El queso manchego de Albacete que ha triunfado entre los mejores del mundo en los World Cheese Awards


Los demás miembros de la familia Finca La Cuadra

Queso Manchego Semicurado: Elaborado con leche pasteurizada, madura unos tres meses. Tiene un color blanco con ciertos rastros de marfil propios de las primeras curas y con una cata donde se aprecia el sabor de la leche de oveja manchega. Equilibrio de matices donde desaparece la ligera salinidad del queso tierno y comienza a aparecer un producto más equilibrado y suave, donde la cremosidad de su textura cobra protagonismo.

Queso Manchego Curado: elaborado con leche pasteurizada, tiene una maduración de 8-9 meses, cuando se empiezan a apreciar los tonos pajizos en su presentación y con una cata en la que la pérdida de cremosidad y recuerdo de los sabores lácteos se compensa con notas que ganan en intensidad y que se manifiestan en el sabor retro que inunda el paladar al degustarlo. Sin duda, un queso para todos los gustos.

Queso Manchego Artesano Semicurado: Elaborado con leche cruda, tiene una maduración de 3 a 4 meses. Tiene un color blanco con matices en tonos marfil propios de la primera curación y con una cata en la que, junto al sabor de la leche de oveja manchega, se apreciaba un ligero y agradable picor característico de los quesos de leche cruda. Mantiene un equilibrio entre la curación de los quesos semicurados y el retrogusto más intenso de los quesos de leche cruda.

Queso Manchego Artesano Curado: Elaborado con leche cruda, madura aproximadamente seis meses. En él se empiezan a apreciar los tonos pajizos en su presentación y con una cata en la que la pérdida de cremosidad y recuerdo de los sabores lácteos se compensa con sabores que ganan en intensidad. Esto aumenta, más aún al tratarse de un queso de leche cruda y se manifiesta en el retrogusto que inunda el paladar.

Queso Manchego Artesano Selección 21: Elaborado con leche cruda y madurado durante 14 meses, se caracteriza por su color pajizo. Tiene una cata en la que aún persiste la cremosidad conseguida gracias al mimo en su curación, junto a un sabor potente que sorprende con la firmeza de la leche cruda. Todo ello es fruto de un equilibrio de matices que da como resultado un retrogusto intenso, pero que deja un agradable sabor de boca tras su consumo.

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