El Festival de Otoño abre su abanico a la música en directo y la danza


Cada vez es más difícil definir la escena contemporánea a partir de un único género. Él Festival de otoño de la Comunidad de Madrid ha apostado mucho en los últimos años por recoger este patrimonio de creación híbrida, ofreciendo acogida a todos los lenguajes escénicos, como señala su director, Alberto Conejero, y fomentando el encuentro y el diálogo entre disciplinas diversas. Entre el 9 y el 26 de noviembre, la 41ª edición del Festival de Otoño ofrece una programación más heterogénea que nunca, donde encontramos quince propuestas en las que la danza, la música, las artes corporales y las artes sonoras en todo su potencial expresivo.

Dos de las cabezas de cartel de este año hacen clara referencia al mundo de la danza. Por un lado tenemos a Dimitris Papaioannou, que presenta un dúo de gran belleza física y plástica en los Teatros del Canal los días 23, 24 y 25 de noviembre. ‘INK’, donde el propio creador griego sube al escenario junto a la bailarina alemana Šuka Horn , es agua y cuerpo, líquido y carne, naturaleza viva y desnuda, danza y lucha, mirada y gemido, silencio y luz. Se trata de una pieza relacionada con otra anterior, ‘Materia prima’ (2012), que también partió de un dueto entre el hombre vestido y el hombre desnudo, artista y modelo, padre e hijo, hombre maduro y joven en una danza de seducción y defensa. Por otro lado, contaremos con la gran Sasha Waltz con ‘In C’ (Teatros del Canal, 18 y 19 de noviembre), que trae al cuerpo las infinitas variables de la pieza musical homónima de Terry Riley, el padre del minimalismo. música, de una manera libre, alegre y colorida, casi como una celebración de la vida.

Otro gran evento físico, donde seremos testigos de un viaje agónico hacia los límites del cuerpo, se vivirá en el Teatro del Bosque de Móstoles el próximo 22 de noviembre de la mano de la coreógrafa canadiense Catherine Gaudet. Este creador aparece por primera vez en España con Les jolies choses / Las cosas bonitas, una obra que, en palabras de Gaudet, “muestra la fricción entre los ideales colectivos en los que nos proyectamos y la realidad del entorno artístico actual”. Lo hace a través de una partitura rítmica que sigue la música mecánica de Antoine Berthiaume. No en vano, los cinco intérpretes configuran una máquina humana en movimiento creciente que viaja hacia el éxtasis.

Francia y Bélgica, por su parte, aportan tres propuestas que podrían considerarse teatro musical si este concepto no remitiera en el imaginario colectivo únicamente a lo que solemos llamar musicales. Pero son tres oportunidades perfectas para comprobar que teatro y música conviven de maneras muy diferentes. Empezando por la inclasificable creadora belga Miet Warlop, siempre sorprendente. En ‘Una canción’, que es la pieza que nos trae al Centro de Cultura Contemporánea de Condeduque los días 17 y 18 de noviembre, doce intérpretes entran en escena en un hipnotizante ritual sobre la despedida, la vida y la muerte, la esperanza y la Resurrección. A través de la metáfora de una competencia/concierto en vivo, que incluye un comentarista y una animadora, Miet Warlop nos invita a formar una comunidad y animarnos unos a otros, como en una celebración, a través de la escucha recurrente de una sola canción. .

El ingrediente musical es igualmente central en la obra que llega del parisino Théâtre des Bouffes du Nord, ‘Sans tambour’, que veremos en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional los días 17, 18 y 19 de noviembre. pieza dirigida por Samuel Achache que se construye sobre una dramaturgia no lineal basada en la descomposición de una relación de pareja, con humor y melancolía y la compañía musical de los Lieder de Schumman. También hay mucha música en otra obra que viene de Francia, Aria da Capo, producida por el CDN de Orleans/Centre-Val de Loire con dirección y dramaturgia de Séverine Chavrier. Los días 17 y 18 de noviembre, el Teatro de La Abadía acogerá este acercamiento a la adolescencia protagonizado por cuatro jóvenes músicos que manejan el piano con tanta destreza como la cámara del teléfono móvil.

No queremos dejar de mencionar aquí otra propuesta que tiene mucho de teatro físico y arte sonoro. Hablamos de MOS, una pieza de la bailarina y coreógrafa griega Ioanna Paraskevopoulou (visitó el festival hace dos años como parte del elenco de Larses C., de Christos Papadopoulos), donde el movimiento se relaciona con lo visual y lo sonoro, desde de obra inspirada en la técnica de los efectos foley, los efectos sonoros del cine. Lo veremos en los Teatros del Canal los días 17 y 18 de noviembre.

Con el foco ahora en nuestros creadores, este año viviremos dos grandes acercamientos a dos compañías cruciales para entender la evolución de la danza contemporánea española: La Phármaco y Mal Pelo. En el primer caso, el colectivo liderado por Luz Arcas estrena en el Festival de Otoño su trilogía Bekristien / Tríptico de la Prosperidad (Teatros del Canal, 25 y 26 de noviembre), un evento escénico de casi tres horas que promete ser inolvidable, donde parte de la obra va acompañada de la música de Le Parody. La trilogía comienza con Domestication, una naturaleza muerta viva que rezuma exuberancia; continúa con We Are War, que diluye la fiesta pagana de la primera parte para dar paso a la fuerza del trabajo, el sudor y las lágrimas que dan el pasaporte al paraíso; y finaliza con The Good Work, una “profecía visual sobre la obsolescencia”, en palabras de la propia Luz Arcas.

