cuando la supervivencia se convierte en espectáculo


Se puede ver en pinares de montaña, bosques caducifolios o incluso pastos, pero la semana pasada apareció un ejemplar de águila calzada fue visto en su totalidad paseo del prado de Madrid, una zona boscosa cercana al Real Jardín Botánico y al Parque del Retiro que podría haber confundido a la rapaz a pesar de los bloques de edificios que rodean este oasis en la capital.

Un vídeo grabado por el aficionado Javier Martín captó el momento en el que el águila se comió una paloma que acababa de cazar. Las imágenes, que ya cuentan con 900.000 visualizaciones, tardaron poco en viralizarse en las redes sociales. «Una pareja que la había visto antes me detuvo porque Iba a tropezarme con ella si seguía recto.. Nos quedamos mirando a unos 8 o 10 metros y advertimos a la gente que al pasar se desviara un poco para no molestar”, explica Martín a torrevieja news today.

Álvaro Luna, ecólogo y profesor de la carrera de Ciencias Ambientales de la Universidad Europea, destaca que «Cada vez aparecen más especies en las ciudades., ya sea por el deterioro del medio ambiente fuera de la ciudad o porque las ciudades cuentan con más parques. “Al final, los parques y las avenidas arboladas son como un bosque para los pájaros”, afirma.

A diferencia de los halcones peregrinos o cernícalos, que son aves rapaces más comunes en las zonas urbanas, El águila calzada no suele estar presente en las grandes ciudades. Sin embargo, en los últimos años se han observado ejemplares en capitales de provincia como Segovia o Valladolid, detalla Luna.

Además, el ecologista insiste en que el águila calzada “es una especie ibérica, que ha cazado algo que es normal en su alimentación; “Lo único anormal es el lugar que ha elegido para comerlo.”

¿Por qué acabó entonces en el Paseo del Prado? Según Luis Martínez, ornitólogo de SEO BirdLife, fue “pregunta de supervivencia”. «El águila calzada puede cazar tanto aves en pleno vuelo como mamíferos o reptiles. Es muy poderoso y flexible porque ataca por tierra y por aire. Lo más probable en este caso es que cazara la paloma en el cielo, pero la mató y se la comió en el suelo”, aclara.

Por el tamaño del ejemplar, Martínez cree que se trata de un ejemplar joven emancipado hace apenas un mes, lo que aumenta las posibilidades de que haya pasado hambre durante su viaje a África, donde van a pasar el invierno. “Vio una presa fácil y fue a por ella sin perder la oportunidad porque o se la comía en ese momento o se moría”, afirma.

Los animales a veces se comportan de forma anómala por cuestión de supervivencia y en este caso probablemente “El hambre venció al miedo”concluye el experto de SEO Birdlife: «El águila no estaría cómoda comiéndose la paloma en pleno centro de Madrid, pero el animal no tenía otra opción porque si se dirigía a una zona más tranquila corría el riesgo de que se escapara durante el trayecto».

Martínez recuerda que, hace años, cerca del Country Club, en una zona de las afueras de Madrid, había una hembra joven de halcón tuerta y era muy fácil de ver e incluso grabar comiendo y cazando a pocos metros de distancia. . A ella “le costaba mucho capturar una presa y por eso cuando la tenía no huía porque no tenía fuerzas”.

Asimismo, Martínez indica que ante fenómenos meteorológicos extremos, sobre todo en invierno, se declaran prohibiciones temporales de caza porque “muchos animales tienen tanta hambre que no huyen de los cazadores”. Entonces hay que establecer una veda porque es demasiado Es fácil y antideportivo ir a cazar.

Cambio de hábitat debido a la adaptación.

Aparte de esto, hay casos de ejemplares que por adaptación tienen comportamientos que no son los habituales. Sucede con el halcón peregrino en Madrid o los cernícalos. Hay varias parejas en el área metropolitana y, según los expertos, los ejemplares se han acostumbrado a reproducirse en los altos edificios de la capital porque probablemente tengan ventajas como la falta de depredación, comida cercana y la seguridad de anidar en altitudes elevadas, por lo tanto inaccesibles. A la gente.

Lejos de que esto suponga un riesgo, lo cierto es que la presencia de estas rapaces en las ciudades es positiva porque ayudan a reducir la población de palomas, lo que “puede resultar problemático en términos de salud y conservación de los monumentos”. Por ejemplo, “la presión que ejercen los halcones peregrinos es vital para ahuyentar y mantener a las palomas bajo control, tanto por lo que cazan como por el estrés que les provoca”, afirma Martínez.

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