Acepta tres años de prisión por un robo con violencia, una detención ilegal, lesiones y conducir sin permiso


Eduardo Jiménez regresó al penal de Ocaña I tras aceptar una condena de tres años de prisión y 85 días de trabajo en beneficio de la comunidad por cuatro delitos: robo con violencia, detención ilegal, conducción sin permiso y lesiones leves. . Su abogado, Ricardo Serrano, y la Fiscalía llegaron a un acuerdo en la Audiencia Provincial de Toledo, con el que Eduardo ha conseguido una rebaja de cuatro años y cinco meses sobre la petición inicial del Ministerio Público. En este acuerdo ha ponderado la atenuante “muy cualificada” de drogadicción, ya que el informe forense concluyó que era un gran consumidor de heroína y cocaína.

El imputado, reincidente, ya ha cumplido 19 meses de prisión, tiempo que lleva en el centro penitenciario desde que fue detenido por hechos ocurridos en el municipio de El Carpio de Tajo alrededor de las diez de la noche del 20 de abril del año pasado.

La víctima, Miguel Ángel, caminaba por la calle Sol cuando el vehículo BMW negro que conducía Eduardo se detuvo a su altura. El preso, sin permiso de conducir, agarró por los brazos a Miguel Ángel, un conocido, y logró meterlo a la fuerza en el coche, con el que recorrió Malpica de Tajo, Torrijos y Fuensalida. Miguel Ángel iba sentado en el asiento del pasajero y, durante el viaje, le entregó su teléfono móvil a Eduardo, quien le había ordenado dáselo “por carajo”.

En Fuensalida, Eduardo se bajó del coche y dejó encerrado a Miguel Ángel, a quien ordenó agacharse para que no lo vieran. Regresó y condujo hasta los alrededores del incinerador de Valdemingómez para comprar droga. «Aquí te mataré y te dejaré tirado en la cuneta»Eduardo respondió, con un destornillador en la mano, cuando le preguntó adónde iban.

Ya en Valdemingómez, territorio sin ley, el imputado se bajó del auto, dejó encerrado y escondido a Miguel Ángel, compró droga, consumió y tuvo un altercado con terceros, quienes rompieron un vidrio de su BMW.

Entonces Eduardo, que acababa de cumplir 38 años, condujo hasta el madrileño barrio de Vallecas. Se topó con un control policial y, mientras huía, chocó su coche en una rotonda. Tuvo que dejarlo en la calle Melilla, a media hora andando desde la estación de tren de Atocha. Obligó a Miguel Ángel a caminar con él y le exigió que retirara 500 euros de su cuenta en un cajero automático. Durante la jornada, la víctima intentó sin éxito en varias oficinas bancarias hasta retirar el importe con su DNI en una sucursal junto a Atocha.

Pese a tener los 500 euros y el teléfono móvil, valorado después en 8 euros, Eduardo quiso más y le obligó a subirse a un taxi para llegar a ‘Las barranquillas’, también en Valdemingómez. Mientras su secuestrador compraba drogas, la víctima le contó su pesadilla al taxista, quien lo llevó a la sucursal bancaria donde las había recogido. Allí sacó cien euros y logró llegar hasta Santa Olalla, donde denunció los hechos. Eran las cinco y media de la tarde del 21 de abril. Así terminó un terrorífico viaje de 18 horas para Miguel Ángel, a quien Eduardo deberá pagar 936 euros por el dinero robado, por el teléfono móvil y por las lesiones. Y, cuando salga de prisión, no podrá acercarse a menos de 200 metros de su víctima durante tres años.

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