Entre las novedades de este miércoles, el Gobierno de Israel y la oposición han acordado formar un Gobierno de unidad nacional, en el que se apoya Benjamín Netanyahu para afrontar el mayor conflicto en 50 años. Si bien se conoce esta decisión, la escalada de incidentes de guerra en la frontera con Líbano amenaza con abrir un nuevo frente para el ejército en el peor momento posible.
Durante esta jornada se pudo observar el imágenes del momento en que suenan las sirenas Haifa y la respuesta de la población civil es correr a los refugios. Los medios locales afirmaron que Hezbolá Habría cruzado la frontera con el Líbano y entrado en territorio israelí, sin embargo, se trata de una falsa alarma. Aun así, la amenaza de una incursión de las milicias proiraníes eleva al máximo la alerta en la zona. En el centro y sur de Israel, los misiles de Hamás son los que provocan verdaderas escenas de pánico. En la capital, Tel Aviv, incluso el Ministro de Asuntos Exteriores británico que estaba de visita en la zona se ha visto obligado a buscar refugio.
Cuando las sirenas dejan de sonar es cuando aprovechan para enterrar y despertar a los muertos, así como para cavar más tumbas en los cementerios. También hay voluntarios que hacen coronas de flores. La cara dura de esta guerra son, a su vez, las decenas de miles de reservistas que regresan a casa para defender su país.
La población de Gaza, cada vez más asfixiada
El día a día en Bucle También da miedo. Las ONG denuncian que el bloqueo asfixia la población. Quedan provisiones para muy pocos días. Estados Unidos, Egipto e Israel ya están negociando la apertura de un corredor humanitario en la frontera egipcia. Gaza ya se ha quedado sin electricidad. El falta de combustible en la última central eléctrica en funcionamiento deja hospitales, centros de salud y hogares completamente a oscuras. Es una situación catastrófica en medio de los bombardeos. “Esto es un genocidio. Nos han aislado del mundo”, comenta un periodista de Gaza.
El ejército israelí ataca bombardeos incesantes acerca de 2.687 objetivos, muchos de ellos pertenecen a estructuras de milicias, pero también hay casas, mezquitas y otras instalaciones civiles. Desde el inicio de la contraofensiva, 14 centros médicos ya han sido dañados y, lo más trágico, diez médicos han muerto. Sin electricidad, sin medicinas, sin material médico, los hospitales están absolutamente desbordados. “Nuestra capacidad está al límite y sólo podemos intentar mantener la vida de los heridos”, explicó a Efe el doctor Medhat Abás, portavoz del Complejo Médico Al Shifa, el mayor hospital de la ciudad de Gaza.
Entre la desolación, cada vez más datos que dejan poco lugar a la esperanza: al menos 11 trabajadores de la ONU han muerto en los bombardeos israelíes contra la Franja de Gaza.