El reto de la “resistencia”: Vox reclama manifestaciones continuas contra la amnista y el PP ve “difcil” mantener el ritmo


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Cientos de miles de personas defienden una “resistencia” civil sin siglas frente a la “burla” de los pactos de Sánchez. Feijó pide “no tener miedo” y Abascal llama a “no dar la batalla por perdida”

La Plaza de C.
La Plaza de Cbeles de Madrid, centro de la manifestación.ALBERTO DI LOLLI
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A las 12:00 horas un aluvión de banderas constitucionales y europeas descendía todavía hacia Cibeles. Por Serrano, por Alcal, por el Paseo del Prado, por Gran Va o por Alfonso XII. Tarde, pero a tiempo. Decenas de autobuses procedentes de toda España descansaban a orillas del Retiro como barcazas varadas. Había menos aglomeración que en otras ocasiones, pero ese goteo continuo estaba surtiendo efecto, y un cuarto de hora después el principal afluente de la manifestación ya superaba Colón, a un kilómetro de distancia. El sol, que cayó fortuita y verticalmente sobre el todo azul de las insignias comunitarias, dio a la convocatoria el último empujón de asistencia.

La gran manifestación de la sociedad civil contra los pactos de Pedro Sánchez y los independentistas de Junts y ERC estalló entonces en un grito inequívoco contra la amnistía: ¡En mi nombre no! Según los organizadores, había alrededor de un millón de personas. La Delegación del Gobierno redujo la cifra a 170.000 asistentes, más del doble de los 80.000 que estimó el pasado domingo, también en Madrid, a la concentración convocada por el PP.

Sin siglas de partido ni discursos de políticos, pero con la presencia de la plana mayor del PP y Vox, la protesta de este sábado en Madrid se planteó como el eje central de la respuesta contra los acuerdos para borrar los crímenes del proceso. Es decir, como el episodio inaugural de la resistencia. Así la bautizó el filósofo Fernando Savaterquien insistió en que sólo estamos ante el primer paso de esa resistencia.

Ellos encabezaron la protesta Foro de la libertady alternativa, unión 78, Cataluña Suma, Pie en la pared, ¡Ha terminado!, y un largo etcétera de más de un centenar de organizaciones. Su manifiesto subraya que España entra en una nueva fase de un proceso que pone en cierto riesgo la existencia misma de España y no podemos permanecer impasibles ante ello. Nos arriesgamos a estar o no estar alerta.

Habiendo evitado ya el peligro de derrumbarse en las protestas anteriores, los manifestantes estallaron en un gran aplauso para Alejo Vidal Quadras para desprecintar el acto. El expresidente del PP catalán y fundador de Vox se recupera del disparo en la cara que sufrió hace una semana a apenas unas calles. Desde el escenario principal, resonaron por la megafonía las palabras del tuit con el que daba prueba de su recuperación: El sanchismo convierte al adversario electoral en un enemigo al que hay que expulsar del sistema mediante la destrucción de los consensos constitucionales básicos.

Entonces empezaron a oírse los primeros cánticos, todavía tímidos, como para calentar: ¡España unida nunca será vencida! Y luego el grito más entusiasta de la manifestación, Puigdemont ¡a prisión!, quien inmediatamente llevó a prisión a Pedro Sánchez! También estuvo el insulto Pedro Sánchez, ¡hijo de puta!, seguido del sinónimo eufemístico de “me gusta la fruta”. Esto último lo repitieron insistentemente a su autora, Isabel Díaz Ayuso, a su llegada a Cibeles.

La presidenta madrileña -con diferencia la más aclamada- llama a todos a parar lo que está pasando en España. Nos están llevando a una situación ilimitada y sin sentido, nunca vista en una democracia. Y el daño es irreversible, advirtió, en el contexto de sus declaraciones a los medios. No vamos a tener ningún tipo de miedo, arengó Feijó a los suyos, también a través de la prensa. Una cosa es tener el poder y otra tener razón. Una cosa es haber obtenido suficiente apoyo, pero saben que no tienen los votos para hacer lo que están haciendo, subrayó.

“Baja los brazos”

Eso sí, al finalizar la protesta, fuentes del PP advirtieron de que será muy difícil volver a celebrar manifestaciones tan multitudinarias y de forma tan continuada una vez que Sánchez ya ha prometido su cargo de presidente con 179 sesiones de 350. ¿Por qué? Por la tendencia natural de los españoles a bajar los brazos cuando consideran imposible que el Gobierno dé marcha atrás. Y la dirección de Génova está convencida de que Sánchez seguirá hasta el final con su plan de amnistía una década de crímenes relacionados con el intento de separar Cataluña del resto de España.

Santiago Abascal quiso girar el foco hacia el PP, y desveló que había pedido a Feijó una reunión para articular una respuesta conjunta y analizar las posibilidades que tiene el Senado de frenar la ley de amnistía. El líder del PP respondió con sencillez, según su entorno. En cualquier caso, el presidente de Vox añadió ante la prensa que no podemos dar la batalla por perdida, hay que seguir resistiendo con una movilización social sostenida, dar una respuesta institucional coordinada en las regiones donde no hay mayoría golpista, en el Senado y comunicar a todos nuestros aliados internacionales lo que está pasando en España con el ataque a la independencia de poderes y a la igualdad de los españoles.

“Sé que ahora mismo, en esta plaza, también hay muchos socialistas como él que se avergüenzan de un PSOE ideológicamente muerto”, afirmó. Flix Ovejeroprofesor y columnista EL MUNDO. y el escritor Andrés Trapiello -también una destacada firma de este diario- destacó que la venta del Estado ha destapado una operación del PSOE para engañar a todo aquel que piensa diferente: Sánchez quiere volvernos locos con una amnistía que es una monstruosidad y una burla moral, dijo, porque Su ambición personal no tiene límites ni escrúpulos.

Alberto Boadella Advirtió que España va camino de acabar en una dictadura. “¡Me jode!” añadió gráficamente el dramaturgo. Y el citado Savater fue quien cerró los discursos: Hay que escoltar a Puigdemont, eso me parece bien: hay que escoltarlo, llevarlo a Alcal-Meco y dejarlo allí.

Tras el suceso, una serie de manifestantes bloquearon durante la tarde la autovía A-6 y permanecieron a unos 150 metros de uno de los accesos al complejo de La Moncloa.

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