«He pensado en acabar con su vida»


La historia de María Jesús Moreno es, sin duda, apta para producir una serie como ‘El cuerpo en llamas’ de Netflix. El caso de la mujer conocida como ‘la viuda negra de Patraix’ Tiene ingredientes suficientes para convertirse en un ‘verdadero crimen’ al nivel de las películas de Rosa Peral. Amores furtivos, engaños, muertes y hasta un bebé en prisión donde cumple una condena de 22 años por planear el asesinato de su marido, Antonio, junto a uno de sus amantes, Salvador.

Él 16 de agosto de 2017Un vecino encontró el cuerpo sin vida de Antonio, un joven ingeniero alicantino, en el garaje de su casa. Recibió hasta ocho puñaladas, casi todas en el pecho. La hora del fallecimiento fue sobre las siete de la mañana, hora habitual en la que salía a trabajar a Ferrovial. Descartado el móvil del robo, la Policía centró sus investigaciones en la posible implicación de su mujer, Maje, y de un tercero, de quien descubrieron, gracias a las escuchas telefónicas de sus llamadas, planeó el crimen.

¿Cómo llegaron a tal conclusión? A través de una serie de conversaciones entre Maje, Salvador y sus amigos, que la youtuber ha recopilado en un vídeo narración. Arakne, cuyo canal se dedica a denunciar casos penales. Frases como “No quiero que te destroces la vida por una rata así”, “Pensé que iba a ser descartado y me están investigando a fondo» o «tranquilo, pase lo que pase no tienes nada que ver», son sólo la punta del iceberg.

En primer lugar, este nuevo documental sobre el ‘caso Maje’ compara dos conversaciones de la ‘viuda negra’ con amigos tras la muerte de su marido. Con el primero, parece avergonzada y poco dispuesta a hablar; Incluso le cuenta “que empezó a hacer la cena para despejarse un poco”, mientras le preguntan si su familia la está ayudando en estos momentos. En cuanto al segundo, en el que charla con una mujer llamada Rocío, habla de sus relaciones con los hombres:

—Maje: resumamos tres puntos. Uno, tú y yo estamos muy locos.

—Amiga: jajaja, pero Maje.

—M: Ya lo sé, pero estoy resumiendo. Punto dos, nos gusta el movimiento, seamos honestos. Por supuesto, la mudanza con chicos guapos. La mudanza la tuve con Antonio, que en paz descanse, no la quería.

—R: Claro, hay que moverlo con…

—M: con el sexo, porque si luego me lo tenía que follar después de la reconciliación no me apetecía. ¿Y con éste? Este tipo me va a follar como me cogió en el baño, quiero decir, quiero hacerlo, ¿vale?

—A: ¿Pero te lo hizo bien o qué?

—M: ¿Y si me lo hizo bien? Casi me como el puto vaso y todo, jajaja.

YouTube video

Tras estas dos llamadas, la Policía interceptó otras conversaciones con hombres con los que Maje mantenía relaciones esporádicas. Uno de ellos, Sergio, a quien conoció una noche de fiesta, y del que, según admitió, “pensaba mucho en él todos los días”. Sin embargo, sus indicios sobre su idea de trazar un plan para asesinar a su marido aumentaron con una conversación documentada por WhatsApp con otro hombre llamado Tomás, quienes presentaron en el juicio más de 2.000 páginas de mensajes entre ambos. A este hombre, ella le hizo creer que su marido la trataba mal y que no sabía cómo terminar la relación.

—Tomás: ¿Te gustaría ver una película con palomitas?

—Maje: perdón, tuve una pelea con Antonio. Lo van a operar y él quiere que esté con él y le he dicho que esto no puede seguir así, que hay que acabar con esta situación. No puedo más. Quiero irme de Valencia.

—T: Lo primero que tengo que decirte es que si te vas de Valencia, nos iremos juntos. Lo segundo es que Antonio no quiere entender nada o no se da cuenta de las cosas. Quiero que te apoyes en mí porque yo también estoy aquí para eso, ¿vale?

—M: me satura, me agobia, lo odio.

—T: Lo sé.

—M: Me considera de su propiedad. Quiero que muera. No puedo soportarlo.

—T: Si tú lo ves así, imagina cómo lo veo yo. No quiero cruzarme con él en la calle.

Imagen de Maje durante el juicio

EFE

—M: Ojalá se muera. A él no le importa lo que pienses. Te deseo lo mejor.

—T: Estoy aquí contigo. No creo nada malo.

—M: El cabrón me está golpeando la puta cabeza, volviéndome loco.

—T: Tengo que respirar profundo, lo digo en serio. Ahora mismo sería capaz de cualquier cosa. Que se joda y te deje en paz, déjanos en paz de una vez por todas.

—M: Yo quería morir hoy.

—T: nunca digas eso. Por culpa de un desgraciado no puedes pensar eso. Me da asco. Ya me lo dio, pero ahora más.

—M: Me maltrata, cariño. Lo juro. Estoy psicológicamente destruido. Va a pagar un alto precio por esto.

—M: Me cago en su madre, te juro que lo voy a matar, ¿has pensado en denunciarlo? porque él te apoyaría al 200%.

—M: He pensado en acabar con su vida.

—T: Sí, yo también, pero no quiero destrozarte la vida por una rata así.

