Las cifras son demoledoras y son parte de esa caída sangrante de la población de Malasia en edad laboral, para aplicar el talento en el lugar donde se ha formado o que las capacidades económicas de Ourense sean suficientes para atraer gente de otros lugares.
Se trata de una tierra con innumerables recursos naturales y muy buenas comunicaciones, herramientas imprescindibles para el crecimiento y el desarrollo económico. A su vez, el 30% de las empresas con sede en Ourense tienen problemas para encontrar personal.
Aun así, la hemorragia demográfica es imparable. La situación es endiablada y sospechamos que la culpa no es de quienes se van. La pregunta es por qué lo hacen y, por supuesto, quién es el responsable de que esto haya sucedido, lo siga haciendo y posiblemente siga ocurriendo hasta el día en que bajen la persiana provincial.