José Luis Torró: Por un bilingüismo amable


José Luis Torró

El médico que me atiende en consultas externas, el único servicio que ha entrado en funcionamiento en el nuevo hospital de Ontinyent, que aún no está terminado a pesar de haber sido inaugurado por Ximo Puig poco antes de las elecciones autonómicas, me habla en español. Respondo a sus preguntas en lengua cervantina.

No se me ocurrió ni por un momento pedirle que me hablara en valenciano. La enfermera, que siguiendo las indicaciones del médico, me entrega una tarjeta indicándome que debo volver a consulta dentro de un año, me habla en valenciano. Y respondo en el mismo idioma, el mismo con el que habló y escribió el sabio dominico Luis Galiana (Ontinyent, 1740-1771) y con el que escribió su ‘Rondalla de rondalles’.

Debo manifestar que en ningún momento durante la consulta me sentí traumatizada, violada, estresada, molesta o incluso incómoda por cambiar de un idioma a otro. Lo hice con mucho gusto y naturalidad. Debe ser algo de la buena educación familiar que recibí de mis mayores. En la casa Torró fueron cooficiales valencianos y castellanos durante décadas antes de serlo por reconocimiento estatutario en estas tierras del Reino de Valencia, convertidas en una comunidad de vecinos, aunque numerosa por haber superado los cinco millones de habitantes. Y por no haber podido mantener su nombre ancestral.

Abro paréntesis: sobre renunciar al nombre histórico -y también preciso y precioso- de Reino de Valencia Es algo que nunca entendí. Y todavía no lo entiendo. Me temo que la culpa es de uno más de esos complejos que nos aquejan y que llevan al abandono de todo lo que es nuestro. Sobre nuestra historia, lengua, cultura y personalidad. Cierro paréntesis.

La víspera de este 9 de octubre, escuchando a los quejosos concejales capitalinos que, manipulando la historia, intentan quitarle sentido y legitimidad a la entrada de la Senyera en la catedral de Valencia y al Te Deum, decidí documentarme sobre los antecedentes. en el que se sostiene una tradición más que centenaria iniciada por nuestro Rey Jaime I.

Son una auténtica delicia las historias que cuenta el notario y cronista Marco Antonio Ortí Ballester en su obra ‘Siglo IV de la Conquista de Valencia’, de la que tomo prestado el siguiente párrafo, y que dedico con mucho gusto a Joan Ribó, Sandra Gómez y otros apóstatas de la verdadera tradición valenciana: «Por ser citados a las ocho de la mañana en el Ayuntamiento el día de San Dionisio, la Justicia Penal, los Jurados, los Racionales, los Síndicos y los demás funcionarios, para portar y acompañar el pendón (sic) del Murciélago , que llaman en Valencia el Rat Penat, Iglesia principal, y allí asiste el Oficio y Sermón…».

El cronista relata detalladamente que los jurados vestían “con sus togas de damasco carmesí, con fajines y botones de oro. Los dos síndicos, y los demás oficiales, vinieron muy galantes y costosamente vestidos.” Y menciona un lío protocolar por la indisposición de Pedro Josep Balaguera, el señor que ese año recibió la Senyera. Lamento no poder ampliar más adelante sobre este incidente, ocurrido hace cuatro siglos, que no difiere mucho de las disputas entre concejales y otros dirigentes por ocupar un puesto más destacado que otro en desfiles y procesiones.

Lo que estaba buscando, hubo misa y sermón el 9 de octubre de 1238. El arzobispo ofició y el obispo de Orihuela predicó “en lengua valenciana, porque desde la época de la conquista siempre se ha observado en tiempos de S. Dionisio y S. Jorge predicar en la lengua materna, y sería muy Es justo que siempre se predique.” así, tanto porque las excelencias, propiedades y energías de este lenguaje son más adecuadas para la explicación de todo lo que se requiere para alcanzar los fines solicitados a través de la predicación; como porque participarán más de la doctrina evangélica aquellos que, siendo meramente valencianos, no puedan entender todas las frases en español. Pues siendo así, el permiso para predicar comúnmente en lengua castellana surge de un acuerdo muy justo porque siendo Valencia patria general de todas las naciones, es necesario ajustarse en algo tan importante a la inteligencia de todas ellas, porque no puede ser: “Hay que predicarlo sólo para los valencianos, además de que la lengua castellana está tan introducida en Valencia que se habla comúnmente y casi no hay quien no la entienda, pero esto no desvirtúa el aprecio que Los valencianos deben tenerlo por su lengua.”

El cronista de cuanto sucedió hace cuatro siglos Lamenta no haber podido incorporar el texto del sermón porque por más que preguntó al predicador, don Juan García de Artes, éste respondió “que no lo tenía escrito, porque sólo predicaba lo que Dios le había inspirado”. ” Debió ser una gran inspiración para él hablar durante una hora en valenciano.

Yo digo que si nuestros mayores apuestan por él bilingüismo amigable Como refleja la crónica, no veo motivo para seguir peleando por imposiciones, vetos, insultos, elogios, desglosias, en valenciano o castellano. Al pau de Déu.


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