Este es el caso de David y Rafael, dos historias muy parecidas que ahora comparten su día a día en este centro de Toledo. David Sánchez es un joven de 29 años de Boadilla del Monte, en Madrid. Un entusiasta de las motos que comenzó con su mayor hobby junto con sus amigos. “Nada me ha dado esa sensación de libertad.“Nos cuenta desde el gimnasio donde hace rehabilitación todas las mañanas.
“He muerto varias veces”
David recuerda poco de aquel domingo por la mañana cuando salió a caminar. “Vas perfecto encima de tu moto, divirtiéndote un rato” hasta que tuvo el accidente. “A el auto se saltó una paradaEra una fila continua y me atropelló”, le dijo su familia después de varios meses en coma. “Estaba muy enfermo. he muerto varias veces y pudieron reanimarme.” Hasta cinco veces nos cuenta que perdió el pulso.
Cuatro meses después y con la pierna izquierda amputada, su recuperación ya ha comenzado. “Sólo podía mover el pulgar de una mano.“Ahora con esfuerzo y constancia estoy recuperando mis músculos y el resto de mi movilidad”. Tu siguiente paso es ganar fuerza y músculo en la parte superior del tronco.
Rafael Luna quedó en silla de ruedas a sus 51 años. Este guardia civil de La Solana, en Ciudad Real, también fue atropellado por un vehículo. “Salía de casa con un amigo en moto y cuando desperté estaba en la UCI”, relata lo ocurrido aquel trágico día. Ahora cuando entrena en la sala de rehabilitación sólo piensa en su objetivo: “Lo primero es salir de aquí. Salir lo antes posible y lo mejor posible. A vivir. A vivir mi vida”.
En la evolución de Rafael y David tener una actitud positiva es fundamental. Y eso les ha hecho forjar una gran amistad en Toledo. “Es una persona increíble. Cuando la encuentras en los pasillos siempre está sonriendo. Cuando la ves en la mañana, en la tarde, en la noche, siempre tiene una sonrisa”. Así define su pareja a David durante estos meses fuera de casa. “También anima mucho a los demás pacientes. Se cruza con ellos y les dice: ¡sigan adelante, se irán!”.
Es el mensaje que nos dejan luego de sostener una distendida conversación con ellos en el Hospital Nacional de Parapléjicos. Donde, entre risas, Rafael nos hace una promesa: “Si el año que viene salgo a caminar haré la Carrera Ponle Freno. Y si no, también.” Y nosotros, por supuesto, le damos la palabra de que lo haremos con él. Porque correr sí salva vidas. Es lo que se conoce como la huella de Ponle Freno, esa marca que continúa tras cruzar la meta. línea. .