La Seminci hace hueco al cine como mecanismo interdimensional, un instituto como metáfora del mundo y el poder del amor


Tres películas dispares se sumaron ayer a la competición oficial de la 68 Semana Internacional de Cine de Valladolid. El primero en abrir el fuego fue ‘Samsara’, tercer largometraje del gallego Lois Patiño, que participó por primera vez en Seminci con un viaje interdimensional de la muerte a la vida, en una película concebida para verse mayoritariamente “con los ojos cerrados”. A continuación llegó el turno de ‘Teachers’ Room’, del alemán Ilker Çatak, que toma un instituto como un microcosmos donde encierra los males endémicos de una sociedad contemporánea a punto de explotar. Y la jornada se completó con ‘Unknowns’, la nueva película de un viejo conocido del festival como Andrew Haigh’, que ocho años después de ’45 Years’ regresa con una historia de fantasmas redimidos por el poder curativo del amor.

‘Samsara’ es una historia de transmigraciones de almas y viajes en el tiempo y el espacio, con la que pprofundiza en la “búsqueda de lo invisible en el cine”. La película partió de la idea de “hacer una película para ser vista con los ojos cerrados”, y lleva la apuesta radical hasta el último término a través de una adaptación absolutamente libre del Bardo thodol, el libro tibetano de los muertos.

‘Samsara’ es un viaje extrasensorial de la vida a la muerte, y de la muerte a la vida. “La vida cambia”, todo se transforma, y ​​las conexiones entre los seres vivos, ya sean personas, animales o plantas, están ahí, aunque insistamos en mirar para otro lado. La película comienza en Laos, con un nuevo grupo de jóvenes monjes meditando y viajando a otros lugares en el espacio-tiempo. Ese es el juego que Patiño propone al espectador, llevándolo a otra dimensión, con la ayuda del celuloide, que en su caso utiliza por primera vez.

De la mano de una anciana que ve acercarse la muerte, y que se prepara para el viaje mientras un joven le lee el Bardo en un remoto pueblo budista, el espectador se lanza al vacío en una historia de leyendas, mitos y ritos. que enlaza con la filmografía anterior del gallego en la medida en que propone una forma de conexión con la naturaleza más allá de lo racional.

Según explicó el cineasta a los medios en rueda de prensa, la semilla del proyecto surgió de su interés por “explorar las relaciones del ser humano con el paisaje y con la experiencia contemplativa y meditativa de la imagen”. En su exploración del lenguaje cinematográfico, el anterior largometraje de Patiño fue ‘Lúa vermella’ (2020), donde “reflexiona sobre los muertos y la idea del más allá”, dentro de la tradición gallega.

Un mundo en el abismo

Todo parece a punto de estallar en la ‘Sala de Profesores’. Rodada en unos asfixiantes cuatro tercios, con estridentes violines que enervan cada secuencia, la película sigue los pasos de Carla, una profesora de Matemáticas y Educación Física que debuta como profesora en un centro donde se están cometiendo una serie de robos que convierten a todos los presuntos culpable.

En clave de ‘thriller’, el cuarto largometraje de Çatak sy se desarrolla como un intenso estudio sociológico, que profundiza en las perversas dinámicas de poder que se establecen, los abusos o tensiones que florecen en un instituto, entendido como un microcosmos. La cámara acompaña en todo momento a la protagonista, una mujer racional que intenta llegar al fondo del asunto y que se ve envuelta en un laberinto elíptico del que ya no podrá escapar.

El plano secuencia y la cámara al hombro son las herramientas formales con las que se apoya el cineasta. construir un crescendo en torno a la psicosis colectivamientras siembra la historia en piezas de un rompecabezas aparentemente inconexo, que el espectador es invitado a construir, como el cubo de Rubik que la propia protagonista ofrece a su alumno más avanzado.

Este juguete sirve también como metáfora de una sociedad en descomposición, que para recomponerse necesita descomponer el resto, y donde la ciencia deja de ser exacta y se vuelve aleatoria, y la verdad deja de tener sentido en virtud del relato. Como en una partida de ajedrez, el director mueve sus peones mientras el sistema colapsa, y la pérdida de control se hace evidente a medida que avanza la situación.

La lucha de clases, el racismo, el miedo, los prejuicios, lo colectivo, el papel distorsionado del cuarto poder…Son muchos los temas que aborda ‘La habitación de los profesores’, elegida por Alemania para participar en la carrera por el Oscar a la mejor película internacional, que en el fondo trata sobre la relevancia o más bien la pérdida de relevancia de la verdad en el mundo en el que vivimos, donde la desconfianza y la desinformación son rampantes.

Heridas abiertas

Protagonizada por el dúo estelar que forman Andrew Scott (‘Sherlock’) y Paul Mescal (‘Aftersun’), ‘Unknowns’ adapta a la gran pantalla la novela ‘Strangers’ de Taichi Yamada. La historia se desarrolla en un fantasmal edificio de apartamentos del Londres contemporáneo, una torre prácticamente vacía donde Adam, guionista de cine y televisión, se ha instalado, intentando sin mucho éxito empezar a escribir un guión ambientado en 1987, el año en que su vida cambió. Con sólo doce años perdió a sus padres en un fatal accidente, y desde entonces vive atormentado por el silencio.

Su transición de vuelta a la vida, en total soledad, se ve interrumpida cuando conoce a Harry, un misterioso joven que parece ser su único vecino, y comienza una relación entre ellos, tras el encuentro de dos soledades reflejadas la una en la otra. Es el detonante de una explosión interior en Adam, que le permite abrir una especie de puerta temporal al pasado, como hizo la pequeña Nelly en la bella ‘Petit Maman’ de Céline Sciamma, a través de la cual conecta con sus padres. en la casa donde vivían juntos antes del accidente.

El público acompaña al protagonista en un complejo viaje de curación interior, en el que intenta saldar cuentas pendientes con sus padres y liberarse del sentimiento de culpa con el que ha crecido desde pequeño, solucionando silencios y ausencias dolorosas, a través de un febril juego de espejos y reflejos donde la realidad y el sueño, la vida y la muerte , y la muerte en vida, se entremezclan.

«Quería ahondar en mi propio pasado, como hace Adam en la película. “Me interesaba explorar las complejidades del amor familiar y romántico, pero también la experiencia concreta de una generación específica de gays que creció en los años 80. Quería alejarme de la tradicional historia de fantasmas de la novela y encontrar algo más. psicológico, casi metafísico”, completa sobre la película más personal que ha rodado hasta la fecha y que fue recibida con aplausos en Valladolid.

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