“La paja está ahora mismo en 150 euros la tonelada cuando antes pagábamos 50″, lamenta y añade que “es más caro que un kilo de patatas en un congelador”. Aitor Biritxinaga, agricultor de Bérriz, afirma que si no pueden pagar la paja sacaran vacas porque no es rentable.
El golpe económico es aún más duro si tenemos en cuenta que por la sequía el forraje también se ha vuelto más caro. La alfalfa, nos asegura José Manuel, hace dos años costaba 220 euros y ahora cuesta 410. El feed ha subido de 300 euros a 500. Y melaza de 190 a 300.
Tal es la escasez de paja que los distribuidores tienen que importalo de francia. Aunque su calidad no es la misma. Sale un poco más húmedo y con menos proteínas, pero al final las vacas tienen que comer algo, se queja José Manuel.
Además, la paja también se utiliza como superficie sobre la que descansan los animales, pero al ser tan cara muchos la están cambiando por esteras o arena.
Muchos ganaderos se preguntan si podrán sobrevivir dos años consecutivos de pérdidas. El alto precio de la paja puede ser el colmo para algunas explotaciones ganaderas.