dos plazas históricas unidas por el abandono, la droga y los robos


La escena del apuñalamiento es tranquila un lunes al mediodía. El tintineo de los platos y el ruido de las mesas de los bares que despliegan sus terrazas resuena en la plaza, repleta de bancos, donde una pareja mayor lee, dos jóvenes charlan con sus guitarras apoyadas en el granito, un grupo de adolescentes fuman cigarrillos y escucha la trampa. Allí mismo, el jueves de la semana pasada, un hombre de 30 años casi muere desangrado. En agosto, en uno de estos bancos, un hombre de 28 años fue apuñalado por un desconocido que pedía dinero. Y en otro banco, en julio pasado, hubo una pelea por botellas rotas y afiladas. En la Plaza del Dos de Mayo, en pleno centro de Malasaña, han saltado las alarmas. Lo mismo ocurrió este verano en su vecino Tirso de Molina, en Lavapiés. Dos ágoras históricas de la capital que, en apenas medio año, reavivan una escalada de inseguridad.

La noche del último incidente la calle estaba abarrotada. En plena festividad nacional por el Día de la Raza, un transeúnte vio a un hombre ensangrentado y alertó al 112. Una profunda incisión en la ingle del hombre de 30 años le perforó la arteria femoral derecha. Los paramédicos lograron detener la hemorragia con un torniquete y trasladarlo al Hospital Clínico en estado muy grave. A la mañana siguiente, la Policía Nacional detuvo al presunto agresor, un dominicano nacido en 1982. Una furgoneta policial custodiaba la Plaza del Dos de Mayo durante unos días, pero ya no está. Los padres del AMPA Pi y Margall, el colegio público que hace esquina con la plaza, estallaron en un comunicado. Temen convertirse en “el Bronx de Madrid”.

«Todo esto viene después del apuñalamiento de la semana pasada, que fue el colmo. Es un abandono profundo y progresivo y la característica de esta plaza es que hay una guardería y un colegio público que están tremendamente abandonados”, lamenta por teléfono un portavoz del AMPA y padre de una niña de cuatro años. Dice que Cada mañana, los menores hacen cola para entrar al colegio: “Tenemos que cambiar el orden de la cola porque hay cristales en el suelo”. A veces evitan “manchas de sangre”. Ayer, a primera hora de la mañana, “en el interior del colegio En la casita de enfrente, en el patio de juegos, dormía un polidrogo.” A las cuatro de la tarde, mientras los niños salían de clase, otro señor increpó a los padres, “gritando y enojándose mucho”. “La verdad es que teníamos miedo”. “, reconoce el portavoz de unas 200 familias.

La historia de la Plaza del Dos de Mayo es larga, pero ha empeorado en los últimos meses. A mediados de agosto, un hombre de 54 años y nacionalidad española apuñaló a un joven por una limosna de 50 céntimos. “Me vas a dar dinero por las buenas o por las malas”, espetó el atacante antes de abalanzarse sobre dos jóvenes sentados en un banco. Un mes antes, una pelea grupal dejó dos personas, de 23 y 24 años, heridas -la más grave, con un corte en la yugular provocado por una botella- y un detenido.

Un corazón degradado

Vivir en las tradicionales fachadas de la Plaza del Dos de Mayo sale caro. Sólo una habitación cuesta 670 euros al mes. El precio medio de un piso ronda los 340.000 euros y el alquiler supera los 1.200 euros al mes. Aunque la zona fue renovada hace cuatro años, los portales parecen una postal de degradación. Los botes de basura están desbordados y el área de tierra del lado oeste está salpicada de colillas de cigarrillos. El corazón de la plaza mantiene su esencia, largos bancos de granito protegidos por altos muros de graffiti. Los graffitis están por todas partes: paredes, cubos de basura, farolas, bancos, incluso en los árboles.

La Plaza del Dos de Mayo, este lunes

ISABEL PERMUY

El Ayuntamiento de Madrid asegura que limpia la plaza a diario y prepara una limpieza “a fondo” este mes de octubre, según fuentes municipales. Pero el portavoz de la AMPA responde: «Desde hace año y medio se propone una limpieza profunda. El colegio tuvo una reunión con (el presidente del distrito Centro) Carlos Segura, quien prometió que el 16 de octubre pintarían la fachada. Hoy (ayer) no ha pasado, es lo mismo y mañana será lo mismo.

