Saúl Álvarez y Iago Valeiras, discapacitados y con empleo



Por las tardes, el Pabellón de Os Remedios Alberga un conserje muy dedicado: Saúl Álvarez, un ourensano de 25 años con espectro autista. No es tu primer trabajo, ya que lleva varios años en el mercado laboral y ha pasado por centros de día y la fábrica de Aceites Abril. Realiza tareas tales como atención al cliente y telefónica; acondicionamiento de instalaciones; Se encienden las luces en los campos… Se siente, según confiesa, “muy feliz y útil”.

Estudió un ciclo superior de Animación Sociocultural y, aunque no está relacionado con su trabajo, está feliz. Su contrato es temporal y cobra 1.500 euros.

Explica que cuando era pequeño “pensaba que iba a tener más problemas para encontrar trabajo. Tenía miedo por mis condiciones, como era más torpe, vi que no iba a poder hacerlo bien”. Pero ahora, tal y como subraya, se siente capaz “de hacer todo lo que me proponga”. Saúl es uno de los usuarios del Down Ourense que encontró trabajo gracias al programa Empleo con apoyo (ECA). En lo que va del año, este grupo ayudó a formalizar 39 contratos; 20 permanentes y 19 temporales, según fuentes de la entidad.

Nuria Formoso Duval, formadora laboral del Down Ourense, detalla que el objetivo del programa “es garantizar la plena inserción laboral de los usuarios”. Para ello, un “entrenador va con los chicos al trabajo, según lo necesitan y, a medida que van adquiriendo independencia, se va retirando poco a poco”. Además, esta figura es la encargada de supervisar que el puesto se adapta a sus capacidades.

Saúl estuvo una semana con el técnico. “Aprendo rápido”, destaca. En su caso, le ayudó a no abrumarse con tareas más complejas: “Me dijo que me lo tomara con calma, sobre todo en Aceites Abril, porque es una fábrica y las tareas son más difíciles”. Asegura que el trabajo le ayudó a hablar más con la gente y a superar su timidez: “Antes me costaba más iniciar una conversación”.

volver a la vida

La situación de Iago Valeiras (Carballiño, 1980) es diferente. No nacer con una discapacidad, pero en 2008, a los 28 años, fue sometido de urgencia a una cirugía a corazón abierto, tras encontrarle una malformación en la válvula mitral. Al recuperarse decidió volver a trabajar: “Como está la vida y sin piso ni casa propia, mañana me iba a quedar sin nada”. Tiene un 33% de discapacidad, debido a los anticoagulantes que toma tras la operación: “No puedo realizar determinadas tareas porque un corte o un golpe suponen un riesgo para mi vida”. Se reincorporó al mundo laboral y en dos años sufrió “un infarto y ocho derrames cerebrales”, por lo que se vio obligado a parar, hasta hace una semana.

En su caso, Iago acaba de terminar un curso de auxiliar administrativo en Cogami, la Confederación Gallega de Personas con Discapacidad y lleva una semana trabajando como vigilante de seguridad en la entrada del Parque Tecnológico de San Cibrao. Esta entidad insertó a 104 personas en la provincia, desde enero. Para él, la vuelta a la rutina significa mucho más que recibir un salario: “Ver que estás haciendo algo y escapar del pasado, es una oportunidad, una nueva vida, mejor dicho”.

Su contrato, como el de Saúl, es temporal y cobra alrededor de 1.000 euros. “Nunca tuve problemas para encontrar trabajo” porque, según afirma, a las empresas “les interesa la bonificación que obtienen al contratar a personas con discapacidad”. El curso de Cogami “fue un reto” para él, se siente orgulloso de haberlo superado, de aprender un nuevo oficio y de empezar una nueva etapa: “La vida sólo hay una y se puede acabar en dos días”.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *