«Al Levante se le dopa cuando tiene un recurso infinito, que es el Mediterráneo»


Dice borja castro que “el tema del traspaso Tajo-Segura me ha tocado en primera persona”. Habla de que cuando se construyeron los embalses, allá por el franquismo, se inundaron las tierras más fértiles, mucha gente “no supo convertirse al turismo náutico y tuvo que emigrar a la ciudad”. “En mi familia eran agricultores y ganaderos y, como consecuencia, tuvieron que emigrar a Madrid para buscar un futuro”, cuenta.

Castro, joven en la treintena, se graduó en Periodismo y estuvo cinco años en la Cadena Ser. También se especializó como locutor publicitario y actor de cine y ahora tiene una excedencia en Unipublic, la empresa que organiza la Vuelta Ciclista a España, donde trabajaba como productor. .

Desde 2019 es el orgulloso alcalde de alcocer, localidad de la provincia de Guadalajara en el límite con la de Cuenca, a orillas del embalse de Buendía, que tiene censados ​​315 vecinos, lugar al que pertenecieron sus abuelos y padres. Acaba de renovar la mayoría absoluta en el Ayuntamiento bajo las siglas del PSOE y a mediados de julio pasó de vicepresidente a presidente del Mancomunidad de Municipios Ribereños de Entrepeñas y Buendía. La entidad agrupa a 22 municipios (once de cada provincia) y que juntos no suman 10.000 habitantes. Las mayores son Huete, Cifuentes y Sacedón (por ese orden), que apenas superan los 1.500 habitantes.

—¿Por qué es tan perjudicial el trasvase Tajo-Segura?

—Es muy perjudicial porque con los recursos de un territorio se está enriqueciendo otro de manera artificial. El Levante se dopa cuando tiene un recurso infinito, que es el Mar Mediterráneo. ¿Cómo es posible que en tiempos de cambio climático se estén utilizando los escasos recursos hídricos (en los últimos diez años se han reducido en un 40 por ciento las aportaciones a los embalses de Entrepeñas y Buendía) para crear riqueza, en este caso para la agricultura de regadío, en lugar de de conservarlos y utilizarlos de forma más sostenible.

Que quede claro que no nos oponemos a la transferencia para el consumo humano. Es algo básico, de humanidad y no podemos negar que cualquiera bebe. Lo que rechazamos es que, si el agua se va a convertir en riqueza, primero sea para los ribereños y luego para el resto. El ejemplo es el Oleoducto Manchega, que es una infraestructura para que beban otros territorios de Castilla-La Mancha. No puedes confundir a la gente. El trasvase Tajo-Segura es para regar negocios privados, para enriquecer empresas a costa de recursos de otro territorio, mientras que el Canal Manchega es para que la gente beba, para que el agua salga por los grifos. Y también se saca del trasvase el agua para el Oleoducto Manchega, no es que sea adicional. Es aproximadamente 0,85 hectómetros cúbicos cada mes.

—¿Cuál es la situación actual de los embalses de Entrepeñas y Buendía?

—Estamos algo mejor que el año pasado, a pesar de que la situación sigue siendo muy mala. Ahora estamos al 22,5 por ciento de la capacidad total de los dos embalses, que son unos 560 hectómetros cúbicos. Lo que queremos es establecer una lámina de agua estable de unos 1.000-1.200 hectómetros cúbicos. Eso significaría dejar que los embalses respiren durante unos años. Aun así, el agua que hay apenas nos permite salvar la temporada estival con un turismo claramente ligado a esta temporada.

¿Qué sería lo ideal?

—Lo principal es crear certidumbre y seguridad en los negocios. Cada vez que hay un nuevo partido, se dicta una nueva política de aguas. Lo primero, repito, es establecer una lámina de agua estable y que debajo de ella no se pueda traspasar. Pondré un ejemplo: todas las compañías náuticas tienen que mover el pantalán todas las semanas porque baja el agua y donde estaba el pantalán hay barro, barro, pestilencia, animales muertos, vegetación muerta…

¿Qué papel juega la asociación?

—La asociación nació hace 30 años y mantiene su mismo objetivo: el activismo político. Luchar contra el traslado, que es la estructura que nos mata, que nos arruina. Y luego, por otro lado, buscar el desarrollo de la región ribereña.

¿Qué ha hecho este gobierno que no hayan hecho los anteriores?

—Lo primero ha sido cortar el traslado. El anterior Gobierno de Rajoy blindaba los trasvases de manera automática para que se enviara agua al Levante todos los meses. El actual Gobierno ha modificado ese real decreto para recortar los trasvases de nivel 2, de 38 a 27 hectómetros cúbicos de agua. Esto nos ha permitido reducir los envíos en más de 170 hectómetros. Además, se acaba de aprobar en los planes de cuenca que fijan caudales ecológicos para mejorar la salud del río Tajo; se van a destinar casi 800 millones de euros a la puesta en marcha de la desalinización en Levante, lo que va a permitir ir sustituyendo paulatinamente esa falsa dependencia del trasvase; y se ha invertido en depuración, especialmente en la zona de la Comunidad de Madrid, que es donde más residuos se envían al río.

Otra de las cosas que ha hecho el Gobierno ha sido destinar 40 millones a los pueblos ribereños para infraestructuras hidráulicas, cambios en las redes de saneamiento, mejoras en los depósitos de agua, depuración, contadores inteligentes… Esos 40 millones están depositados en Castilla-La Mancha Agencia de agua. Y además, ha puesto sobre la mesa otros tres millones para terminar las obras de Morillejo, que nos garantizarán agua en cantidad y calidad. Esto ha sido porque hubo determinación política. Aunque seamos menos, tenemos los mismos derechos que en el Levante.

—¿Qué proponen PP y Vox al respecto?

—Lo hemos visto en campaña y lo tenemos fresco. Hemos visto a Esteban González Pons decir que Feijóo nunca cortará trasvases, siendo negacionista de las desaladoras; o el presidente del Murcia, que repite que con Feijóo seguirán los traspasos. Y luego tenemos al máximo dirigente de Vox diciendo que cualquiera que se pronuncie en contra del traspaso será expulsado de Vox.

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