Un gran poeta y un dandy que nunca cuestiona un abrazo.
Ángel Antonio Herrera lleva a Madrid en los pliegues más escondidos del alma. Lo que nunca ocultó, si la poesía es un ejercicio de sombras, fue su labor como poeta, como ladrón de fuego, que no derrochaba dinero en portada, papel secante o cámara para regalar…
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