el vecino perfecto y joven empleado de Correos en Madrid


El mal en esta década puede estar al otro lado de la pantalla del móvil. Hasta que se trunca la infancia, ese momento tan importante en el desarrollo de una persona, y deja consecuencias para toda la vida. Por este motivo, actualmente, el ‘childgrooming’ (suplantar a otra persona para contactar con menores con fines sexuales) está considerado una forma de agresión sexual en nuestro Código Penal. De ahí que el horizonte para el protagonista de esta historia vomitiva se dibuje negro, como su conciencia. Así lo explican a torrevieja news today fuentes policiales, detallando el perfil y la ardua investigación que han seguido durante tres largos años contra el que es considerado uno de los mayores pedófilos online de la Comunidad de Madrid.

Lo único irreal de esta historia es su nombre, llamémosle Iván. Tenía 31 años cuando, durante la pandemia, los agentes del Grupo III de Protección al Menor de la Brigada Central de Cibercrimen En marzo de 2020, comprobaron cómo desde el inicio del confinamiento, la actividad de los pedófilos en las redes había crecido extraordinariamente, ya que pasaban mucho tiempo en casa. “El número de objetivos y expedientes sexuales con menores que se distribuían aumentó, por lo que redoblamos esfuerzos”, explica un inspector al mando.

Operación Olimpo

Así empezó la Operación Olimpo: «Cuando se relajaron las restricciones y volvió cierta normalidad a las canchas nos llevamos una sorpresa. Porque lo que tuvimos como intercambio de expedientes de pedofilia fue más allá. Esa sorpresa consistió en que este tipo, sin antecedentes policiales, que vivía solo en un piso de su propiedad en Fuenlabrada, era joven, trabajaba como cartero de Correos, hacía una vida aparentemente normal y parecía el vecino perfecto. , tenía una cara diabólica. : engañó a menores de 16 años, pero con preferencia a niños de entre 10 y 12 años, preadolescentes, para que se mostraran en privado a través de Instagram, masturbándose o en otras situaciones sexuales y desnudos. Pensaron que estaban coqueteando con una mujer joven.

Iván tenía su propia cuenta en la red social, una real, que mantenía abierta, con su información real y con fotos en las que aparecía ampliamente con amigos, de viaje, en la playa, con chicas y hasta bebiendo. En definitiva, nada fuera de lo común. “Llevaba una vida social muy activa, pero en realidad tenía dos personalidades”, coinciden los investigadores. La otra cara era la de la máscara de los canales de Telegram, P2P y otros perfiles falsos. Son los lugares oscuros donde se produce este tráfico de material pedófilo. Recopilaba los vídeos y otros archivos por tipos, en diferentes carpetas (desnudos, vestidos, ropa interior, posiciones sexuales, estudiantes…). Por un lado, contactó con adultos; Por otro lado, y mediante fotografías muy sugerentes captadas en la ‘deep web’, se hizo pasar por una joven de 17 años.

«Envía fotos en ropa interior»

Con esa última identidad salió a cazar en Internet. Buscó cuentas de niños y contactó con ellos por privado: «Me gustan tus fotos. ¿De dónde eres? ¿Eres atrevido? », les escribió. «Primero intentó hacerse amigo de ellos, dándoles confianza, preguntándoles si habían tenido alguna experiencia sexual o habían besado a alguna chica. Incluso si alguna vez se hubieran masturbado. Si respondían negativamente, les animaba a hacerlo: ‘Pues ya os estáis haciendo mayores…’. Charlas mucho más obscenas que no son reproducibles.

Fingiendo ser una mujer con una larga trayectoria en ámbitos de este tipo, intentaba asesorar a sus víctimas. «Hay conversaciones que duran seis meses. En ellos, por ejemplo, una vez ganada su confianza, les proponía: »Atrévete a enviarme una foto en ropa interior. Te envío uno mío en ropa interior.”

Cuando registraron sus dispositivos móviles, Iván guardaba alrededor de cuarenta archivos de niños masturbándose: “Lo que le gustaba era que se tocaran delante de la cámara, mientras hacían videollamadas en Instagram, para que en esas conversaciones ‘online’ él no Activó su cámara, sólo la de los menores, y, con una aplicación que había descargado, grabó esos directos.

España, Italia, Guatemala, Colombia, México

Luego, guardó el material y lo categorizó en carpetas, cada una con el nombre de cada víctima. Hubo niños que le enviaron cientos de archivos. Los investigadores localizaron un total de 384 personas con las que había mantenido conversaciones. De ellos, 109 con cuentas eran menores de edad. La duración media de cada “relación” era de uno o dos meses; lo máximo, medio año. La mayoría de ellos no estaban terminados cuando la cuenta fue intervenida judicialmente.

Todos los niños son de prácticamente todas las provincias españolas. Sólo cuatro eran de residentes en el exterior: Italia, Guatemala, México y Colombia. “Sabía perfilar muy bien, era inteligente para encontrar lo que buscaba”, añade el responsable de la operación. No se ha encontrado ninguna evidencia de que haya conocido personalmente a nadie. Es más, cuando fueron ellos quienes se lo propusieron, les dijo: “No estoy aquí para quedarme, sólo para divertirme”.

Mantenía hasta 30 chats a la vez, hasta el punto que en capturas de pantalla que tomaba de los vídeos se podía ver el aviso de varias conversaciones online. Fue sin parar.

Tenía más de 30.000 archivos.

Lo más complicado para la Policía ha sido identificar y contactar con los padres de los menores, que desconocían que tenían perfiles ‘fantasmas’. La sorpresa dio paso a la incredulidad y ésta, al terror. Se han tenido que realizar numerosos trámites e incluso se han tomado declaraciones por vía electrónica.

Iván ocultó más de 30.000 expedientes de pedofilia, muchos de ellos inéditos y que, al actuar en su contra, le han impedido vender a otros depravados. Se le acusa de posesión, producción y distribución de archivos sexuales infantiles. Y, por cada uno de los 109 niños, agresión sexual. Se encuentra en libertad pendiente de juicio.

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