Por su parte, Mal Pelo aparece con dos títulos. En primer lugar veremos La montaña, la verdad y el paraíso (Teatros del Canal, 22 y 23 de noviembre), una obra que, para Pep Ramis (cincuenta por ciento de Mal Pelo con María Muñoz), nace de la necesidad de construir una ficción personal, actualizar la experiencia de los últimos trabajos realizados e investigar los intereses artísticos del momento. Es un solo en el que el intérprete construye un universo poético que se pregunta por el significado de lo divino y lo vulgar, sobre la espiritualidad y la ignorancia, sobre la belleza y la banalidad. Ramis también sube al escenario en la segunda de las piezas de Mal Pelo que veremos este año en el festival, Doble infinito. La llamada del pájaro azul (Teatros del Canal, 25 y 26 de noviembre), esta vez con María Muñoz, donde volverán a bailar juntos y solos después de muchos años, para explorar algo que nace de la necesidad del cuerpo y de la necesidad de imaginar otro futuro.

Danza y música también se unen en los Estudios Elementales que reúnen al coreógrafo y bailarín Jesús Rubio Gamo (Premio Ojo Crítico de Danza y Premio Max al Mejor Espectáculo de Danza, ambos en 2020 por su impresionante e inolvidable Gran Bolero) y la violinista Luz Prado. , virtuosa que ha desarrollado una nueva técnica en la que toca con dos arcos. Juntos proponen un diálogo escénico donde comparten reflexiones sobre sus respectivos medios de expresión, la música y la danza. Ambos tienen una formación clásica que reconocen como un elemento identitario y les fascina sacar a la superficie y hacer presente esta herencia canónica que subyace a sus disciplinas artísticas. Un presente absoluto hecho de la interacción entre el sonido de la música y el movimiento del cuerpo: ese acto primordial de dejarse llevar, de acompañarse hacia lo desconocido en busca de una determinada forma de plenitud del ser. La veremos en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares el 11 de noviembre y en la Sala Mirador los días 24 y 25 de noviembre.

Luz Prado también estará presente en la Apertura del proceso: Actos I y II de Alberto Cortés el próximo 15 de noviembre en los Teatros del Canal, en lo que será una oportunidad para profundizar en la próxima obra del creador malagueño, que permite público entrar en su cocina para degustar los ingredientes que conformarán la pieza que estrenará el próximo año. Asimismo, danza y música se dan la mano a través del folklore en el encuentro que organiza e imparte la compañía Mucha Chica junto a gente de la Sierra Norte de Madrid, con epicentro en La Cabrera. El resultado final de esta experiencia titulada Seré folklore estará abierta al público en el Centro Regional de Humanidades Sierra Norte de La Cabrera los días 18 y 19 de noviembre.

Tulsa y María Velasco estarán en el 41 Festival de Otoño con la obra Amadora

jorge sierra

Concluirá con tres propuestas donde música y teatro van de la mano, tres formas muy diferentes de cumplir con este acuerdo siempre cordial. De un lado está Miren Iza, conocida musicalmente como Tulsa, cuyo último trabajo, Amadora, tendrá continuidad escénica a través del trabajo que ha creado junto a María Velasco, quien escribe y dirige un espectáculo producido por Teatro Kamikaze. Con Socorro Anadón, Celia Bermejo y Carmen Mayordomo como actrices, las canciones de Tulsa se hacen carne para hablar de las madres que las parieron con una frase de Virginia Woolf como lema y bandera: “pensamos en el futuro a través de nuestras madres”. Amadora se podrá ver tanto en Madrid, en los Teatros del Canal (11 y 12 de noviembre), como en el Real Coliseo de Carlos III de San Lorenzo de El Escorial (18 de noviembre).

Por otro lado, la actriz Eva Rufo nos sorprenderá con un espectáculo donde se unen la música electrónica y la poesía. Se trata de ‘Yo Deseo’ (recital electrónico de inconfesiones femeninas), donde comparte escenario con el músico Enrico Barbaro, bajo la dirección de Eduardo Mayo. El título lo dice todo. Se trata de un recital que tendrá lugar en Réplika Teatro el próximo 11 de noviembre, un recital de lo indecible donde se recogen textos poéticos de los márgenes del mundo oficial masculinizado, viajando desde Safo hasta Sor Juana Inés, pasando por Li Ye, Wallada, Hildegarda. de Bingen, Hadewijch de Amberes, Hafsa Al-Rakunía, Beatriz de Día, Christine de Pizan, Florencia Pinar, Teresa de Ávila, Louise Labé, Gaspara Stampa o Aphra Behn. Sus voces dialogarán en este viaje con las de autoras contemporáneas como Ana Frank, Gloria Fuertes, Alejandra Pizarnik, Idea Vilariño, Gioconda Belli, Ana Rossetti, Aurora Luque, Anne Carson o Elena Medel.

Este recorrido finaliza con una propuesta única donde el sonido adquiere vital importancia a través de un sonido tan bello como frágil, el silbido. Esquizofonía. La pieza que veremos y, sobre todo, escucharemos en el Teatro Pradillo los días 18 y 19 de noviembre se suma a la colaboración que el Festival de Otoño mantiene con Surge Madrid y presenta el trabajo de Silbatriz Pons (alter ego de la actriz Marisa Pons , que escribe y dirige la pieza junto a Luis Moreno). El cuerpo -humano- que silba renuncia a la palabra, convertido en un ser que es mujer y máquina al mismo tiempo. “Este silbato vive en la abstracción”, afirma Pons. Intento entender su comportamiento y su dinámica. “Pienso en los animales pero no olvido que el silbato no tiene cuerpo: el cuerpo es mío y ya no me disfraco”.

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