Tras este último mensaje, Maje no volvió a responder a Tomás y centró su objetivo en Salvador, un compañero de trabajo como celador en un hospital de la ciudad de Valencia, con quien mantenía una relación fuera de su matrimonio desde hacía varios años. Casado y con hijas, fue consciente de la “suerte” que tenía de estar con ella, casi veinte años menor, y reconoció que “no podrían tener una relación formal” pero que “iban a estar juntos toda la vida”. “. Algo que le confesó, entre chistes malos, a un amigo:

—Salva: ¿Me ves follando?

—Amigo: ¿Estarías mejor con ella?

—S: Sería mejor si mi situación fuera otra, si tuviera 35 años esto nadie me lo puede quitar. Pero a mis 47 años no puedo ni tengo dinero para ofrecerle el oro y el moro. Ahora no, y es una tía que cuando la veas por primera vez dirás que es mentira sobre ella, a esta la has contratado, le has pagado para que venga contigo y te acompañe.

—R: Es un puto, jajaja.

—S: ¿Qué?

—R: Es un pompón, digo, de esos que hay en los caminos.

—S: mejor, mejor. Mejor en el sentido de que su cuerpo es mejor, mide 1,73. Si fuera una llave, pero no, la ves y dices, hombre, tienes que estar pagando, sino esto no es normal.

—S: ella y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo, hemos compartido tantas cosas. He follado más con ella en dos años que con nadie nunca, qué te puedo decir. Al principio de conocernos follábamos hasta 2, 3 y hasta 4 veces por semana. Ahora lo hacemos más espaciados porque sé que ella puede tener al chico que quiere. Que ella esté conmigo es, para mí, no sé ni cómo decirlo, una maravilla.

—R: Bueno, así lo tienes, ¿no?

—S: Ella cumplirá 30 y yo cumpliré 50, nano. Si yo tuviera un yate, un chalet, pues al final coges a quien quieras. Cuando la veas me darás una palmadita en la espalda y me dirás que la disfrutes mientras puedas.

—S: Me dijo que no tenemos que vernos porque si no no me caso, dejaremos de vernos, estuvimos tres meses y estuve terrible. Hemos llegado a la conclusión de que no importa lo que ella y yo hagamos, vamos a permanecer juntos. Tengo que darle la libertad de hacer lo que quiera. No puedo pensar en tener una relación formal, tengo suerte de que ella quiera estar así conmigo y así lo vamos a hacer.

Las conversaciones entre Maje y Salvador

Más allá de estas conversaciones, en llamadas entre Salvador y Maje se descubrió que habían tramado un plan para matar a Antonio y que intentaban evitar la presión policial de la investigación:

—Salva: se me ha ocurrido que es cierto que tu madre tiene toda la razón, que tienes que desconectarte de tu casa, se me ha ocurrido en cierta medida que también tendrás que desconectarte de mí porque yo te lo voy a recordar. todos los días me ves.

—Maje: Bueno, nunca te dije que tenía eso estacionado, que no lo tenía, o sea, ni siquiera lo pensé. Te prometí que no lo iba a contar y así fue, solo me lo recordaste porque nunca tengo eso en mente.

—S: Tuve una depresión terrible y el otro día llamé a la policía.

—M: ¿Qué estás diciendo?

—S: a mi amigo, a mi amigo.

—M: ay dios, salva, no hagas locuras, eh.

—S: no, llamé a mi amiga, no voy a hacer ninguna locura, no te preocupes.

—S: hay otra persona ahí que no sé quién es, un tal José Antonio, no recuerdo su apellido.

—M: Sí, también le hablé del publicista. ¿Recuerdas al publicista?

—S: A mí también me han dicho que te vas con él a Italia.

—M: sí, pero con más gente.

—S: sí, pero me hizo sentir deprimida porque claro…

—M: Oye, entonces, ¿me están investigando?

—S: a ti o a él, porque lo saben.

Imagen de Salvador durante el juicio

EFE

—M: madre mía, pero ¿podemos vernos o no? Pensé que la iban a descartar y me están poniendo a trabajar investigando, me están pinchando el teléfono y todo.

—S: No sé tu número de teléfono, pero ¿dónde me quieres en esta historia?

—M: Madre mía, ya tengo suficiente de qué preocuparme por eso.

En otra conversación publicada en el canal Araknne hablan de los años de condena que se pueden aplicar en España por delitos como el que ellos habían cometido y en esta misma comunicación Maje le recuerda a Salvador que “ella confía en él y lo quiere”. «No puedo decirte más que te amo y estoy pensando en ti. constantemente. Cada día te quiero más y me sonrojo más cuando te veo”, le convence. Finalmente, la Policía los detuvo tras una llamada en la que se encontraban en un local para “discutir un tema que no podían hablar por teléfono”. “, donde descubren cómo coinciden en una historia sobre la llave del garaje, objeto clave para entender el motivo de la muerte de Antonio.

Una extraña historia que acabó con el juicio celebrado en 2020 después de que Salvador aceptara confesar el móvil del crimen a petición de su hija tras ocho meses de prisión, cargando él solo con toda la culpa. Fue condenado a 17 años de prisión por un jurado popular, mientras que Maje recibió 22 por ser el instigador y creador del plan criminal. Ahora, años después, ha cambiado la prisión de Picassent por el centro penitenciario de Fontnivel, en Alicante, debido a la nacimiento de su hijo, fruto de una relación con otro recluso encarcelado por asesinato. Allí permanecerá hasta que el niño cumpla tres años. Todo digno, como ella decía, de una serie o película.

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