Los padres no son los únicos que exigen más acción municipal. La semana pasada, tras el cuarto apuñalamiento en cuatro meses, los hosteleros de Malasaña y la asociación de locales de ocio nocturno Madrid en Vivo se reunieron con la Policía para pedir más vigilancia. «También hay robos a las puertas de discotecas. “Notamos que volvía a crecer la inseguridad, a la que estábamos regresando hace 20 años”, dice el dueño del bar Gato, Víctor Patiño, que abrió a un costado de la Plaza del Dos de Mayo en 2019. Patiño habla del regreso de drogas, de “tráfico entre jóvenes que tienen armas escondidas”. “Sacan a pasear los machetes y los cuchillos”, afirma.

Dos jóvenes leen en uno de los muros grafitis de la Plaza del Dos de Mayo

ISABEL PERMUY

El Plan de Rehabilitación del Centro de Madrid de 1987 cambió la fisonomía de Malasaña, epicentro de la Movida, que en los noventa se convirtió en escenario madrileño del indie y el punk. Y la Plaza del Dos de Mayo, en una de las botellas capitalinas. Un cruce de caminos donde se tocaron timbales, se encendieron hogueras, se lucieron looks de cuero, se compartieron porros y calimochos. Los drogadictos que sobrevivieron a la epidemia de drogas de los años ochenta también hicieron de la plaza su lugar de encuentro; Hoy en día, personas con vidas casi desesperadas completan la atmósfera de inseguridad de la zona.

Borrar los problemas de convivencia en esta plaza no es fácil. Su arquitectura, un ágora rodeada de muros y bancos en torno al monumento de Daoiz y Velarde, invita a los jóvenes a sentarse con sus litros. O los indigentes para descansar con sus pocas pertenencias. Se trata de una morfología similar a la de la plaza Tirso de Molina, donde este verano los vecinos estallaron por el crimen de un comerciante que fue el colmo para ella. Un español de 58 años que consumía drogas y deambulaba por la plaza asestó tres puñaladas a Concha. «Aquí tenemos robos, peleas, insultos, amenazas… Y ahora un delito. No podemos seguir viviendo así”, lamentó un vecino, uno de los testimonios que torrevieja news today publicó en agosto. En mayo se produjo una reyerta multitudinaria; en agosto, un ataque con cuchillo de cocina; en septiembre, un robo con puñaladas en una tienda, en todos estos hechos hubo heridos por arma blanca.

“Desde que desalojaron La Quimera ha ido a peor”, afirma uno de los hosteleros de Tirso de Molina; No quiere que se publique su nombre ni el de su colegio. Se refiere al edificio ocupado en la cercana plaza Nelson Mandela que la policía vació en septiembre del año pasado, un foco de drogas que ahora se ha derramado en las calles. «Se gritan entre ellos, no es sólo que beban, eso es lo de menos. Hay muchos policías, lo saben, pero lo que tienen que hacer es limpiar la plaza, quitar ese muro, que pusieron ahí. “Ya quitaron los arbustos, donde guardaban todo tipo de armas: herramientas, destornilladores…”, resume el hotelero.

Varias personas, este lunes al mediodía, en los bancos de la plaza de Tirso de Molina

ISABEL PERMUY

Las últimas obras que retocaron la plaza, durante el mandato de Alberto Ruiz Gallardón, pretendían transformarla en un mercado de flores que ahuyentara el deterioro. Sin éxito. Un puñado de quioscos venden ahora ramos y plantas mientras grupos de personas molestan a los comerciantes, los contenedores acumulan residuos, las hojas cubren la acera y los clientes en las terrazas agarran sus bolsas cuando un drogadicto se acerca a pedir unas monedas.

Antes de revalidar el cargo en las elecciones municipales, José Luis Martínez-Almeida prometió reformar de nuevo la Plaza del Dos de Mayo y Tirso de Molina. Por ahora, los proyectos de renovación se encuentran en fase de redacción.

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