida y para el ambiente social en el que nos movemos habitualmente. Entre los muchos elementos que hay que tener en consideración se encuentra nuestro hogar. Y según un estudio publicado por la revista ‘Jurnal of Epidemiology and Community Health’, vivir en una vivienda de alquiler aumenta considerablemente nuestra velocidad de envejecimiento.
Los resultados de la investigación liderada por la Dra. Amy Clair, del Australian Housing Research Centre, confirman también que no ser propietario de la vivienda en la que vivimos nos afecta más que estar desempleados respecto a tener un trabajo, e incluso, más que fumar.
A estos hallazgos debemos agregar las consecuencias de la preocupación por la imposibilidad de paga la renta, o en su defecto, el retraso en su pago. Sin dejar de lado el riesgo que se puede asumir como consecuencia de la mala seguridad del hogar o del propio contaminación de ello, tanto interna como externamente.
El envejecimiento no es el único aspecto de la salud que se ve afectado por el estado de su hogar. Según un estudio publicado en 2022 por la misma revista, la precios en aumento de los alquileres y de las propias viviendas también tiene malas consecuencias para nuestro organismo.
La solución, dice el estudio, son acciones políticas dirigidas a reducir el estrés y la incertidumbre relacionados con el alquiler, como poner fin a los desalojos o limitar los precios.